Fuente: https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/cop27-deforestacion/ NOVIEMBRE 24, 2022
Chéri Samba (República Democrática del Congo), Reorganisation [Reorganización], 2002.
Queridos amigos y amigas,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
El polvo se ha asentado en los complejos turísticos de Sharm el-Shaikh (Egipto), mientras las y los delegados de países y empresas abandonan la 27ª Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. El único avance logrado en el acuerdo final fue la creación de un “fondo de pérdidas y daños” para los “países vulnerables”. Sin embargo, a pesar de ser aclamado como un gran avance, el acuerdo es poco más que la financiación de la Red de Pérdidas y Daños de Santiago acordada en la COP25 de 2019. Además, está por verse si esta nueva financiación se hará realidad. En acuerdos anteriores, como el Fondo Verde para el Clima establecido en la COP15 de 2009, los países desarrollados prometieron proporcionar a los países en desarrollo 100.000 millones de dólares anuales de financiación para 2020, pero no han cumplido sus objetivos declarados. Al término de la COP27, las Naciones Unidas expresaron su “enorme preocupación” por el hecho de que esas promesas pasadas “aún no se han cumplido”. Y lo que es más importante, el Plan de Implementación de Sharm el-Sheikh señala que “se espera que la transformación global hacia una economía baja en carbono requiera una inversión de al menos 4-6 billones de dólares al año”, un compromiso que no está a la vista. La Agencia Internacional de la Energía afirmó que, en 2022, la inversión mundial anual en energías limpias se mantendrá por debajo de los 1,5 billones de dólares. Se trata de un «gasto récord en energía limpia», anunciaron, y sin embargo, está muy por debajo de las cantidades que se requieren para la transición necesaria.
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