La izquierda esquizofrénica

Fuente: Portal Libertario OACA                                                     30 Jun 2021 09:41 AM PDT

En México, pero también en Latinoamérica, la izquierda se ha visto rebasada  y evidenciada como una propuesta esquizofrénica, por las constantes reformas neoliberales que el capitalismo trata de imponer a la sociedad.

Las organizaciones y personas de izquierda, han padecido severos trastornos mentales crónicos y graves, caracterizados a menudo por conductas que resultan anómalas para la sociedad: falta de percepción de la realidad y alteraciones en  la expresión de la realidad. La izquierda esquizofrénica, causa además un cambio en varios aspectos del funcionamiento psíquico del individuo, principalmente de la conciencia de realidad, y una desorganización neuropsicológica más o menos compleja, en especial de las funciones ejecutivas, que lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas, y una significativa disfunción social. Entre los síntomas frecuentes están las creencias falsas, un pensamiento poco definido o confuso, diarrea verbal incontenible, alucinaciones auditivas (sólo creen que oyen lo que quieren oír), reducción de las actividades de relación social y de la expresión de emociones, e inactividad política justificada con pretextos marcianos.

Así, la lucha entre la izquierda y la derecha, se da en la imaginación. En la realidad, las relaciones de poder en las 2 y entre las 2, demuestran que es una mentira que exista una opción alternativa: todos nos quieren gobernar. Quieren sueldos y negocios, poder y prestigio sin freno. Su ambición desmedida demuestra su complicidad en los cargos políticos, en las diputaciones, presidencias o empresas, donde simplemente se rotan en cada elección.

Desde Joe Biden en USA, hasta Andrés Manuel López Obrador en México, y Daniel Ortega en Nicaragua, viven en la alucinación de la modernidad: creyendo que se puede anteponer el progreso y la modernidad a las libertades básicas. Defendiendo instituciones estatales, que buscan el control social organizado por una constitución (robos legales) y a la vez se garanticen y protejan las libertades y derechos de todos como ciudadanos (Derecho a ser explotados, derecho a escoger a los verdugos, derecho a ser reprimido por la policía, derecho a ser masacrado por el ejército). Pero en la realidad, vemos a Biden haciendo las mismas deportaciones que Trump, a López Obrador obsesionado por los errores de los conservadores, y nunca quiere ver los suyos; en un México guadalupano y premoderno, que nunca dejó la religión por la razón, pero donde el “progreso” sigue siendo una mentira atractiva para el pueblo. Donde el PRI, el PAN y el PRD, descaradamente demuestran que son lo mismo, la clase política eterna, que brinca de partido en partido, que incluso se metió a Morena para continuar en el Poder,

Pero estos líderes, de derecha e “izquierda”, aspiran a vivir de nuestros impuestos, y a crear nuevas leyes para someternos a su “sagrada voluntad”, donde en realidad sólo serán gatos del capitalismo neoliberal.

La modernidad es un concepto eurocéntrico que no se aplica a cabalidad en México, donde en muchos aspectos somos pre-modernos, y también posmodernos, porque ya demostró el “progreso”, que sólo enriqueció a clases altas y cercanas a los gobiernos, donde cada vez se creé en menos cosas y se acaba en la depresión, la frustración y en la inactividad.

La izquierda “radical” no está mejor. Viviendo en la clandestinidad, construyendo estructuras verticales y autoritarias, aferrada a sus dogmas de fe, en las armas y la violencia; cree que proponiendo “destrucción” será una opción atractiva que se gane al pueblo a la rebelión. Su esquizofrenia le aísla de la gente, la separa del tejido social, la vuelve una secta extraña y fanática, que sólo propone “sacrificio”, cuando el capitalismo y el gobierno, regalan migajas (de nuestros impuestos) para las necesidades sociales de la gente, como las vacunas, la educación, o la “seguridad”. Y así tratan de legitimarse y logran engañar a mucha gente, como el Gobierno mexicano regalando becas y “apoyos” para seguir manipulando al pueblo con sus tarjetas rosas.

La lucha de la gente por su sobrevivencia la vuelve pragmática: finge que se vende al sistema para poder comer, pero esta resentida gravemente. Su rabia la desahoga como puede, pero no comete el suicidio político como Hamas en Palestina: no asiste a “Días de ira” porque realmente quiera ser revolucionaria, la clase obrera tiene que ir a trabajar y cuando sale de la chamba, esta tan cansada, que se tira a ver la tele y a chupar cervezas.

O se dedica a robar: ataca la propiedad privada de los demás, pero conserva la suya a como dé lugar. El gran aumento en los robos demuestra que el pueblo no quiere una revolución, sólo quiere reciclar la propiedad privada en su favor, a punta de pistola. Pero no lucha por colectivizar los medios de producción, sino sólo mendigar limosnas del Estado, como en los populismos de México y Venezuela.

La ruptura de la izquierda “radical” con el tejido social y las organizaciones, pretende trasladar el problema de las relaciones de dominación al ámbito personal, donde el voluntarismo pretende «sustraerse» a lo social, «apareciendo y desapareciendo», dándole al anonimato el carácter de «magia» para romper la jerarquía social, que finalmente se reproducen en la vida cotidiana, con su adoración a sus vacas sagradas: el Che Guevara, Fidel Castro, José Stalin, Mao Tse-Tung, Juan Domingo Perón, “Tiro Fijo” Marulanda, Alfredo María Bonanno, etc.

El deseo voluntarista de personas en la clandestinidad, no va a cambiar relaciones sociales instituidas para satisfacer necesidades sociales… todavía falta romper el consenso social del sistema capitalista; basado en la religión, la televisión y el alcoholismo; la sectarización de la gente dispuesta a luchar por un cambio, la unidad de la Burguesía (PRI; PAN Y PRD) y la consolidación de Morena como los nuevos sirvientes del capital.

Se requiere una larga lucha cotidiana en varios frentes sociales, no sólo en el internet, en los periódicos, en el radio, en la calle, en las reuniones de café, en los pasillos de las escuelas, en el autoengaño, en el anonimato, en la alucinación de las palabras…

BRAULIO ALFARO LEMUS.

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