Sindicalistas revolucionarios de nuestro tiempo: Chabier Anadón…

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Sindicalistas revolucionarios de nuestro tiempo: Chabier Anadón, de la CUT de Aragón

Aquí tenéis una nueva entrega de nuestra serie de entrevistas a los y las sindicalistas combativos de nuestra época. En este caso, hablamos con Chabier Anadón, representante del Colectivo Unitario de Trabajadores (CUT), una organización obrera aragonesa que tiene una amplia presencia en empresas como TUZSA, la concesionaria del servicio público de autobuses urbanos de Zaragoza. Anadón nos habla de las luchas en que ha participado, de las posibles estrategias para el desarrollo del sindicalismo revolucionario en nuestro país, de las personas que ha conocido en su larga trayectoria sindical. Una vez más, entrevistamos a una persona valiente y comprometida, que ha dedicado muchas de sus energías a construir un mundo mejor para la clase trabajadora. Si queréis leer las entrevistas que hemos publicado anteriormente, las encontraréis en Kaosenlared. Estamos construyendo una galería de las gentes de las luchas, de los corazones que laten por la causa obrera.

Os dejamos con Chabier Anadón:

– ¿Qué te llevó a la militancia sindical?

R.- Yo soy una persona que inicialmente trabajé en la agricultura y cuando me independicé fui a trabajar a Zaragoza y en la primera empresa del sector del metal en la que entré a trabajar empecé a ver injusticias que según mi conciencia social no debía permitir. En esa empresa éramos unos 70 trabajadores, no había representación sindical y contacté con una organización que en estos momentos está desaparecida, la CSUT, y les planteé que qué había que hacer para ser representante de los trabajadores. Me dijeron cómo hacerlo y promoví elecciones, se hicieron y fue la primera en la que fui representante sindical.

  -Cuéntanos brevemente cómo ha transcurrido tu trayectoria militante.

R.- Mi primera acción sindical, por llamarla de alguna manera, fue en mi época de agricultor, cuando todos los del pueblo bajamos con los tractores a cortar las carreteras reivindicando mejoras para el sector agrícola. Después, me fui a trabajar a Zaragoza y allí conocí el sistema de explotación en la industria. Vamos, que pasé de un sistema de explotación a los trabajadores en la agricultura, a conocer el sistema de explotación a los trabajadores en la industria. Como ya he dicho antes, comencé en una empresa del metal, fui representante sindical. Hicimos una huelga en el año 1980 contra el Estatuto de los Trabajadores, era la primera huelga que se hacía en esa empresa y cuando finalizó mi contrato laboral, fui despedido.

También he estado siempre implicado en organizaciones políticas aragonesistas, puesto que defiendo el derecho territorial de los pueblos a decidir su futuro. He pasado por algunas empresas, concretamente en una de bebidas fui autónomo conductor y fue difícil organizarnos para poder combatir contra esa multinacional. Desde ahí ingrese en autobuses urbanos de Zaragoza. Soy fundador, en el año 1985, del sindicato asambleario CUT en esa empresa. Hoy ese sindicato es de ámbito territorial aragonés. Desde ese año he pertenecido al comité de empresa, siendo el CUT el sindicato más votado. Casi siempre hemos tenido la presidencia y la Secretaría del comité. No obstante, tengo que resaltar que he sido bastante represaliado. En la primera empresa en que trabajé, tal como he indicado, fui despedido, y en autobuses urbanos, empresa a la que pertenezco en la actualidad, he sido despedido en dos ocasiones. Afortunadamente con el apoyo de la plantilla gané los juicios y en las dos ocasiones volví a la empresa

-Cuéntanos algunas batallas sindicales en las que has participado, ganadas, y por qué se ganaron.

R.- Bueno, como presidente del Comité de empresa, batallas sindicales que se han ganado, aparte de las de negociación colectiva, especialmente la del año 1986. En el año 2013, la empresa de los autobuses urbanos de Zaragoza planteó a la vez dos EREs. Uno de inaplicación de convenio colectivo y otro por el que despedía a 153 trabajadores. Tras una larga huelga de varios meses conseguimos que los 153 trabajadores despedidos volvieran a la empresa. También tras más de 123 días de huelga indefinida, en el año 2015, conseguimos volver a tener convenio colectivo y echar abajo la reforma laboral y el laudo que nos habían impuesto, de inaplicación del convenio, con la correspondiente congelación de los salarios que teníamos pactados. Desde luego se ganaron, pero no solo porque el sindicato al que pertenezco encabezó las luchas, sino también porque la acción sindical asamblearia hizo que tuviéramos un amplio apoyo por parte de toda la plantilla.

