Luciérnagas. Del siglo de las luces al romanticismo

Fuente: Portal Libertario OACA                                                     31 Aug 2021 05:21 AM PDT

A lo largo de los siglos han surgido individualidades que aportaron la esencia de su conocimiento al común, que destacaron de manera extraordinaria en el grupo, por ejemplo, como sucedió en El Siglo de Oro español de las artes y las letras que fue un periodo histórico-cultural que transcurrió en algo más de siglo y medio, del XV hasta mitad del XVII y su inicio coincide con el descubrimiento de América que finalinalizó con el fallecimiento de Calderón de la Barca, a quien se considera como su último componente. Ellos son Miguel de Cervantes, Luis Góngora, San Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Francisco de Quevedo, Tirso de Molina, Lope de Vega y Calderón de la Barca. La siguiente y de momento última referencia de otra generación extraordinaria en España es la llamada Generación del 27 en el siglo XX que interrumpe y disuelve la guerra civil española en 1936 cuando estaba considerada la vanguardia cultural; algunos de sus miembros fueron galardonados años después con el Premio Nobel de Literatura, con destacadas figuras en las artes reconocidas internacionalmente. Algunos de sus componentes fueron profesores en diversas disciplinas académicas en universidades americanas donde ejercieron la docencia en el exilio tras la guerra y otros se amoldaron a las nuevas circunstancias con mucho o poco entusiasmo bajo el régimen franquista.

GENERACIÓN DEL 27

Rogelio BuendíaPedro SalinasValentín Andrés, Juan Guerrero Ruiz,Jorge Guillén, Antonio Espina, Mauricio Bacarisse  Rafael LaffónJuan LarreaAntonio de LaraGerardo DiegoAgustín EspinosaAmado Alonso, Miguel Valdivieso, José Fernández Montesinos, Josep Moreno GansFederico García, Juan José Domenchin, Vicente Aleixandre, Concha Méndez, Dámaso Alonso, Rosa Chacel,  César Arconada, Rafael Porlán,  Emilio Prados, Paulino Masip, Edgar NevilleRafael Dieste, Ernesto Giménez Caballero, Francisco Madrid, Juan Chabás, Guillermo de TorreAlejandro Collantes de Terán, Enrique Jardiel PoncelaPedro Garfian, Ramón J. Sender, Andrés Carranque de Ríos, Luis Cernuda, Pedro Pérez-Clotet, Rafael Alberti, Felipe AlfauAgustín de Foxá, Alejandro CasonaAntonio Oliver, Max Aub, Luis Amado-Blanco, María Teresa LeónJosé López Rubio, José María Hinojosa,  Joaquín Romero MurubeJosé María Souvirón, José María LuelmoMaría Zambrano, Juan Gil-Albert, Luisa Carnés, Ernestina de Champourcin, Miguel MihuraPedro García Cabrera, Emeterio Gutiérrez Albelo, Manuel Altolaguirre, Francisco Ayala, Gustavo DuránJosefina de la TorreEnrique Moreno Báez, Rafael de LeónMaría Dolores Pérez EncisoMiguel Hernández.  Pintura y Escultura: Salvador Dalí, Remedios Varo., Ángeles Santos Torroella, Benjamín Palencia, Maruja Mallo, Gregorio Prieto, Manuel Ángeles Ortiz, Ramón Gaya, Gabriel García Maroto.  No es habitual que se concentre tal cantidad de calidad, de talento, de una sola vez por eso son eclosiones extraordinarias, distantes en el tiempo entre sí en una dinámica que determinan las circunstancias envolventes externas de las épocas que se producen, la cual se acorta en el tiempo a medida que nos vamos sofisticando y crecemos por el conocimiento acumulado.

