Sin ruido. El lince

Fuente:  https://frenteantiimperialista.org/sin-ruido-el-lince/                                                                                   El lince                                                                                                                                                                                           18/05/24

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Estos días he tenido una conversación interesante con unos amigos que me preguntaban el por qué de los títulos tan «estrambóticos» (extravagantes) que suelo poner. Tiene que ver con la cultura. Fueron los griegos los que para quedar bien ante el público ponían títulos a sus obras teatrales que no indujesen a confusión y que quienes acudían a sus representaciones teatrales supiesen de qué iba la cosa. Es decir, eran previsibles y con una función identificadora y, a la vez, simple. Solo unos pocos herejes como Hesíodo (sobre el año 700 antes de nuestra era) se atrevieron a dejar que la imaginación funcionase al escribir «Los trabajos y los días», que no daba pista alguna sobre lo que trataba, justo lo contrario de clásicos como «Edipo rey» o «Las troyanas», aunque este último tiene la virtud de ponerse del lado de las mujeres y de las derrotadas, además, lo que supongo causó sensación porque también rompía una norma: la de ir con los vencedores.

Desde luego no soy Hesíodo, pero sí coincido con él en que hay que dejar que la imaginación funcione y también rompo con una tradición, nefasta, que sigue a pies juntillas todo lo que llega de EEUU con eso de que en el titular y en el primer párrafo tiene que estar recogido todo lo esencial del texto y así la gente se evita de leer más si no le satisface. No hay misterio ¡Para qué pensar! Eso no va con los estadounidenses, que son el pueblo más ignorante del planeta. Y nosotros nos queremos parecer cada vez más a ellos y por eso todo tiene que estar recogido en 40 palabras. Y así nos va.

Así que si habéis llegado hasta aquí, o seguís habitualmente esta página, es que vais un poco de la misma cuerda que yo. Y que Hesíodo.

Todo esto viene a cuento por varias razones, aparentemente no interconectadas entre sí pero que ponen de manifiesto el pánico que se está generando no solo en Occidente, sino también entre los pro-occidentales en otras partes del mundo. Por ejemplo, ha aparecido en el Financial Times de Londres un sorprendente artículo del ex director del Centro Chino de Estudios Rusos y Asia Central, Feng Yujun, hablando de la «necesaria derrota rusa» en el conflicto del país 404, antes conocido como Ucrania. Ni que decir tiene que este artículo está siendo reproducido y difundido ad nauseam por todo Occidente. Lo que no dicen es que este personaje es miembro de la facción pro-occidental que fue barrida del control del Partido Comunista de China en su último congreso. Como consecuencia de ello, y de otros muchos artículos en la misma línea sobre la «errática política exterior de China» al abandonar a Occidente, fue expulsado de la universidad de Shanghai.

El echar mano de este tipo de personajes solo tiene una finalidad, y más a las puertas de la cumbre que Occidente organizará el mes que viene en Suiza para «apoyar el plan de paz de Ucrania» (retirada rusa a las fronteras de 1991, pago de reparaciones, etc): hacer ruido con una opinión pro-occidental desde China intentando hacer ver que hay división en China sobre el tema, intentando así presionar a Xi Jinping, desacreditar lo que está ocurriendo sobre el terreno y recuperar la narrativa propagandística, en lo único que es bueno Occidente. Y, al mismo tiempo, intentar torpedear la visita de Estado de Putin a China de estos días 16 y 17 y lo que será el 43 encuentro personal entre Putin y Xi Jinping. No sé si sois conscientes de lo que supone esa cifra, pero Occidente sí y por eso hará, hace, todo lo que está en su mano para torpedearlo.

Y lo más importante: China lleva meses trabajando sin ruido alguno en el plan de paz propuesto hace un poco más de un año en lo que Occidente considera que es una «contracumbre» a la que va a organizarse en Suiza.