-Cuéntanos alguna derrota y dinos por qué se perdió.

R.- No sé si se puede considerar derrota, pero en el año 1986, recién fundado el sindicato CUT, en autobuses urbanos TUZSA, estando en negociación del convenio, hicimos una huelga que inicialmente iba por los cauces “legales”. Pero la actitud de la Administración, imponiéndonos unos servicios mínimos excesivos, de la empresa que se negaba a sentarse a negociar y de la policía reprimiendo cualquier movilización en la calle, nos llevó a darle un giro a la huelga, y decidimos no sacar los servicios mínimos. La empresa empezó a despedir a diestro y siniestro, llegando hasta 125 trabajadores. La mayoría de los despedidos eran afiliados a CUT. Habíamos cometido el error de que, a través de la nómina, se abonase la cuota sindical de nuestros afiliados y la empresa tenía una lista de la mayoría de la afiliación en su poder. Continuamos la lucha y al final se consiguió inicialmente que los despedidos se quedasen en 25. Seguimos en la lucha y al final, la plantilla, tras ocho meses que llevábamos en lucha, estaba cansada y optamos por la vía judicial. Algunos ganamos el juicio y seguimos en la empresa. Otros, desgraciadamente, no volvieron, ya que aunque intentamos en cada convenio que volvieran a entrar, ya se habían buscado la vida y no quisieron.

Aunque la derrota más importante fue y es que, pese a que en la huelga del año 1986 estuvimos a punto de conseguirlo, a fecha de hoy todavía no hemos conseguido la municipalización de esta empresa de autobús urbano, que es privada. Precisamente, éste es uno de los principales objetivos de este sindicato: que los servicios esenciales sean públicos y gestionados por la Administración.

También quiero mencionar que, en los autobuses urbanos dentro de nuestro trabajo por la municipalización, como ésta no se está produciendo por falta de voluntad política, los trabajadores formamos una cooperativa para presentarnos a gestionar la contrata del servicio de autobús urbano de Zaragoza. Los pliegos de condiciones, los hicieron de tal manera que a la cooperativa (SCUT), nos excluían. Iniciamos un proceso judicial por discriminación, muy costoso. Ganamos el juicio en el Tribunal Superior de Justicia de Aragón. Recurrió la empresa y el Ayuntamiento. Volvimos a ganar el juicio en el Tribunal Supremo en Madrid. Y a pesar de ello el Ayuntamiento de Zaragoza, sigue permitiendo que este servicio siga siendo gestionado por la multinacional mexicana ADO/ AVANZA. Ganamos en los tribunales y no ha servido para nada.

-Hablemos de los compañeros y compañeras que conociste militando. ¿De quienes aprendiste más?

R.- La verdad es que el tema de la representación de los trabajadores no te da muchas alegrías, ya que en ocasiones tienes en contra a gente de tu propia clase que colabora con el sistema. Pero en mi larga vida militante he conocido a personas con una sabiduría y un compromiso ejemplares. No quiero dar nombres, pero mis padres espirituales, en esto del sindicalismo, fueron un jesuita que abandonó los hábitos y su compañera, ambos de la CSUT y del PTE. La verdad es que influyeron mucho en mí. También sacerdotes vascos, algunos también habían dejado los hábitos y otros no. No puedo dejar a un lado a dirigentes jornaleros andaluces, quizá por mis raíces de agricultor. En realidad, he conocido a gente maravillosa que son los que te confirman que otro modelo de sociedad es posible, que vas por el buen camino, porque estas personas son la vanguardia del movimiento obrero y sin ellas no habría sido posible haber llegado a dónde estamos, y eso que nos queda mucho camino por recorrer.

– ¿Cómo debería ser el sindicalismo revolucionario del siglo XXI?

