Palestina: El agua como arma de colonización y ocupación

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El agua como arma de colonización y ocupación — Maher Pichara Abueid

 

Rebelión – 21/12/2020

Si los sionistas pretendían crear un estado en Palestina «tan judío como Inglaterra es inglesa» como dijo Weizmann en la Conferencia de Paz de Paris en 1922, la agricultura y la relación con la tierra sería fundamental para la implantación del Estado sionista, con objetivos claros: controlar la tierra, acoger a la población migrante [judía] y expulsar a los Palestinos. La agricultura jugaba un rol ideológico en el movimiento sionista, vinculándolos con la «tierra prometida», creando los primeros Yishuv que darían paso al futuro Estado de Israel.

La geografía y climatología en Medio Oriente no es favorable respecto a la disponibilidad del agua, haciendo de la misma una de las principales causas de conflictos en la región.

El río Jordán, así como el Nilo y el Éufrates son ríos internacionales, de los cuales distintos países extraen agua. En la región, Líbano y Siria son países excedentarios de agua, mientras que Jordania, Israel y Palestina son deficitarios; sin embargo, Israel mediante la ocupación ilegal que ejerce en territorios palestinos, logra satisfacer su consumo a punta de pistola y explotaciones ilegales de las fuentes hídricas palestinas.

Se estima que para el año 2025 la situación será insostenible para estos países y, en este contexto, los recursos hídricos pasan a ser un problema de seguridad nacional para los diferentes Estados.

Los afluentes del río Jordán son alóctonos, las aguas provienen de otros territorios o estados. Desde el Alto Jordán, que en su parte superior llega hasta el lago Tiberiades, fluyen los ríos Hasbani, con un recorrido que se enmarca al interior del Líbano, el Dan y por último el Banyias, que desciende desde los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por Israel en 1967.

En la parte media, se encuentra el río Yarmouk, que nace en Siria, desembocando en el Jordán. El río Yarmouk funciona de frontera entre Siria y Jordania, Jordania e Israel y Jordania con Palestina. En el sector bajo del Jordán, su curso inferior, que trascurre por el valle del Rift, se encuentra la mayor depresión del planeta, hasta llegar al Mar Muerto, sufriendo una salinización del agua en el trayecto. Las grandes extracciones que realiza Israel al norte del caudal provocan la disminución que afecta el Mar Muerto, dejando un riachuelo sin fuerza.

«Para Israel es más necesaria el agua que la tierra», señalaba Simon Peres, ex primer ministro israelí, nacido en Polonia, que en 1996 ordenó asesinar a 102 civiles, incluyendo niños y mujeres, en el campamento de Qana. Simon Peres también recibió el Premio Nobel de la Paz.

«PERES MATÓ A MIS HIJOS»

El movimiento sionista, desde un comienzo discutía la importancia estratégica del agua: «Las fronteras (del Hogar Nacional Judío), no deberían ser trazadas exclusivamente sobre los limites históricos (bíblicos). Nuestras pretensiones hacia el norte están imperativamente dictadas por las necesidades de la vida económica moderna. Todo el futuro económico de Palestina depende de su aprovechamiento de agua para el regadío y para la producción de electricidad»Carta escrita en 1919 por Chaim Wiezmann presidente de la Organización Sionista Mundial y primer presidente de Israel, dirigida al primer ministro británico David Lloyd George.

En el año 1871 la Palestine Exploration Fund, a cargo del Mandato Británico, ya había publicado un informe señalando que la desviación del caudal del norte de Palestina al sur, podría concretar la llegada de millones de colonos a la región, posición que respaldaba el movimiento colonial sionista. Posteriormente, la colonización israelí fue fuertemente fomentada por Gran Bretaña, y entre 1922 y 1947 la población judía aumentó de 84.00 a 600.000 (liquidando la independencia prometida a los árabes si combatían al Imperio otomano), lo que generó una presión no solamente sobre la tierra, si no sobre el consumo de agua.