El representante especial del gobierno chino para asuntos euroasiáticos, Li Hui, ha estado muy atareado entre el 3 y el 9 de este mes visitando Turquía, Egipto, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Es el tercer viaje en dos meses de lo que China llama «diplomacia itinerante sobre la solución política de la crisis ucraniana». Un tercer viaje que antes había tenido otras dos rondas visitando Brasil, Indonesia, Sudáfrica, Kazajistán, Turkmenistán, Rusia, Polonia, Alemania, Francia y Ucrania. Menos en los países occidentales, Hui ha dicho que «todas las partes con la que se habló están de acuerdo en general con las iniciativas de China para reducir la situación en Ucrania». Y claro, eso no gusta en Occidente, que está al mismo tiempo presionando a los países del Sur Global no solo para que vayan a Suiza, sino para que den la espalda a Rusia y respalden el plan occidental. De ahí el artículo en cuestión y la importancia que le da Occidente porque, textual, cree que «China está construyendo en Suiza la configuración de un grupo de apoyo a su propia iniciativa de paz antes de las negociaciones sobre Ucrania».

China no tiene que construir nada, la realidad la está construyendo por sí misma. El constante avance ruso en el país 404 crea un trasfondo negativo a la pretensión de Occidente en Suiza. La cumbre occidental está en peligro. Tal vez por ello, el Secretario de Estado de EEUU, el «crotón» Blinken, está hoy en Kiev en otra visita, dando a entender dos cosas pese a los discursitos de rigor: que no pueden controlar su cumbre y que visto lo visto sobre el terreno, el país 404 no tiene más remedio que suavizar su postura, pero que eso no es debilidad de Occidente, por supuesto, sino decisión del país 404.

Esto es una parodia, pero no está lejos de la realidad.

La cosa sigue y sigue, pero la relación entre China y Rusia también. Solo en los cuatro primeros meses de este año el comercio se sitúa ya en el equivalente a los 76.580 millones de dólares (os recuerdo que el comercio entre los dos países es ya en un 92% en rublos y yuanes), un aumento del 4’7% respecto al mismo tiempo del año 2023, según las aduanas chinas. Sin ruido, sin las fanfarrias habituales que vemos en el estercolero mediático occidental, las relaciones entre los dos países se consolidan día a día en todos los aspectos. Cuando esto se publicó, la embajadora de Alemania en Beijing sacó a relucir su acendrado neocolonialismo, típico de Occidente, diciendo que «el crecimiento del comercio entre China y Rusia, y el que China no haya condenado las acciones de Rusia, pone en duda la relación de China con Alemania y Europa». No lo pueden evitar, el mundo colonial en el que han basado su privilegio se hunde bajo sus pies pero siguen amenazando. Como si fuesen algo o alguien hoy.

No lo digo yo, que también, sino que poco a poco, ellos mismos lo están viendo, pero no conviene hacer ruido sobre ello no vaya a ser que las ovejas dejen de serlo. No se ve bien la fecha, pero esto se publicó en la otra gran biblia capitalista el pasado 9 de mayo. Es curioso, una de esas biblias sacando del polvo a un pro-occidental chino con un discurso pro-occidental y la otra reconociendo lo que hay.

 

¿Y qué reconoce? Pues que «el orden mundial liberal se está desmoronando; su colapso podría ser repentino e irreversible» porque, entre otras cosas, «las sanciones se utilizan cuatro veces más a menudo que en los años 1990» y eso ha provocado que «los flujos globales de capital se están fragmentando y el dólar está perdiendo su posición como moneda de reserva estable». Todo ello, como es de suponer, tiene unos culpables: «el jefe de Estado ruso y el Partido Comunista Chino ven el orden liberal como una manifestación del puro poder estadounidense, poder que ahora está en relativo declive. Y es verdad . El sistema creado después de la Segunda Guerra Mundial protege los intereses estratégicos de Estados Unidos», por lo que no queda más remedio que intentar hacer algo de gatopardismo, reformar algo para que todo siga igual. Pero la conclusión a la que llega es determinante: la cosa ha llegado a tal punto, el descrédito de Occidente es de tal tamaño que «esto es imposible».

P.D.- La Corte Internacional de Justicia de La Haya se reúne los días 16 y 17 para ver otra vez la solicitud de Sudáfrica de nuevas medidas de emergencia contra el IV Reich sionista, antes conocido como Israel, en relación con sus ataques a Rafah y la comisión de actos de genocidio contra Palestina. La novedad es que en esta ocasión Egipto, Libia y Maldivas se han sumado a la denuncia.

(Publicado en el blog del autor, el 14 de mayo de 2024)

 

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