Retrato de un hombre, Maruja Mallo

También se relaciona a esta generación pese a pertenecer a la generación del 39 al poeta alicantino de Orihuela, Miguel Hernández, por la amistad e inquietudes que vivió con ella, especialmente con los Nobel de Literatura Vicente Aleixandre y el poeta chileno Pablo Neruda quien recuerda en sus memorias, «Confieso que he vivido», menciona entre las anécdotas compartidas juntos que nunca vio otros ojos tan planetarios y luminosos como los de Miguel. Murió en el penal de su pueblo alicantino Orihuela de tuberculosis. La acompañó a su mujer, Josefina Manresa, el poeta Vicente Aleixandre que veló con ella el cadáver consumido de su querido amigo. A Miguel le fue conmutada la pena de muerte, pero cuando la enfermedad ya estaba muy avanzada. Falleció a los treinta y tres años sin que se pudiera hacer nada por él. Los continuos traslados a los que fue sometido, posiblemente, favorecieron la gravedad en aquellas prisiones de exterminio, insalubres y hacinadas de la inmediata posguerra donde el mero abandono de los presos republicanos, fue otra manera más de deshacerse de los perdedores en plena efervescencia de los vencedores.

LA ILUSTRACIÓN

El siglo XVIII fue el de La Ilustración, una eclosión cultural de ámbito continental que principalmente destacó en Europa en  Inglaterra, Francia y Alemania de manera más influyente. La Ilustración tuvo su inicio en Inglaterra como prólogo donde se detectan los primeros síntomas de su advenimiento.  Representada por John Locke, Issac Newton Hume en 1688, después de la revolución inglesa, momento en que comienzan las profundas reformas, entre ellas la prohibición del catolicismo y del pensamiento ateo. Este movimiento crítico tuvo como objetivo limitar el poder a los credos religiosos, especialmente el católico que ocupó el terreno político en la corte como consejeros de reyes y reinas hasta ser parte de la aristocracia. También en la corte francesa, ambas llegan por revoluciones y de manera más beligerante y fanática en la española. Con la revolución francesa de 1789 se proclamó el Tercer Estado en la Asamblea Nacional y tuvo su fin con el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, de 1799 hasta 1813.

El movimiento de La Ilustración supuso un cambio social y cultural en las naciones implicadas que nace de la burguesía por una minoría de intelectuales; la  denominada Burguesía Culta, cuyo objetivo fue potenciar el desarrollo cultural de la sociedad y a través del conocimiento despertar las conciencias del común para combatir a la ignorancia que nos hace esclavos del dominio inhumano. La necesidad de crecer y desarrollarse como individuos fue la emancipación social del movimiento ilustrado.  