Uno y trino

Fuente: https://kaleidoskopiodegabalaui.com/2021/04/04/uno-y-trino/ 

Se percibe a la derecha española como un bloque homogéneo pero no lo es. Uno de los logros del Partido Popular fue conseguir aglutinar a la mayoría de las corrientes, exceptuando a los fascistas revolucionarios de la FE de las JONS y otros grupos minoritarios de carácter identitario que defienden el nacional sindicalismo. Las dos almas del Partido Popular estaban formadas por los liberales económicos o capitalistas, libertarianos, y por los tradicionalistas reaccionarios, nacionalistas y católicos, en los que se encontraban la mayor parte de los nostálgicos del franquismo. Estas dos almas convivieron durante décadas.

En la práctica se tradujo en políticas económicas liberales, en las que se fomentó la acción privada, la explotación de los recursos públicos y el gradual deterioro de los servicios públicos, junto con políticas sociales con una marcada defensa de los intereses de las clases ricas, del nacionalismo español y de la moral cristiana. Esto último les llevó a posicionarse en contra de leyes como la del divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual o la reciente ley de regulación de la eutanasia. La aparición de VOX no implicó una ruptura de estas dos almas sino una continuación marcada por un posicionamiento más extremo en cuestiones como el nacionalismo y el antagonismo ideológico, lo cual atrajo a personas más fanatizadas simpatizantes de grupos fascistas. Así VOX ha conseguido aglutinar en un mismo espacio a las tres almas: liberalismo económico, tradicionalismo reaccionario y fascismo, aunque grupos libertarianos e identitarios critiquen abiertamente al nuevo partido de Santiago Abascal.

La retórica nacionalista y anticomunista oculta el liberalismo económico de los abascalianos pero son actualmente los mayores defensores de la propiedad privada y de la libertad económica. Uno de los valedores del programa económico de VOX es el minarquista Juan Ramón Rayo que defiende la mínima intervención del estado en las cuestiones económicas, educativas y sociales excepto como garante de la seguridad nacional mediante el ejército y los cuerpos policiales. El partido abascaliano defiende la liberalización de los planes de estudio, en la que se enmarca la conocida reivindicación de la libertad de elección del centro educativo de los padres, que conduce a un sistema educativo segregado en el que solo las clases pudientes tienen la posibilidad de elegir para evitar que sus hijos e hijas se mezclen con menores de origen extranjero y provenientes de familias pobres o laboralmente precarizadas. También defienden un sistema sanitario privado libre al que se puede acceder con deducciones fiscales, es decir, un sistema al que solo puedan acceder personas con cierta capacidad económica que además se verían premiadas con la devolución del gasto a cuenta del tesoro público. Un negocio redondo. Se privilegia el negocio privado mientras se vacían las arcas públicas. En relación a las pensiones promueven un modelo de capitalización que en la práctica supone reducir las cotizaciones, ya que hay exentos y cotizaciones voluntarias, y condenar al sistema público de pensiones a su progresiva desaparición. Sobre el mercado laboral abogan por una liberalización extrema en el que los convenios colectivos y sectoriales pasarían a mejor vida, se reducirían las cotizaciones sociales, se facilitaría el despido y se eliminaría el salario mínimo para los jóvenes y las trabajadoras menos cualificadas y experimentadas. Una loa a la explotación laboral. Quieren liberalizar los alquileres, ampliar el suelo edificable, liberalizar el mercado del transporte ferroviario, por carretera y del sector eléctrico, rebajar impuestos y recortar el gasto público.

Esta vertiente ultraliberal convive con los discursos contra la inmigración, la recentralización del estado, el nacionalismo español exacerbado y el conservadurismo. Es decir, características propias del tradicionalismo reaccionario. Pero también, si exceptuamos el conservadurismo, son características propias del fascismo ya que este por definición es anticonservador. Y ambas, tanto el tradicionalismo como el fascismo, son antiliberales. Esta amalgama de corrientes, que coinciden en algunos puntos y se bifurcan bruscamente en otros, conforman gran parte del electorado del partido abascaliano. La mezcla de elementos contradictorios que se alían en pro de un objetivo común no es ajena a la historia del estado español. La dictadura fascista española tuvo elementos propios del tradicionalismo y del fascismo, que en determinados momentos históricos se enfrentaron por el poder y la influencia alrededor del dictador Francisco Franco. También se aliaron durante la guerra civil española teniendo como exponentes de cada corriente a los requetés y a los falangistas. Este poso conservador y fascista forma parte del magma ideológico de la derecha española desde el cual es necesario analizar la actual composición e ideario de los partidos de la derecha y su amplia implantación y apoyo en muchos territorios del estado español. El liberalismo económico aterrizó más tarde. Estaríamos hablando de los años ochenta del pasado siglo. El liberalismo ha formado parte del programa económico del Partido Popular desde que José María Aznar se hizo con el liderazgo en 1990, relegando a los tradicionalistas, que representaba el fundador Manuel Fraga, a la batalla cultural y moral contra las izquierdas e independentistas. El fragor de estas batallas creó un contexto perfecto para la progresiva implantación de medidas liberales que han ido conformando la realidad en la que vivimos con desorbitados precios de alquileres, uberización de las empresas, deterioro de las condiciones laborales y precarización de las trabajadoras.

Hace unos años Esperanza Aguirre dijo que la crisis [económica] se combate con más libertad. Es necesario saber en qué consiste la libertad en boca de los liberales. Aguirre se refería a que eliminando las trabas, las barreras y los trámites burocráticos, la Comunidad cumplirá con la obligación que tiene con los empresarios y comerciantes de facilitar su labor a la hora de iniciar un nuevo proyecto que aporte empleo a nuestra región. El liberalismo defiende la libertad de hacer negocios y, en su versión minarquista, entiende que el estado y las autoridades solo deben garantizar el respeto a los acuerdos libres entre personas [empresas]. No es una libertad individual sino la libertad para enriquecerse sin límites, amparado por un estado cuyo aparato represivo garantice su derecho a enriquecerse sin control. En su versión anarcocapitalista, que defiende una sociedad sin estado, el aparato represivo estaría dirigido por agencias privadas de defensa. Es una idea de sociedad pensada para los que tienen poder, capacidad adquisitiva y una posición social privilegiada. Una sociedad que no protegerá a la mano de obra que necesitan para poner en práctica los acuerdos libres entre privilegiados. Cuando hablan de libertad se refieren a esto. La libertad de Díaz Ayuso y de Abascal. La libertad de emprender y de consumir. La glorificación de la derecha de la libertad es el caballo de troya tras el que se esconden las privatizaciones, los despidos, los recortes de salario o los trabajos precarizados. Es difícil elegir qué es lo peor de lo que representa la derecha española. La moral nacional católica, el fascismo nacional sindicalista o las diferentes versiones liberales devora libertades individuales. Pero lo que es seguro es que tenemos que conocer quiénes son, qué ideas representan y cómo nos afectan. No son solo fachas. Son uno y trino. Tres ideologías divinas y un solo dios verdadero: el poder de dominación.

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