USA y España, dos pandemias políticamente paralelas

Fuente: Iniciativa Debate/ Domingo Sanz                                                               

“No tenemos un rey Trump en este país”.

Es lo que Andrew Cuomo dijo antes de ayer, 14 de abril, del presidente, recordándole que él “solo” fue “elegido en las urnas”. El de New York se ha convertido en el más visible de entre todos los gobernadores que se resisten a las decisiones centralizadoras de la Casa Blanca. Y no pertenecen únicamente a los “demócratas”.

El propio Cuomo terminó advirtiendo que Trump puede provocar “una crisis constitucional”, de donde podemos deducir que a Felipe González no le ha debido gustar ese aviso de un gobernador demócrata a un presidente populista de derechas: el político español más beneficiado por las intrigas contra Suárez que desembocaron en el 23F, durante otra crisis de las grandes, se está sumando ahora a las presiones de Aznar y otros para conseguir que el pacto que propone Sánchez acabe con Iglesias fuera del gobierno. Y no es que el de Podemos exija la instauración de la República para seguir apoyando a Sánchez.

“Usted no es el rey”.

Es lo que, menos de 24 horas después de las palabras de Cuomo, le dijo Pablo Casado a Pedro Sánchez desde su escaño, durante la sesión de control al gobierno celebrada en el Congreso.

Pensando en el aún líder del PP, el fantasma del plagio flota siempre cuando dice algo, y mucho más esta vez porque, para empezar, el que Trump quiera ser rey tiene su aquel, pues en USA ese puesto está vacante.

Pero, sobre todo, sorprende porque Casado no está encabezando ninguna protesta de presidentes autonómicos, mientras Cuomo sí comparte la rebeldía de muchos gobernadores en USA. De hecho, el 15 de marzo, Isabel Díaz Ayuso, uña y carne con Casado, prefirió renunciar a la defensa de Madrid para apoyar el “mando único” de Sánchez, con tal de que Catalunya también fuera sometida a la recentralización.

Y, por último, nadie es capaz de sostener que el imposible “rey Sánchez” se parezca más que Casado al también imposible “rey Trump”, aunque solo sea por la cantidad de veces que el del PP grita “Viva el rey” o sale en defensa de la monarquía, sobre todo contra Iglesias (otro más). Algo de lo que no abusa el líder del PSOE, tanto si se abstiene por cinismo o por vergüenza.

Esta pandemia está construyendo paralelismos incluso a la hora de cambiar estrategias políticas, aunque haya océanos en medio: Trump está haciendo ahora la vista gorda con los sin papeles mientras aquí, los Abascal y Casado han dejado de envenenar contra los ilegales que venían a “robar los puestos de trabajo a los españoles”. Resulta que en todas partes cuecen las “habas” que hay que recoger para que no se pudran en los campos cultivados.

El debate principal en España y USA, que evoluciona a sendos conflictos, versa sobre el ámbito político-territorial en el que deben tomarse las decisiones. En cambio, y por lo que llega a través de los medios, no parece que esté ocurriendo algo parecido en otros países también importantes del “mundo occidental” al que pertenecemos.

Sin presuponer que los paralelismos históricos afecten a las cifras de la pandemia en USA y España, sí podemos reparar en algunos elementos comunes que han contribuido a construir el presente y que, sin duda, influyen en las decisiones políticas que se toman en situaciones tan excepcionales como la presente.

USA y España tienen historias imperiales importantes y, después de muchas generaciones, la carga genética queda marcada por pautas autoritarias que, sobre todo, definen el comportamiento de las élites dominantes.

También USA y España han vivido importantes guerras autodestructivas, llamadas civiles, que sobreviven en el inconsciente colectivo. La española es mucho más reciente, fue mucho más cruel y, además, triunfaron en ella los asesinos que la provocaron, pero la verdad es que donde vive Trump las armas ya se disparan solas.

Por último, están los bipartidismos. Cada uno con sus particularidades, resulta que en USA no se pueden imaginar lo que es un gobierno de coalición en la Casa Blanca, y en España hemos tardado 43 años de monarquía para conseguir el primero. En cambio, en USA se les ocurrió lo de la limitación de mandatos, cosa que al menos asegura la renovación de altos cargos desde cada cima cambiante.

Sobre imperialismos, guerracivilismos y bipartidismos, USA y España presentan unas trayectorias significativamente diferenciadas del resto de países occidentales más poblados.

En USA no sabemos lo que habría pasado si hubiera sido Clinton, que fin de cuentas ganó en número total de votos, quien ocupara la Casa Blanca. Pero en España sí que estamos seguros de que habría sido imposible una política aún más centralizadora con Casado en La Moncloa.

Este artículo es deudor de Roser, una buena amiga que tiene contactos en USA y me ha hecho llegar lo que le cuentan desde allí, donde intuyen un paralelismo significativo entre las políticas que están adoptando ambos gobiernos, el de Trump y el de Sánchez, y la similitud entre los conflictos internos que están provocando.

De nuevo la “mariposa”, esta vez con un efecto en sus alas que podría resultar paradójicamente positivo: si el número de víctimas del Coronavirus en España fuera más “normal”, quizás Trump no estaría encontrando tanta contestación a sus excesos. Sus contrarios deben pensar que en USA, con muchos más habitantes que España, terminará habiendo millones de muertos.

A fin de cuentas, Donald sigue como siempre, pero adaptado al contexto.

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Domingo Sanz

Nacido 1951, Madrid. Casado. Dos hijos y dos nietos. Cursando el antiguo Preu, asesinato de Enrique Ruano y la canción de Maria del Mar Bonet. Ciencias Políticas. Cárcel y todo eso, 1970-71. Licenciado en 1973 y de la mili en 1975. Director comercial empresa privada industrial de 1975 a 1979. Traslado a Mallorca. De 1980 a 1996 gerente y finanzas en CC.OO. de Baleares. De 1996 hasta 2016, gerente empresa propia de informática educativa: pipoclub.com Actualmente jubilado pero implicado, escribiendo desde verano de 2015, con unos 170 artículos publicados, sin ningún compromiso, en diversos medios.

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