«Si Palestina estuviera separada del Litani, del Alto Jordán y del Yarmouk, nunca podría llegar a ser independiente a nivel económico», señalaba Chaim Weizman presidente de la organización sionista mundial al primer ministro británico Lloyd George en 1920. Ya que si pretendían crear un estado en Palestina «tan judío como Inglaterra es inglesa» como dijo Weizmann en la Conferencia de Paz de Paris en 1922, la agricultura y la relación con la tierra sería fundamental para la implantación del Estado sionista, con objetivos claros: Controlar la tierra, instalar a la población migrante judía y expulsar a la población autóctona palestina. La agricultura jugaba un rol ideológico en el movimiento sionista, vinculándolos con la «tierra prometida», creando los primeros Yishuv que darían paso al futuro Estado de Israel.

En ese contexto, durante las últimas décadas Israel ha explotado de sobremanera el Mar Muerto para la industria cosmética, produciendo millones de dólares en ganancias. Por otro lado, las pérdidas económicas infringidas al estado palestino debido a las restricciones israelíes al Mar Muerto (movimiento, construcción, agricultura, conducciones de agua, irrigación y ganado)  ascienden a 3.4 billones de dólares.

Asimismo, los colonos israelíes consumen mayores cantidades de agua que la población palestina autóctona, lo cual genera dificultad en la gestión hidrológica, sobre todo en el ámbito de la agricultura. La cuestión hídrica es y ha sido uno de los asuntos más importantes para la empresa colonial sionista. Para que Israel sea viable, necesitan de la emigración judía de todo el mundo, convirtiéndola en elemento vital para la agricultura y la industria.

Debido a ello, la Agencia Judía le encargó a Walter Clay Lowdermilk elaborar un informe publicado en 1994, con objeto de irrigar el sur de Palestina con agua del Jordán. El texto señalaba que cuatro millones más de inmigrantes judíos podían ser acogidos, siendo el problema fundamental del plan es que debía utilizar las aguas del río Litani, que se encuentra enteramente en territorio libanés. Israel, concretando el plan anterior, pondrá en marcha el Plan Siete Años que centraliza la gestión del agua en un único sistema, para suministrar las distintas necesidades agrícolas, domésticas e industriales. El mínimo común denominador fue el Acueducto Nacional del Plan Siete Años, desviando el agua del Jordán hacia el Neguev, convirtiéndose en el centro del conflicto entre israelíes y árabes.

A contrapelo de este plan, en 1952 el ingeniero Max Bunger, un americano que trabajaba en la UNRWA, presentó el proyecto de un embalse en el río Yarmuk para facilitar y afrontar el problema de los refugiados palestinos expulsados tras la Nakba que se encontraban en Cisjordania. Este proyecto permitía una correcta distribución de los recursos, junto con la generación de energía eléctrica. El plan Bunger permitía utilizar el agua del Yarmouk sin tener que dirigirla al lago Tiberiades, bajo dominio israelí, evitando la dependencia jordana de Israel.

En 1953 Siria y Jordania acordaron el reparto, basado en el plan Bunge, de las aguas del Yarmouk, que sería financiado por la UNRWA y la United States Technical Cooperation Agency. Pero debido a los reclamos, fundados en que no consideraban sus derechos por parte de Israel, la ayuda internacional fue negada producto de la presión norteamericana e israelí y Max Bunge sería relegado a Brasil.

La construcción por parte de Israel en 1953 del acueducto nacional encendió las alarmas en el mundo árabe, y entre ese año y 1956 el presidente Eisenhower envió a negociar un acuerdo regional sobre el agua a Eric Johnston, embajador especial, para tomar protagonismo en la Guerra Fría, evitar la penetración soviética y radicar a los refugiados palestinos tras la Nakba, en Jordania, en base a la agricultura, para aliviar la carga económica que soportaba EEUU para mantener a los 450.000 palestinos residentes en el Valle del Jordán. El diplomático estadounidense debía apaciguar y neutralizar la crisis.

Johnston era el encargado de sentar a las partes a negociar. En la mesa se encontraban dos propuestas opuestas que se debían resolver. Por un lado, el plan Sirio-Jordano que se encontraba dentro de las prácticas internacionales, por el cual se generarían programas de regadío, se construiría el canal del Ghor en el Jordán inferior (terminado en 1964) y la represa sobre el Yarmouk (terminada en 2011), todo esto sin desviar el curso natural del Jordán.

Por otro lado, el plan de Israel, que comenzaba la construcción del acueducto nacional expulsando a los habitantes palestinos y árabes de la zona violando los armisticios de 1948, plan que se encontraba fuera del marco legal internacional, cortando gran parte del agua dulce que irrigaban los Territorios Palestinos.

