¿Intelectuales indígenas?

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En vísperas de 12 de octubre del 2021, en la denominada Bolivia, diferentes instituciones universitarias, junto a la Vicepresidencia de dicho país y medios de comunicación, organizaron un evento denominado Primer Encuentro Plurinacional de Intelectuales Indígenas, con la participación de diferentes personalidades indígenas de Bolivia y de otros países.

¿Intelectuales indígenas?

Si ya el término o adjetivo indígena (por su carácter homeostático) despierta creciente sospecha por parte de personas o colectivos autodefinidos como originarios, el término «intelectual indígena» despierta también diversas inquietudes.

¿Qué es un intelectual?

Desde la academia o saber hegemónico colonial occidentalizada, intelectual es aquel individuo que tiene el mérito de comprender y explicar la realidad con una perspectiva objetiva, histórica e integral. Para los griegos, el intelectual sería el filósofo. Pensador que para comprender y explicar la realidad tiene que tomar distancia de ella, y no comprometerse en lo posible con ella.

Durante la modernidad occidental, intelectual será aquel individuo letrado, autor de varios libros, con o sin títulos universitarios.

En este sentido, en el imaginario colectivo moderno hegemónico actual lo intelectual está inseparablemente referido al individuo letrado, conocedor de teorías hegemónicas y obras literarias, mejor si es prolijo, apolítico, autor de libros y artículos en idiomas hegemónicos.

Siempre desde Europa, dentro de la teoría crítica, se intentó matizar el carácter objetivo y «distante de la realidad material» del intelectual moderno. Gramsci llama «intelectual orgánico»: pensador (letrado) situado y comprometido con la transformación de la realidad. Incluso en las izquierdas, el intelectual orgánico será individuo letrado integrante de la «vanguardia revolucionaria», nunca de la plebe o de la masa (término despectivo para diferenciar de los seres pensantes)

Por donde se mire, el término intelectual es altamente epistemicida (anula otras formas de producir conocimiento), colonial (reproduce relaciones de dominación racial), escritocéntrico (anula conocimientos no escritos), individualista (anula a la comunidad como sujeto de conocimiento por su predilección por escritores/individuos exitosos), papirocrático (privilegia los títulos académicos como criterio de cualificación sobre los conocimientos milenarios)

¿Es posible ser originario e intelectual al mismo tiempo?

El ser originario es un estilo de vida que tiene como horizonte la restauración del equilibrio de la comunidad cósmica (Buen Vivir). Está centrado en la comunidad, mas no en el individuo. Dinamizado por la reciprocidad, no por la competencia o meritocracia individual. Arraigado y comprometido con la Madre Tierra y no únicamente con la idea del bienestar humano.

El intelectual es diametralmente contrario al ser originario. En otros términos, el intelectual es un agente reproductor de los productos e instrumentos dominación de la modernidad. En el mejor de los casos, crítico con la modernidad.

Para nadie es novedad que el individuo, sin importar su ubicación geográfica, a mayor grado de escolaridad, o mayor cantidad de libros leídos o escritos, es más distante de su identidad y espiritualidad Tierra. Es más razón lineal que sentipensar. Esto se evidencia también en las y los indígenas académicos.

Un aborigen, en su esfuerzo por «ser intelectual» muere a su ser aborigen (conectado con la Madre Tierra) para ser cualificado como letrado, pensador, exitoso por la «sede sapiencia» hegemónica.

De allí, el «intelectual indígena» está obligado a demostrar su hábito de lectoescritura (en desmendro de su milenaria tradición oral), está obligado a competir en las «olimpíadas» de los títulos académicos, de los libros publicados en idiomas hegemónicas, etc.

En otras palabras, desde la perspectiva de la decolonialidad, es imposible ser intelectual y ser indígena/originario al mismo tiempo. Es una doble fidelidad imposible.

Cuando desde la comunidad, y desde la Tierra, uno piensasiente el mundo que le rodea (ojalá para cultivarla), inevitablemente está compelido a abandonar (en su pensar, sentir, hacer y estar) el sueño por ser un intelectual «a carta cabal».

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