Fuente: https://www.afribuku.com/pajaro-negro-vas-a-volar/
Pájaro negro, vas a volar
Blackbird’ (pájaro negro) oficia de carta de presentación de Marco Motta, creador y activista de origen brasileño que transgrede géneros a través de una propuesta de circo sensible, aunando acrobacia, danza y contestación política.
Autora: Guadalupe Díaz Iglesias
Contorsionista y acróbata, Marco Motta es un autodidacta que parece haberse propuesto sublevar el arte del circo y la danza, experimentando y fusionando la capoeira, el breakdance y técnicas circenses como la acrobacia aérea con cintas. Su primer espectáculo, ‘Blackbird’, curado por ‘africa moment’ y presentado en el Circo Price el 18 de mayo pasado, constituye una suerte de manifiesto político y creativo, a través del cual Motta, ganador de diversos premios internacionales de circo, como el Festival Mondial du Cirque de Demain o el Festival Iberoamericano de Circo, pretende rehumanizar los cuerpos negros y romper el ciclo de los hombres africanos vistos únicamente como mano de obra en trabajos precarizados.
La escenografía, simple, se compone de un espacio circular delimitado por lo que simulan ser rocas y, al fondo, una especie de telaraña tubular de tres metros de altura que culmina en lo alto con una cúpula que recuerda a una vieja carpa de circo ambulante, lo que viene a anunciar que, aunque no se trata de un espectáculo de circo al uso, aquel toldo de fondo hace de esqueleto-emblema del origen colonial del circo. Recordatorio de un decorado en el que el cuerpo negro ha sido históricamente deshumanizado, estigmatizado y torturado. Marco Motta sitúa todo el espectáculo fuera y delante de esa estructura, de ese cadáver, pone su cuerpo en el centro y, por medio este acto, declara la caducidad de este legado y reclama una nueva era en el arte circense.
Mientras los espectadores esperan el inicio de la obra, un sonido de canto de pájaros, leve, pinta el ambiente sonoro y nos pone en situación. Los focos proyectan unas formas verdes en el suelo que hacen pensar en maleza o follaje selvático. En el centro, en la parte anterior de la escena, una barra metálica sostenida en vertical por un sistema de cuerdas se muestra como el que será uno de los elementos centrales con los que jugará el acróbata durante el espectáculo.
Los tres músicos que lo acompañan salen a escena agitando suavemente unas maracas hasta que toman asiento. A las maracas, siguen unas distorsiones eléctricas que preceden la salida a escena del hombre-pájaro tocando un cuerno marino Poco a poco, en medio de contorsiones, pasos que anuncian progresivamente el inicio de una danza, como si fuera el artífice de la metamorfosis del ruido en música, atravesado por las ondas sonoras, cambia de instrumento, toma una trompeta y guía el proceso de transformación del hombre-pájaro en hombre. Se desprende de sus plumas y se deshace de la máscara.
Comienza entonces otra fase en este proceso en que el acróbata juega con la barra, como si el pájaro en él luchase por volar, por retomar el cielo. Pero de lo alto de la barra, lo que toma son unas zapatillas, el hombre se viste y se identifica con la corporalidad acrobática, la conquista del suelo que, sin embargo, no puede ser sin la toma, de lo alto -nuevamente- de la barra, de la última pluma suelta, de lo que queda de su “pajaridad”.
A lo largo de la obra, acompañado por tres músicos a través de los distintos momentos-movimientos que atraviesa esta lucha por la conquista del propio cuerpo, el bailarín se contorsiona y se vale de contados instrumentos que le sirven para identificar la lucha, en sí mismo, de estos dos seres que lo habitan. La lucha del humano por conquistar el medio y del ave por liberarse, soltar el cuerpo de sus ataduras. Dislocado en el suelo, dejándose colgar de los pies por cuerdas, nos hace partícipes del dolor de aquel que se siente extranjero en su propio cuerpo, que no es dueño de sus movimientos.
Esta prisión del cuerpo es una manera para el autor de exorcizar su encarcelamiento en el CIE de Aluche y de hablar metafóricamente de la experiencia de ser negro Europa. Como él mismo dice, hay algo en el circo y en ver un cuerpo contorsionarse, un brazo dislocarse, que hace que el espectador sea sensible a lo que ve. Y es que el hombre-pájaro no es una criatura cualquiera, sino la manifestación escénica del dolor de los cuerpos oprimidos, la conmoción del hombre ante el sufrimiento solitario de las identidades que son negadas y un reclamo de libertad para todos los cuerpos.
‘africa moment’: plataforma para la vanguardia y la experimentación escénicas en Barcelona
Artífice de la presentación de ‘Blackbird’ en Madrid el pasado 18 de mayo, ‘africa moment‘ es una asociación fundada en 2016 por el artista y arquitecto camerunés Ángel Foulla en Barcelona. Bajo la dirección artística y comisariados por la coreógrafa Aida Colmenero Díaz, los encuentros de artes escénicas de este colectivo nacen en 2017 con el objetivo de acercar a nuestro territorio y promover espectáculos innovadores, propuestas y discursos radicales procedentes del continente vecino y sus diásporas para combatir el racismo que reina en las artes escénicas y, por ende, en nuestras miradas sesgadas. Con una perspectiva de género y a través de la danza, el teatro, la música y el circo, una de las metas centrales de estos encuentros internacionales, cuya sexta edición tendrá lugar en diciembre de 2022 en Barcelona, es la de desestigmatizar el cuerpo negro y liberarlo de prejuicios y miradas exotizantes poniendo de relieve las creaciones de jóvenes artistas que, justamente a través de su cuerpo, cuestionan un espacio escénico dominado por cuerpos y narrativas eurocéntricas y occidentales.
Este proyecto ha ido evolucionando y se ha consolidado como una agencia de producción y distribución, consultoría y comisariado artístico y docente para festivales, teatros e instituciones culturales, dando a conocer en España espectáculos premiados internacionalmente y artistas inéditos, (cabría mencionar Quartiers Libres de Nadia Beugré, And so you see… de Robyn Orlin & Albert Khoza o Re:incarnation de Qudus Onikeku, los tres galardonados con el premio de la Crítica Catalana de Artes Escénicas en 2020, 2021 y 2022 respectivamente), cuyos trabajos participan de este cuestionamiento al privilegio blanco y el colorismo en los espacios creativos e invitan a la reflexión sobre la negritud, la identidad y la representación del cuerpo negro en el arte.