 

En el año 1954, la URSS, que formaba parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, vetó la construcción del desvío del alto Jordán, por ser un área desmilitarizada según el Armisticio de la Guerra de 1948, en donde ningún estado ejercía soberanía. El informe Johnston de 1955 proponía que, del río Jordán, el Líbano tendría una cuota del 3%, Siria un 10%, Israel un 31% y Jordania un 56%.

Johnston y sus esfuerzos fracasaron, ya que el enviado especial entendió que un acuerdo técnico de la gestión de los recursos debía ser posterior a otro de carácter político entre los Estados involucrados. El proyecto colonial sionista era incompatible con lo propuesto por Johnston, una administración en conjunto, el movimiento colonial presionaba por una gestión unilateral de las fuentes para seguir colonizando territorio palestino.

También quedó de manifiesto lo fundamental que es el agua para la seguridad nacional israelí, que tensionaría para resolver vía militar el conflicto, a tal punto que las decisiones relevantes se tomaban en un comité especial en el que participaban los ministerios de Defensa, de Exteriores, de Agricultura y Finanzas. La invasión israelí, francesa e inglesa a Egipto en 1956 enterraría la misión del embajador.

Ofensiva hídrica y diplomática

En 1963, diez años después, Israel retoma la construcción del acueducto nacional, lo que provoca que en la Cumbre del Cairo de enero de 1964 (año en que la Liga de Estados Árabes incorpora a la OLP) se decida desviar las aguas del Hasbani y del Banyas hacia el Yarmouk. La respuesta de Israel fue militar, con ataques entre 1964 y 1966 que destruyeron las construcciones árabes. En 1967, Israel destruyó una represa sirio-jordana que estaban construyendo en el Yarmouk, llamada Khaled ibn Walid. Sería la antesala y el momento oportuno para concretar la deuda de 1948: La ocupación de toda Palestina, desde el Jordán al mar Mediterráneo, con una ofensiva militar que se produciría en Junio de 1967.

Ariel Sharon, sin pelos en la lengua, lo confirma: «En realidad, la Guerra de Junio de 1967 se inició dos años y medio antes, cuando Israel decidió rechazar la desviación del curso del Jordán».

La Guerra de Junio perseguía nuevos territorios y conquistas, pero también se debe entender en la lógica del control del agua.

El ex Primer Ministro israelí, nacido en Bielorrusia, Menahem Begin, declaró a The New York Times en 1982 que, en las semanas previas a la guerra de Junio de 1967, «La concentración de tropas egipcias no probaban que Gamal Abdel Nasser, presidente egipcio, realmente fuera atacarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismos, fuimos nosotros quien decidimos atacarlos». En el mismo sentido, Mordechai Bentov, miembro del nuevo gobierno de unidad nacional en 1967, concedió una entrevista al diario Al-Hamishmar en 1971, en la cual señaló que «Toda la historia del peligro de exterminio fue inventada en cada detalle y exagerada para justificar la anexión de nuevos territorios árabes».

De esta manera, finalizando el Mandato Británico de Palestina, Israel llegó a un acuerdo con Jordania para limitar su participación militar en el frente árabe para la guerra de 1948, en la que Jordania tendría de moneda de cambio la posibilidad de apropiarse de Cisjordania. El ex presidente israelí de origen polaco, David Bengurion, llamó a este acuerdo «Bechiya lederot» que significa «Un error histórico fatal», que las generaciones futuras lamentarán. De esta manera, la Guerra de Junio supondría la corrección de dicho error.

El mapa posterior a la guerra de 1967 se configura con la ocupación israelí de los Altos del Golán (que alimenta el Tiberiades), Cisjordania, Gaza y el Sinaí. Del mismo modo, Israel ocupó todas las riberas sirias del lago Tiberiades y del Yarmouk, las fuentes del Banyas, los acuíferos montañosos de Cisjordania y sus napas subterráneas. En 1978 y 1982 Israel, aprovechando la guerra civil interna que sufría el pueblo libanés, invadió el sur del Líbano, pasando a controlar otro tributario del río Jordán, el Hasbani, junto al sector alto del río Litani. Con ello, pasó a dominar por completo el sector superior del Jordán; no obstante, el año 2000 Israel se retiró del Líbano (excepto de las Granjas de Sheba) debido a la resistencia libanesa.

