El imperial fracaso. Ramón Pedregal Casanova

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El imperial fracaso. Ramón Pedregal Casanova

La Orquesta Roja fue la red de información más importante y más eficaz de las que funcionaron durante la última guerra. Implantada en el corazón mismo del imperio nazi, tejiendo su tela sobre toda la Europa ocupada desempeñó un papel decisivo en la derrota de Alemania. Muchas decenas de sus miembros fueron decapitados, fusilados o ahorcados pero su acción hizo que centenares de miles de soldados alemanes – 200.000 según el almirante Canaris jefe de la Abwher – cayeran para no levantarse más sobre la tierra rusa. Creada por los mejores agentes del servicio soviético, la Orquesta Roja estaba dirigida por un hombre cuyo nombre de código dice bastante sobre su envergadura: el Gran Jefe. Todavía desconocido por el público, está considerado por los especialistas como igual a los más grandes, y quizás el más grande de todos.

Del libro titulado La Orquesta Roja, donde se narra la historia de una organización única en el espionaje mundial: la red de espías soviéticos que causó estragos en las filas nazis durante la segunda guerra mundial. Autor: Gilles Perrault. Editorial Txalaparta.

Una fuente de conocimiento sobre la operación constante de destrucción interna de EEUU contra Cuba es el libro titulado Enemigos,en el que su autor, Raúl Antonio Capote, narra su experiencia dentro de la CIA. Adquirió el saber que nos transmite apurando cada detalle de los sistemas de captación y trato en el que enemigo de Cuba se emplea. Pero, … ¿quién, qué, cuál, Enemigo?: ese que empeñado en acabar con el pueblo que le cuestiona, creyendo que captaba a un contrarrevolucionario al que dirigir, resultó que se tragó el anzuelo, la sección de espionaje y subversión estadounidense en Cuba se metió en las redes de su contraparte, y fue un ser humano, de gran conciencia y extraordinario valor, quien vigiló y previno a Cuba de cuanta operación se articulaba contra ella en el nido del monstruo imperial.

Unas líneas sobre el autor Raúl Antonio Capote: profesor de la Universidad de Ciencia Pedagógicas Enrique José Varona, y Master en Relaciones Internacionales e Historia Contemporánea, mención América Latina por la Universidad de La Habana, profesor de Historia de Cuba, Cultura cubana y Literatura en el Instituto Superior de Arte. Escritor y dirige un programa titulado Un café con Daniel V, (nombre que adoptó para su trabajo como miembro de la defensa cubana), les dejo aquí un ejemplo:  https://www.cubainformacion.tv/la-columna/20220104/95068/95068-un-cafe-con-daniel-v-a-lo-mejor-este-ano-sucede

La constante búsqueda de caminos por los que hacer frente a comportamientos poco resolutivos, su crítica a los defectos de instituciones y diferentes encargados, llevó a la CIA a fijarse en la obra de Capote, entre la que destacaban sus novelas El caballero ilustrado, El adversario, y en él pusieron la vista los cazatraidores de la CIA. Tras investigarle le fueron introduciendo en su aparato para emplearle en operaciones contrarrevolucionarias. Esa organización terrorista de la que se ha dicho que sus siglas significan Compañía Internacional Asesina, se frotaba las manos al creer que había captado a un intelectual de renombre que arrastraría a otros en la construcción de un aparato subversivo contrarrevolucionario. Tras numerosas pruebas pensaron que disponían del agente que les abriría las puertas a una “revolución de colores”, y así le organizaron diversos actos dirigidos a artistas e intelectuales y revueltas callejeras. Su actividad como cubano consciente y comprometido hizo que el Enemigo no pudiese aprovechar ninguno de ellos como era su deseo.

