Fuente: La Jornada/Juan Pablo Duch 27.06.2020
Para ello los operadores políticos del Kremlin se sacaron de la manga una votación popular
que no contempla la propia Constitución, que no es vinculante, que no exige la mitad más uno del padrón para ser válida, que no admite observadores, que permite votar en el transcurso de una semana, que no evita que una misma persona ejerza su derecho al sufragio varias veces, que lleva las urnas a las casas de los jubilados y un largo etcétera de excepciones y facilidades que restan toda seriedad a una votación legitimadora que nada tiene en común con un referendo, el cual no se puede convocar para modificar la Carta Magna.
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