Recién finalizada la Guerra de 1967, Israel dicta el Decreto Militar n°92, que declara «Recursos estratégicos bajo control militar» los acuíferos de Cisjordania (Territorios Palestinos Ocupados) y sus fuentes hídricas. Esta orden de la Autoridad Civil de la ocupación israelí en los Territorios Palestinos, se apropiaba de los recursos hidrológicos, junto con la información y datos sobre el agua en los Territorios Palestinos, explotando las fuentes de las capas freáticas costeras, al igual que los acuíferos montañosos de Cisjordania. Lo anterior cobra relevancia cuando se considera que las aguas usurpadas a los árabes por Israel entre 1967 y 1978 representan el 40% del total de agua consumida en Israel. De esta forma, la Guerra de Junio de 1967 generaría los recursos hídricos suficientes para abastecer las colonias construidas en territorio ocupado, expandiendo su ocupación y asegurando una agricultura estable para asentar a los colonos.

«La única cuestión que podría llevar a Egipto de nuevo a la guerra sería el agua», declaraba el presidente egipcio Anuar Sadat en 1979.

A principios de la década de los noventa, en la Declaración de Principios de los Acuerdos de Oslo del 13 de septiembre de 1993, se buscaron fórmulas para la cooperación mutua sobre la extracción de recursos hídricos. En el anexo 3 de la Declaración se establece un programa de desarrollo de recursos hídricos entre ambas partes, junto con la utilización equitativa del agua. El anexo 4 versa sobre el desarrollo regional, como la creación de un canal que una el Mar Mediterráneo con el Mar Muerto, refiriéndose a proyectos de desalinización, desarrollo agrícola y la prevención de la desertificación.

Posteriormente, en los Acuerdos del Cairo de 1994, tratando de aterrizar y materializar la Declaración de Principios del año anterior, se evidenciará la correlación de fuerzas entre ambas partes. En El Cairo, se establece que la Autoridad Palestina no tendrá jurisdicción sobre los Territorios Palestinos ocupados, ilegalmente, por Israel. Más aún, se estipula que los recursos que se encuentran en dicho territorio no podrán ser administrados por la Autoridad Palestina, y que Mekerot (empresa nacional de agua israelí) suministrará agua a las colonias y recintos militares. El párrafo 31C tipifica que la Autoridad Palestina debe pagar a Mekerot el agua que le entregue, teniendo en cuenta que estos recursos provienen de su propio territorio, quiere decir que Palestina debe pagar por el agua de su propio subsuelo. Hoy en día, Mekorot suministra a Cisjordania un 53% del agua de uso doméstico. Los palestinos administran el 20% de las fuentes subterráneas, mientras que Israel administra el 80%.

En junio de 2002 el Estado de Israel comenzó a construir un Muro de 723 kilómetros de largo y 8 metros de alto con cercos eléctricos, trincheras y patrullas. La justificación declarada por Israel fue prevenir ataques terroristas; pero, lo que omite este pretexto, legitimado por la Corte Suprema israelí, es que anexa gran parte del territorio fértil palestino de Cisjordania, junto al acuífero occidental, la fuente más grande subterránea de Cisjordania.

Un 85% de la construcción del Muro se encuentra en territorio palestino, forzando a 60 comunidades palestinas, en las que viven 190.000 personas, a tomar desvíos y caminos mucho más largos. Por ejemplo, el Muro anexa el 72% de la aldea Jayous, y dentro de ella, 7 pozos subterráneos; mientras que, en Qalqiliya, 19 pozos fueron anexados, lo que representa el 30% del suministro de la ciudad. En ese contexto, la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia, publicada el 9 de julio de 2004, concluye que la construcción del Muro es contraria al derecho internacional.

El Muro es un claro ejemplo del control que ejerce Israel sobre los recursos hídricos palestinos y la necesidad de mantenerlo. En 1990, el Ministro de Agricultura de Israel señaló: «Si renunciáramos a la vertiente occidental de las colinas de Judea y Samaria (Cisjordania), se crearía una situación a través de la cual el abastecimiento de agua a nivel nacional para los israelíes podría ser definido por las acciones de cualquier autoridad árabe. Es difícil concebir cualquier solución política coherente con la supervivencia de Israel que no implique el control completo y continuo de los sistemas de agua y alcantarillado por los israelíes». Se puede apreciar que estas palabras del Ministro, expresadas en 1990, sintonizan con las de Weizmann en 1920.