Raúl Antonio Capote expone el desprecio con el que los yanquis trataban a quienes se prestaban a hacer sus encargos, y es que debido a su concepción supremacista, racista y clasista en que se instruyen no son capaces de sentir respeto alguno hacia los restantes pueblos, y en éste caso el pueblo cubano. Así pudo observar cómo los diferentes personajes encargados de tratar con quienes se prestaban a la tarea contrarrevolucionaria eran comprables siempre, aunque en ocasiones los actos que llevaban a cabo atraían más a inocentes que no sabían realmente el fin de aquella convocatoria, cócteles, pases de películas, conferencias, presentaciones de libros, … actividades en la Embajada en las que se les repartía diferentes miserables regalos, y en ocasiones pudo comprobar como a aquellas convocatorias terminaban en un fracaso, la gente se iba al saber del fin. Paralelamente a esas actividades desarrollaban otras con los mercenarios ya conseguidos, y cómo su bajeza moral y su afán por las migajas que tiraban desde la mesa los yanquis hacía que éstos se burlasen del conjunto de la población. Entre las numerosas anotaciones al respeto he elegido la siguiente para que se hagan una idea exacta de lo dicho: Estuve en la residencia del jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos, un día de elecciones. Fue uno de los pocos casos en que coincidí con la elite de la contrarrevolución. Los invitados participaron en un simulacro de votación, “ejercicio democrático”, lo llamó James Cason; los que votaban debían hacer una cola y recibían una bolsa de regalo que contenía libros revistas, radios portátiles y se les entregaba una sombrilla. Según recibían el regalo eran marcados con tinta en el brazo como constancia para que no repitieran. Le dije a Francisco Sáenz, funcionario de la SINA, que eso era ofensivo, pero sólo dos o tres protestaron, la gran mayoría votó, hizo cola y se fue con su regalo y su marca de tinta en el brazo.

En su condición de intelectual cubano fue especialmente observado y pudo comprobar cómo en el accionar de la contrarrevolución intervenían numerosas Embajadas europeas y alguna latinoamericana, y todos retorciéndole para encontrar reaccionarios en el campo cultural. Cuánto sería el interés por arrastrarle que se fue asegurando cada vez más del enemigo que tiene que enfrentar el pueblo de Cuba, cuánta la inversión imperial por anular su capacidad de pensamiento, por hacer que odie su propia conquista, que odie a sus representantes, que odie su saber, que él mismo aplaste su memoria histórica, todo para colonizar su mente. El pueblo cubano cuenta con un gobierno que defiende su soberanía, que defiende el derecho de todos en igualdad para que la nación venza, para que la dignidad de los humildes triunfe sobre el terror y la esclavitud que esconde el imperio. Raúl Antonio Capote nos recuerda la canción del grupo Buena Fe: Lo bueno que haces lo van a silenciar, lo que haces regular lo van a manipular; lo que haces mal lo van a amplificar.

Sobre la intención del régimen imperialista nos pone delante un pasaje cuyo contenido nadie debe perder de vista ni en Cuba ni en ninguna parte:

Escucho la denuncia que hace Fidel de los planes estadounidenses y recuerdo las instrucciones dadas a las tropas interventoras en 1898 por el secretario de Guerra J. C. Breckenridge:

(…) debemos limpiar el país, aunque ello signifique usar los métodos que la Divina Providencia utilizó en las ciudades de Sodoma y Gomorra. Tenemos que destruir todo lo que esté al alcance de nuestros cañones. Tenemos que imponer un bloqueo riguroso de manera que el hambre y su constante compañera, la peste, minen a la población pacífica y diezmen al ejército cubano.

Exactamente un mes después de la emisión del Memorándum Breckenridge – el 24 de enero de 1898 -, Estados Unidos enviaba al puerto de La Habana el acorazado Maine.

Es el mismo enemigo y estoy a punto de entrar en su casa.

Lo recordó cuando iba a la primera cita en la Embajada de EEUU, donde un revolucionario iba a hacer que la CIA se pegase un imperial fracaso.

El escritor deja aquí una importantísima lección para los jóvenes, a los que el imperio trata de envolver haciéndolos ajenos a la honestidad, a la ética política y social, a la conciencia, a la organización y al conocimiento de la Historia.

Enemigo, es obra que les recomiendo de un modo especial. Editado por AKAL.

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