Los principales componentes que lo configuran son el filósofo Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot, d’Alembert, Buffon, Quesnay, Du Plessis y Condillac. Además, figuran Gresset, Marivaux, Marmontel, Vien, La Condamine, Raynal, Rameau, Mademoiselle Clairon, Hènault, Choiseul, Bouchardon, Soufflot, Saint-Lambert, el Conde de Caylus, Felice, el barón de Aulne, Malesherbes, Maupertuis, Mairan, d’Aguesseau, Clairault, la condesa de Houdetot, Vernet, Fontenelle, el duque de Nivernais, Crébillon, Duclos, Helvétius, Vanloo, Lekain, Lespinasse, Boccage, Réaumur, Graffigny, Jussieu y Daubenton. Voltaire estrechó lazos en Inglaterra al poder elegir dónde pasar sus tres años de su destierro, con lo que pudo profundizar y conocer de cerca su cultura. Estudió a sus grandes intelectuales Locke, Newton y Hume y se relaciona con la élite de ese periodo.  A su regreso, propagó el Enciclopedismo, una corriente ilustrada que nace orientado como método para la ciencia. Es muy significativo el espíritu ilustrado que en las siguientes referencias  hace Voltaire de la historia en su obra más destacada, El siglo de Luis XIV, sobre el movimiento de La Ilustración: “No sólo queremos escribir la vida de Luis XIV, sino que nos proponemos desarrollar un plan más vasto: deseamos referir a la posteridad, no las acciones de un hombre, sino al espíritu de los hombres del siglo más ilustrado del mundo”. “Todas las épocas han producidos héroes y políticos, todos los pueblos han atravesado revoluciones; todas las historias son parecidas para el que sólo se fija en los hechos; pero para el que medita, para el que filosofa, sólo han existido cuatro siglos en la historia de la humanidad, cuatro épocas en que las artes se han perfeccionado, y que constituyen las cuatro edades de la grandeza del espíritu humano, que deben servir de ejemplo a la posteridad.” Un espíritu ilustrado; crítico y constructor que exige adquirir por uno mismo el conocimiento sin que tenga que intervenir en esa inquietud, otro. La Ilustración dice: Estamos obligados a aprender y a aprehender lo aprendido por nosotros mismos pues estamos dotados para ello. La ignorancia empobrece aún más las vidas si se alimentan de supersticiones. Los ilustrados quieren que los individuos sean alumnos, aprendices y se hagan maestros de sí mismos. El conocimiento nos hace libres y libertarios. “No deben los lectores esperar encontrar en esta obra como en los cuadros de las obras precedentes, detalles minuciosos de las guerras, de los ataques, de ciudades tomadas y vueltas a tomar por las armas, cedidas o devueltas por medio de tratados. Muchísimas circunstancias que son interesantes para los contemporáneos, desaparecen ante los ojos de la posteridad, que sólo ve los grandes acontecimientos que fijan el destino de los imperios. Todo lo que sucede no merece la pena de escribirse. Sólo referiremos en esta historia lo que merece llamar la atención en todos los tiempos, lo que sirva para pintar el genio y las costumbres de los hombres, que aproveche para su instrucción y para inspirarla amor a la virtud, a las artes y a la patria”. Fuente: metahistoria.com/voltaire-y-la-ilustracion/