R.- A mi entender el sindicalismo ha dado un giro peligroso y habría que cambiarlo. La burocratización y profesionalización de los sindicalistas, las horas sindicales mal usadas, etc. hace mucho daño al sindicalismo combativo y comprometido. El que los sindicatos se hayan convertido en empresas, que internamente hacen sus propias elecciones sindicales. Que haya liberados a sueldo y pierdan el contacto con la realidad en las empresas, me parece preocupante. Otro hándicap son las redes sociales, es una barbaridad lo que están influyendo en la forma de hacer sindicalismo. A las organizaciones en las que la asamblea presencial es nuestro pilar fundamental, nos merma la capacidad de toma de decisiones y para mí esto es fundamental. El sindicalismo del siglo XXI, que va a estar dominado por estas redes sociales, debería hacer todo lo contrario, ya que le damos demasiada información al sistema y luego la usa en nuestra contra. Domiciliar las cuotas, enviar las consignas por las redes sociales, es ponerle en bandeja nuestras cabezas al enemigo de la clase obrera. Por ello hay que ser más creativos para evitar el individualismo y hacer que los trabajadores y las trabajadoras vuelvan a las asambleas presenciales. Finalmente, la diversidad y multitud de siglas. Deberían de confluir hacia menos organizaciones y más fuertes, trabajando, además, para mejorar las condiciones laborales, sociales y económicas de los trabajadores. Poner más empeño en que los servicios esenciales, sanidad, educación, transporte, electricidad, gas, agua, todas las infraestructuras necesarias para la comunidad, sean públicas y gestionadas por la Administración

– ¿El sindicalismo se acaba en los centros de trabajo o debería ser un también un instrumento para incidir en otros aspectos de la lucha social?

R.- Si alguien cree que, por conseguir un buen convenio, ya está su vida solucionada, está muy equivocado. Fuera de las empresas se decide nuestro futuro y debemos de luchar para que éste sea lo más equitativo posible. Repartir el trabajo, la riqueza. Eso se decide en las instituciones y debemos de tener presencia en ellas, además de luchar en la calle, si es que de verdad queremos transformar esta sociedad y evitar las desigualdades tan abismales que hay entre los seres humanos.

– ¿Qué debería hacerse, ahora mismo, para construir un movimiento sindical revolucionario a la altura de la situación española actual?

R.- El movimiento sindical debe de ser sociopolítico y participar activamente en todo tipo de movimientos en todos los ámbitos de nuestra vida. Hay que reducir el número de siglas y dejar de mirarnos al ombligo. Duele mucho ver como la mayoría de las siglas sindicales que hay ahora, hace tiempo estaban juntas en una sola organización. El sistema ha conseguido dividirnos, sea por protagonismo personal, o desgraciadamente, por traición a la clase obrera. Es un defecto que se arrastra en la izquierda desde tiempos inmemoriales. Por ello espero y deseo, que las generaciones venideras aprendan de todos nuestros errores y aciertos, y sean capaces de reducir el mapa sindical actual a las mínimas siglas posibles, y de hacer un sindicalismo comprometido, asambleario y revolucionario bajo una misma sigla. Claro, esto es un trabajo a realizar en cada territorio, puesto que el problema es que todos nos consideramos en posesión de la verdad. Creo que en la izquierda estamos faltos de personas referentes, porque lo que estoy diciendo solo se conseguirá cuando haya un revolucionario o revolucionaria honesta y con el suficiente carisma que reciba la confianza y el respaldo de todos y todas y sea capaz de unificar toda esta ensalada de siglas.

– ¿Quieres contarnos algo más?

R.- Nada en especial, trasladar que a nuestros hijos y jóvenes en general, tenemos que trasmitirles que, si no quieren perder lo que ahora se tiene, tendrán que seguir peleando, ya que nada está garantizado de por vida. Por ello deben de participar en todas las movilizaciones y acciones para cambiar el actual modelo político y social que hay en los diferentes territorios del estado español. Añadir, también, que, por experiencia personal, los trabajadores tenemos que tener claro que la lucha es el único camino que tenemos para conseguir esos objetivos, y por supuesto, que la única lucha que se pierde es la que se abandona.

 

 

 

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