«Soldados de Dios», denominaba Brzezinski a los talibanes

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«Soldados de Dios», denominaba Brzezinski (US-NSC) a los talibanes

3 de febrero de 1980. Paso de Khyber [Pakistán/Afganistán]. En su lucha contra la Unión Soviética, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Zbigniew Brzezinski, se dirige a los refugiados afganos en inglés (un intérprete traduce su arenga al pastún).

Brzezinski, voló a Pakistán para organizar la resistencia. Quería armar a los muyahidines sin revelar el verdadero objetivo de Estados Unidos. En la frontera afgana, cerca del paso de Khyber, instó a los soldados de dios a redoblar sus esfuerzos, alentándoles hipócritamente con la siguiente arenga:

«Conocemos vuestra profunda fe en dios. Estamos seguros de que vuestra lucha tendrá éxito. Aquella tierra de allá [Afganistán] es vuestra. Volveréis a ella algún día, porque vuestra lucha prevalecerá y tendréis vuestros hogares y vuestras mezquitas de nuevo, porque vuestra causa es justa y Dios está de vuestro lado».

IN DEFENSE OF COMMUNISM – 17/08/2021

Traducción del inglés: Arrezafe

Caos en Kabul, mientras los talibanes retoman Afganistán. Veinte años después de la intervención imperialista de Estados Unidos y la OTAN en el país, las consecuencias para el pueblo afgano son más que devastadoras. Las consignas de «libertad», «seguridad», «democracia» y «paz», que los imperialistas estadounidenses y sus aliados utilizaron como pretexto para la invasión militar de 2001, en el marco de la denominada «Guerra contra el terrorismo», se probaron promesas vacías.

El hecho de que el gobierno de Afganistán, respaldado por Estados Unidos, se rindiera a los talibanes sin ninguna resistencia es la prueba más clara de que no fue más que un mecanismo de apoyo a la ocupación imperialista. Cuando Estados Unidos decidió retirar sus tropas, el «gobierno» de Kabul se derrumbó como un castillo de naipes.

Los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados europeos tienen la abrumadora responsabilidad de la tragedia que vive el pueblo de Afganistán. La criminal guerra imperialista de 2001 desatada por el gobierno de Bush y sus aliados de la OTAN no tuvo nada que ver con la «lucha contra el terrorismo» o con «traer la democracia». La única razón detrás de la intervención fue el control de importantes regiones geoestratégicas, recursos energéticos y vías de transporte, en favor de las corporaciones y monopolios estadounidenses.

Cuando se logró el objetivo y la política exterior de Estados Unidos se enfocó en otras regiones, la administración Biden decidió el pasado abril retirar las fuerzas militares estadounidenses de Afganistán. En el contexto de la feroz competencia entre el bloque EEUU/UE y otras grandes potencias, como Rusia y China, Estados Unidos tuvo que transferir personal y equipo militar a otras áreas, incluido el Báltico, el Mar Negro y el Mar de China Meridional.

Afganistán está nuevamente en manos de los talibanes, en manos de los fanáticos yihadistas que fueron entrenados, armados y financiados por los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados durante la década de 1980, con el fin de volverlos en contra de la Unión Soviética. El ascenso de los talibanes al liderazgo del país en la década de 1990, con la valiosa ayuda de Estados Unidos y la CIA, se produjo como resultado del colapso de la República Democrática de Afganistán.

En su guerra contra el socialismo-comunismo, los Estados Unidos crearon y albergaron el monstruo del yihadismo, del que renegaron en 2001 calificándolo de «amenaza terrorista» para así reforzar su pretexto para la intervención imperialista en Afganistán.

Hoy, la aparente preocupación de la administración estadounidense y los gobiernos europeos por el resurgimiento de los talibanes y el futuro de Afganistán solo puede verse como una obscena hipocresía. Son los responsables de la situación actual del país. Los trabajadores, trabajadoras y pueblos de todos los países, deben condenar la propaganda imperialista. El crimen contra el pueblo afgano no debe olvidarse, debe tenerse presente como lo que es, la constante barbarie y atrocidad del imperialismo.

Mujeres comunistas afganas de la resistencia antiimperialista (años 70-80)

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