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LA FILOSOFÍA DEL ARTE DE MARX por Mijaíl Lifshitz
LEER Y DESCARGAR: LA FILOSOFÍA DEL ARTE DE MARX
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El libro n° 284 de nuestra Colección Socialismo y Libertad
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Primera edición en ruso, 1933.
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“Para defender una libertad particular, no hablemos ya de comprenderla, debo captar sus características esenciales antes que sus relaciones externas. ¿Es fiel a su carácter, actúa de acuerdo con la nobleza de su naturaleza, es libre una prensa que se degrada al nivel de un oficio? Naturalmente, un autor necesita ganar dinero para vivir y para escribir, pero en ninguna circunstancia debe vivir y escribir para ganar dinero.”
“En tales circunstancias la prensa se convertiría en un elemento de separación en lugar de ser un vínculo entre la gente; las divisiones de clase serían reforzadas espiritualmente, y la historia de la literatura se hundiría al nivel de historia natural de distintas razas animales; los desacuerdos y las disputas no podrían resolverse ni evitarse; la aridez y la estupidez serían la regla de la prensa, porque, según creo, lo particular sólo puede ser espiritual y libre en conjunción con el todo. Aparte de todo esto, sin embargo, en la medida en que leer es tan importante como escribir, también debe haber lectores competentes e incompetentes –cosa que ya habían comprendido los egipcios, en cuya sociedad los sacerdotes, los escritores competentes, eran al mismo tiempo los únicos lectores competentes.
“Pero el dinero mismo es una mercancía, una cosa exterior, posible de convertirse en propiedad privada de cualquiera. El poder social se convierte así en poder privado perteneciente a un particular. De ahí que la sociedad antigua lo denuncie como la moneda fraccionaria de su orden económico y moral.”
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PREFACIO por Terry Eagleton
Debido al hecho de que Karl Marx tenía entre manos tareas más urgentes que la formulación de una teoría estética sistemática, el título de este libro puede parecer demasiado ambicioso. Sin embargo, ni bien se reconoce plenamente el amplio terreno en que permite a Lifshitz penetrar, se comprende que en realidad no es injustificado. Ha habido otros estudios de los escritos de Karl Marx sobre arte y literatura, pero son muy pocos los que se han ocupada como éste de analizar sus juicios estéticos como un elemento de su desarrollo teórico general. Lifshitz se niega a abstraer una “filosofía del arte” del corpus de la obra de Marx, como lo ha hecho generalmente la critica literaria burguesa: investiga en cambio algunos temas estéticos cruciales en las obras de Marx en términos de sus relaciones integrales con la totalidad de su pensamiento en desarrollo.
Al hacerlo, Lifshitz ataca implícitamente la idea de que la índole desperdigada y a menudo fratfmentuna de los comentarios de Marx sobre el arte y la literatura refleja un interés meramente casual, empírico e intermitente en el tema por parle de Marx, y que ésa es la siniestra consecuencia de “poner a la economía en primer término”. Por el contrario, demuestra cómo, desde sus primeros experimentos juveniles en una variedad de formas literarias hasta las propias implicaciones estéticas de algunas de las categorías utilizadas en El Capital, Marx estuvo constante y estrechamente comprometido en una producción imaginativa. Ese compromiso, según lo demuestra Lifshitz, se manifiesta en toda una gama de posiciones teóricas de Marx. El problema del arte es fundamental en sus relaciones más tempranas con Hegel y los jóvenes hegelianos; entra en el análisis de las sociedades antiguas y la función ideológica de la religión; en la forma de un ataque al romanticismo, forma parte de su crítica de la política a reaccionaria de la clase dominante alemana. Lejos de ser un mero interés lateral o un adorno, aparece como un factor subordinado pero significativo en la comprensión por parte de Marx de la producción social, la división del trabajo y el producto como mercancía; su influencia puede observarse en el desarrollo de los conceptos de fetichismo, sensualidad y abstracción.
Es por esta razón que Lifshitz se niega a limitarse a los tópicos más más familiares de la estética de Marx. Su análisis se extiende hasta la tesis doctoral de Marx sobre Epicuro así como a la discusión del arte griego en los Grundrisse, a El Capital tanto como a las discusiones literarias de La Sagrada Familia. “Filosofía del arte”, entonces, sugiere menos una subsección especializada de la obra de Marx que un punto de vista original y coherente desde el cual observar parte de la trayectoria de su obra. Pero esto no significa, por otra parte, que el tema haya sido elegido por razones puramente metodológicas, así como el propio interés de Marx por el arte y la literatura no era meramente metodo-lógico. La situación es mucho más compleja. El arte sólo puede ser estudiado históricamente; sin embargo, como toda superestructura, tiene su autonomía relativa; por sí mismo es impotente para emancipar a los hombres que se debaten en la sociedad de clases, y sin embargo, aun en el presente, puede ofrecer vigorosas imágenes de esa emanci-pación. En sus Manuscritos Económico Filosóficos Marx parece ver en el arte una prefiguración de los sentidos refinados e intensificados del hombre liberado de la enajenación histórica; pero también insiste en que sólo mediante un desarrollo objetivo de la naturaleza humana podrá liberarse tal “riqueza de sensualidad humana subjetiva”. La frase final de este libro: “¡El arte ha muerto! ¡Viva el arte!” parece coherente con esta visión.