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El 2 de junio por la noche murió Hector Arrese Igor en La Plata, nuestra ciudad. Hector fue un entusiasta sinpermisero desde el comienzo, y colaboró con algunas magníficas traducciones del alemán.

Cuando Toni Domènech dictó varios cursos de filosofía política republicana en el Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de La Plata, Héctor fue uno de los estudiantes más destacados y apasionados. La impronta domenechiana marcó algunos de sus trabajos posteriores, muy especialmente su lectura jacobina de la filosofía política de Fichte, pero también descubrió y no olvidó la importancia del contexto histórico para acceder a la exégesis de los textos de filosofía política.

Con una excelente calidad argumentativa y con el conocimiento histórico suficiente, Héctor indagó -a lo largo de su corta pero brillante carrera académica- en el pensamiento revolucionario del joven Fichte expresado en sus escritos de 1793-1794. Su conclusión fue que el núcleo central de la doctrina juvenil fichteana era la muy republicana consigna de la inalienabilidad de la libertad: “el hombre no puede ser heredado, vendido o regalado”. Pero además su hipótesis fue –incluso a contrapelo de una buena parte de la interpretación dominante- que el Fichte revolucionario juvenil dejó su impronta en el filósofo maduro, y que esa huella anidaba en una defensa cerrada del derecho a la existencia, heredado de Robespierre, como sospechaba el contra-revolucionario Benjamin Constant.

Entre otras, se ejercitó en la virtud de pensar políticamente conceptos muy abstractos como los de alteridad y autoconciencia en Fichte y Herman Cohen, que siempre entretejía con conceptos muy concretos. Así, por ejemplo, recordaba la denuncia coheniana del hambre y la miseria en relación con la falta de libertad política de aquellos que dependen de la dádiva de otros para poder vivir. Pero también se extendió en comentar y pensar a futuro la propuesta del socialista kantiano Herman Cohen sobre las cooperativas de trabajo como forma de otorgar a los obreros el control de los procesos productivos. También tuvo la lucidez de proponer una interpretación de la doctrina fichteana del reconocimiento recíproco –hoy muy de moda- haciéndola pivotar inteligentemente en una concepción social y comunitaria de la propiedad.

Hasta siempre Héctor. Descansa en paz, querido amigo, discípulo, colega, y gracias por tu amistad.