España tampoco fue ajena a La Ilustración, el ministro Gaspar Melchor de Jovellanos fue un ilustrado español; fundador del Instituto de Estudios Asturianos puso especial relieve en la enseñanza de la Naturaleza y de las lenguas modernas. Intentó realizar varias reformas, pero nunca pudo llevarlas a cabo en el reino de Carlos III. La única inspiración que nació de la ilustración más prominente fue la Escuela Universitaria que impulsó el movimiento cultural con objetivos más artísticos, científicos y humanistas que políticos y sociales. En España, no hubo revolución que la impulse como en Inglaterra y Francia; en Alemania, sin embargo, fue más tardía y contaron con mejor ventaja en ese sentido que las anteriores experiencias. España, además, aunque estaba muy cerca de desaparecer, la Inquisicióseguía  activa. Surge con los reyes católicos en 1478 y tuvo su fin de terror en 1834. La Ilustración española convivió con La Inquisición quien se mantuvo después de casi cuatro siglos de sembrar el terror, de sacramentar el miedo en la sociedad española. Mientras, en Inglaterra y Francia es impulsada con las reformas emprendidas tras las respectivas revoluciones, en la España de Carlos III el santo oficio perseguía a quienes tuvieran en su poder libros prohibidos como sucedió en el caso del ilustrado español Pablo Olavide. Fue persona de confianza de Carlos III y realizó trabajos importantes bajo su tutela. Pero Olavide cayó en desgracia, posiblemente por recelos de los cortesanos que conspiraron para poner al rey en su contra. Además, se vio obligado a huir a Francia cuando le informaron que la Inquisición iba a capturarle acusado de ser traficante de libros prohibidos. Según sospechan algunos historiadores el rey era el único que pudo impedir su destino, pero no lo hizo. Quien sí pudo hacer algo por él y lo hizo fue su heredero Carlos IV como veremos. La biblioteca de Pablo Olavide fue la más importante del Madrid del XVIII. Nació en el Perú colonial, hijo de navarro y madre criolla fue educado por los jesuitas. Amigo y huésped de Voltaire, testigo presencial del estallido de la Revolución Francesa en 1789, donde se ocultó en un pueblo francés de esos que no aparecen en los mapas aterrorizado por si daban con su paradero los inquisidores. La sombra del santo oficio todavía era larga y siniestra. A la muerte de Carlos III su sucesor Carlos IV lo liberó de todas las causas inquisitoriales y ordenó que le fuera concedida una pensión vitalicia. Hoy, en el primer cuarto del siglo XXI, ser español no representa el origen verdadero ni el pasado milenario de la Península Ibérica. Tal vez, ese desajuste histórico sensible al tacto social sobre el término se deba más que nada a la falsificación histórica de nuestro verdadero pasado que tensiona y despierta las pasiones de los nacionalismos territoriales contra el nacionalismo español que aún no reconoce la evidencia de nuestra verdadera raíz de tribus, etnias y pueblos que han compartido un territorio común durante milenios y de ellos, casi un milenio, ochocientos años en  los que otras culturas sumaron más diversidad a nuestro origen diverso. Cuando escucho, sobre todo a algunos políticos desinformados, ignorantes o meros provocadores oportunistas que sacan rédito con la crispación, obscena, hablar en sus discursos parlamentarios de los territorios ibéricos con expresiones tales como “separatistas”, “romper España”, “independentistas”, o de nacionalismo español que no emerge hasta hace poco más de dos siglos, me doy cuenta con tristeza que no conocen y mucho menos comprenden la tierra en la que viven. No se paran a pensar que  nuestra verdadera riqueza es esa diversidad que ofrece algo qué compartir, que nos hizo como somos y el hecho de que a día de hoy se manifiesta ese origen y está presente en nuestra manera de gobernarnos como un territorio de pueblos, precisamente, en la actualidad  es el de una sociedad plural donde se configura el país con gobiernos territoriales autonómicos. Me pregunto si no es suficiente esta evidencia de la realidad que nos mueve. Por cierto, fue Voltaire quien dijo a Pablo de Olavide: “Vos y cuarenta como vos necesita España”. ¿Lo dijo porque eran pocos…?  Según el poeta Antonio Machado en un poema de Campos de Castilla, al respecto, nos dice: «De diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Nunca extrañéis que un bruto se descuerne luchando por la idea.» La Ilustración española estuvo sometida a los poderes religiosos censores de la iglesia católica, sin embargo, en los países ilustrados occidentales pusieron límites a las supersticiones religiosas y debilitaron su influencia al no permitir que formasen parte del Estado. En España la vigilancia social que impuso La Inquisición  a todos aquellos que tuvieran en su poder libros prohibidos que figuraban en su lista negra. En definitiva, la ilustración no pudo surgir en tierra baldía como la inquisición que chocaba directamente con el espíritu ilustrado, crítico, tolerante y evolutivo. En España se redujo a las investigaciones  en la ciencia, las humanidades