Atraso forzado, progreso vetado

En mayo del 2015 el parlamento israelí propuso un proyecto de ley que establecía la aplicación de la ley israelí y su jurisdicción en el Valle del Jordán. En esta misma lógica se inserta el acuerdo del siglo, seguir colonizando territorio palestino, dentro de ello el valle del Jordán. El 92% del Valle del Jordán se encuentra ocupada por Israel, negando el acceso a los palestinos. 37 son los asentamientos ilegales que se encuentran en el Valle.

Distintos informes internacionales han evidenciado los perjuicios, y el deterioro de la vida de los palestinos producto de los impedimentos y restricciones que establece el estado ocupante. El informe del PNUD señala: «Aunque solo posean el 13% de los pozos de Cisjordania, los colonos son responsables del 53% de las extracciones subterráneas». Para el año 2005, en Gaza un colono israelí consumía 1.000m3 de agua por año; un colono israelí en Cisjordania, 630m3; un civil israelí, 350m3 y un palestino, 52m3.

Así, un colono israelí en Gaza se hidrataba 20 veces más que un palestino. Para el año 2020, Gaza ya se ha declarado un lugar inhabitable, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas. En la actualidad Israel consume 900m3 de agua por habitante al año, los jordanos consumen 350m3 y un palestino tiene permitido 100m3 al año, cobrándole un valor que alcanza 5 veces el normal. El consumo por persona en Cisjordania y en Gaza es de 60 litros al día, mientras que en Israel es de 280 litros.

Respecto a la economía palestina, la agencia de la ONU decreta que Israel tiene la obligación legal de indemnizar a palestina los costes económicos que han causado las cinco décadas de ocupación ilegal, según el informe de La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) Por la obstrucción de la actividad economica, del progreso y desarrollo, las operaciones militares en suelo palestino, la restricción de movimiento de y hacia Gaza, el degradamiento del turismo y la prohibición de acceso a las tierras agrícolas, la pesca y los recursos naturales. Los palestinos no pueden construir o perfeccionar sus fuentes y obras para la extracción de agua, mientras Israel extrae y confisca el 82% del agua subterránea de los palestinos violando la Declaración de Principios firmada en 1993.

La Jurisprudencia del tribunal europeo en Derechos Humanos referido a la ocupación turca del norte de Chipre, y la decisión del consejo de seguridad de la ONU de la obligación de Irak de compensar a Kuwait, queda «Bien anclado en el derecho internacional y en precedentes» la obligación impuesta a Israel. La UNCTAD señala que la falta de acceso de los palestinos a la zona C, que constituye el 60% de Cisjordania, genera un costo a la economía palestina de un 35% del PIB y cerca de 1.000 millones de dólares perdidos en tributos por cobrar. La misma agencia indica que el 3,6% del PIB o el 17% de los ingresos públicos palestinos totales van al Tesoro israelí en lugar de las arcas fiscales palestinas. Ese dinero que va al tesoro israelí podría generar 10.000 empleos adicionales al año, junto con aumentar un 4% el PIB anual de los territorios ocupados manifiesta el informe de la UNCTAD. 85% de los recursos marinos en Gaza se encuentran prohibidos por Israel, generando graves perjuicios a los pescadores artesanales palestinos. La misma agencia señala que el PIB palestino real per cápita sería el doble actualmente si no existirán tales abusos israelíes.

El informe de la Conferencia Internacional del Trabajo, OIT, en 2014 expresa: «Las políticas israelíes aplicadas en la ribera occidental apoyan los asentamientos y su continua expansión, mientras que los palestinos deben afrontar restricciones de circulación y de residencia, la escasez de la tierra y el agua, la demolición de la infraestructura y las viviendas, los desplazamientos y la violencia de los colonos. La ley civil israelí se aplica a los israelíes que viven en la Ribera Occidental, en cambio a los palestinos se les aplica la ley militar«.

Fuente: https://www.eldesconcierto.cl/sociedad-colaborativa/2020/12/18/opinion-el-agua-como-fuente-de-colonizacion-y-ocupacion.html

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