y al arte y las letras. La sociedad española pobre, analfabeta y maltratada aún no estaba decidida a morir por una revolución como en Inglaterra o Francia con reformas orientadas en cultivar las conciencias de la gente, más bien todo lo contrario por la represión de la inquisición y su fanatismo intransigente donde no tuvo cabida su luz de sabiduría entre las tinieblas de la oscuridad. La dinámica evangelizadora en los territorios colonizados de ultramar por parte de la iglesia católica fue inhumana se quedó grabada a sangre y fuego en la memoria de la gente por sus acciones malignas. En Inglaterra, Francia y Alemania, la única evangelización que se contempló fue la docente que ilumina y sólo favorece el crecimiento del individuo y su colectivo. Las naciones ilustradas por su propia inercia evolucionaron imparables sin prejuicios ni complejos. Por este motivo se considera que fueron estas tres naciones las más activas de la ilustración, el siglo de las luces. Por lo tanto, La Ilustración fue un movimiento social casi inexistente en España, en mí opinión, en  la sociedad española no pudo encontrar ese lugar donde despertar, probablemente, por el atraso de la sociedad en los casi cuatro siglos que estuvo vigente la inquisición que la mantuvo sometida y cuyos efectos perduran en las siguientes generación, en su memoria colectiva hasta el día de hoy. Son poco más de dos siglos los que nos separan de sus tinieblas. Podemos decir que la inquisición impidió que se dieran las circunstancias para que surgiese cualquier movimiento transformador.  “En la fachada atlántica destacaron Sevilla y Galicia. En la primera el grupo ilustrado más destacado se formó en torno a la tertulia del Alcázar organizada por el intendente Pablo de Olavide, nacido en el Virreinato de Perú, y que, según Domínguez Ortiz, «fue durante algún tiempo el núcleo ilustrado más importante de España». A ella asistieron Cándido María Trigueros, Antonio de Ulloa y un joven Jovellanos recién nombrado oidor de la Audiencia. Disuelta la tertulia, su herencia fue continuada por los ilustrados de las dos últimas décadas del siglo como Marchena, Lista, Reinoso, Mármol o Blanco White, cuya actividad se adentra en el siglo XIX. A pesar de que en Sevilla y en Andalucía en general hubo fuertes resistencias al movimiento ilustrado, como la del Padre Ceballos, autor de La falsa Filosofía, crimen de Estado; el Padre Alvarado que escribió con el seudónimo de El filósofo rancio; o fray Diego de Cádiz, famoso por sus sermones anti ilustrados.” “En Galicia los centros ilustrados fueron Santiago de Compostela y los puertos marítimos, y sus propuestas fueron muy moderadas, como el Discurso crítico sobre las leyes y sus intérpretes de 1756 a 1770 de Juan Francisco de Castro Fernández, Estorbos y remedios de la riqueza de Galicia en 1775 de Francisco Somoza de Monsoriu o la Descripción económica del reino de Galicia en 1804 de Lucas Labrada. No fue el caso de Vicente del Seixo que tuvo problemas con la Inquisición por su Origen de la tolerancia en 1788 y con la autoridad civil por Ensayos para una instrucción de la juventud española en 1797 que acabó prohibiendo su difusión”. En estas eclosiones históricas y culturales a las que hago referencia al comienzo de este escrito, la calidad y el talento van de la mano de la cantidad, afloran en su momento como un manojo de voluntades que ofrecen una corriente nueva, un movimiento que libera a la sociedad de su estancamiento, del inmovilismo En todas ellas se encuentran individualidades que son consideradas referencias de su tiempo; amapolas entre el trigo, luciérnagas que compartieron su luz expansiva y única sobre el claroscuro, que son  punto de inflexión en su presente y una influencia positiva para el porvenir. Seres de luz en el Siglo de las Luces.La Ilustración alemana que se inició en su su edad temprana o primera etapa, tuvo como fuente inspiradora el pensamiento del filósofo Inmanuel Kant quien dejó en ella la huella de gran parte de su relato: «La Ilustración significa el abandono del hombre de una infancia mental de la que él mismo es culpable. Infancia es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia es culpable cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena. –sapere aude-, -¡Atrévete a saber!-. He aquí la divisa de la Ilustración.» Eclosiona con las referencias  de la inglesa y la francesa y con su principal objetivo común del espíritu ilustrado: la emancipación social a través de la cultura enseñando al que no sabe y, sobre todo, ser maestro de sí mismo sin depender de otros. A crecer y desarrollar la inteligencia para no ser arrastrados por las supersticiones y los engaños sociales. Ese es el espíritu que impulsaron quienes tuvieron el privilegio de tener acceso al conocimiento que estaba en manos de la burguesía y la aristocracia. De esta élite social hubo una minoría a la que se conoce como  burguesía cultaLos principales intelectuales de la ilustración alemana son Christian Wolff y Ehmprain Lessig, que difieren en cuanto a los objetivos que persiguieron:

Para Wolff, “la filosofía es la ciencia de todas las cosas posibles y sus causas” y se divide en cuatro campos de estudio que son Ontología, Cosmología, Psicología y Ética.

Para Lessing, lo esencial, sin embargo, son los campos de estudio del conocimiento: la Historia y la Naturaleza.

Goethe, Scheller, Alexander y Wilhelm von Humboldt

Jena, 1797

El dinamismo que desató la ilustración en la sociedad alemana fue transformador y constructivo; rechaza las revoluciones como medio para alcanzar los derechos necesarios y opta como alternativa para ello de la inspiración por la cultura y la armonía evolutiva que se observa en la propia naturaleza elevarse hasta el cosmos, hacia un Todo. Con el Romanticismo que entra en escena y releva a la ilustración en el último cuarto del siglo XVIII, se restablece el sentimiento sobre el sentido que desterró el rigor de la razón ilustrada.  Alemania diseñaba las reformas de su sistema educativo que se inicia a final del siglo XVIII que es configurado y concluye a lo largo del siglo XIX. Esta herramienta de progreso contribuyó, con el tiempo, a que surgieran algunas de las mentes más relevantes del pensamiento humano. En esta ocasión la calidad se concentra en unos pocos individuos que logran alcanzar con sus ideas y obras literarias resultados de avances en las cuestiones existenciales y, por lo tanto, sociales. El Romanticismo se opone al sentido excluyente del sentido que se hereda de la rígida y cientificista razón ilustrada sugiriendo un equilibrio entre sus respectivas pretensiones que define al espíritu del romanticismo como  movimiento cultural que recupera todo aquello que La Ilustración consideró no existente si pertenece a lo improbable; la soberbia del racionalismo que no exime lo incomprensible motivada con la propia ignorancia. Si las dudas son la antesala de todas las respuestas, lo serán también en cualquiera de los movimientos que se den pero, detengámonos en este corto periodo de tiempo fronterizo entre siglos para conocer el origen de su porqué y quiénes fueron sus principales exponentes: Johann Wolfgang Goethe,  Friedrich Scheller y los hermanos Wihlien y Alexander von Humboldt. Los dos primeros, Goethe y Schiller, están considerados como los más importantes dramaturgos alemanes y los hermanos Humboldt, el mayor Wihlien, como gran estudioso de las lenguas, hombre del Estado prusiano, fue ministro, y el primero en defender a la nación del Estado al poner límites sobre cuáles han de ser sus funciones. Fue también uno de los reformadores del sistema educativo alemán. Alexander, la academia  de la francesa de la ciencia, le define como «el nuevo Aristóteles»; para no olvidarse de alguna de sus virtudes intelectuales de las que es ejemplo y voz nueva en los numerosos hallazgos para las ciencias en el Nuevo Mundo,es mejor decir simplemente que fue un polímata. Expedicionario y aventurero, Alexander fue el verdadero descubridor de América pues aunque fuese Cristobal Colón quien se encontró primero con el continente, hasta la primera expedición de Humboldt y más tarde y breve la expedición de Darwin, sólo se conocía del continente en tres siglos poco más que su litoral. Humboldt catalogó plantas, insectos, animales. Cartografió mapas de los nuevos territorios y sus mares. Conoció a los pobladores de aquellas tierras que entonces eran colonias españolas. Por cierto, la Corte de España le facilitó todos los permisos y autorizaciones  que necesitó para la expedición, como era de esperar, pues aquel acontecimiento suponía lo que hoy es un viaje a Marte. Estos cuatro intelectuales representan la vanguardia cultural y científica de su tiempo y de muchas generaciones en las que influyeron; e influyen en las actuales y a buen seguro en las generaciones futuras. Para el filósofo alemán Friedrich Nietzsche: “Goethe es todo él una cultura, un fenómeno único e irrepetible, un incidente sin consecuencias”. Otro comentario de Nietzsche que da muestras inequívocas de su admiración y respeto es el referente a Conversaciones con Goethe de Eckermann, cuando dijo ser, “el mejor libro alemán de cuantos existen.”  De hecho, creo que fue el único filósofo compatriota del que habló bien y que se libró de su látigo crítico. Por otra parte, resulta cuando menos llamativo lo manifestado en una entrevista que publicó el periódico La Vanguardia, la historiadora Bénédicte Savoy: “Los hermanos Humboldt sólo volvieron es estar bajo la luz pública hace unos veinte años; hoy parecen héroes recién descubiertos para la República Federal de Alemania, precursores del pensamiento actual, representantes de muchos ideales, unos verdaderos mitos.”

El cráneo de Scheller

«Cómo me embelesó secretamente su forma, los rasgos concebidos por Dios que aún perduran». Este verso reza en la estatua de Goethe en la que contempla el cráneo de su gran amigo Schieller, diez años más joven que el autor de La teoría de los colores. Al parecer, Scheller fue enterrado en una fosa común del cementerio de San Jacobs de Weimar, desde entonces se han buscado sus restos, pero no hubo suerte y los que se hallaron creyendo que eran los del historiador, resultaron ser de otro, Pero se sabe que el supuesto cráneo verdadero  lo tuvo en su casa Goethe en 1826 durante un tiempo. Esta anécdota que vivieron los dos después de la muerte de uno es un tanto macabra pues deja un amplio margen  para la ensoñación y el que la haga suya, sea capaz de resucitar cualquier imaginación, menos la del muerto.

Benjamín Lajo Cosido

memorialista

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *