El pseudoperiodismo mata, demoledor artículo del abogado L. de Miguel Ortega

Fuente: https://cazadebunkers.wordpress.com/2019/12/01/el-pseudoperiodismo-mata-demoledor-articulo-del-abogado-luis-de-miguel-ortega/                                                                                                             CIENCIA Y ESPÍRITU                                                                                                 Luis de Miguel Ortega                                                                                                       

EL PSEUDOPERIODISMO MATA, demoledor artículo del abogado Luis de Miguel Ortega

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Preocupados por la manipulación de los medios de comunicación y la corrupción en la divulgación científica.

DERECHO A LA INFORMACIÓN

La Constitución Española establece en su artículo 20, el derecho a la libertad de expresión y la libertad de información. En cuanto a la libertad de información, se trata de un derecho de doble dirección pues se protege tanto la función de los informadores, como el derecho de los ciudadanos a recibir información de calidad. Por información de calidad se entiende la veracidad de lo expuesto así como la probidad -ausencia de fraude o simulación-.
Se trata en definitiva de evitar que se muestre como periodismo lo que es una consigna comercial o mera propaganda política y sobretodo que la información expuesta lo sea después de un ejercicio de comprobación diligente. Es por tanto ineludible pensar que la información vertida en los medios de comunicación que no cumpla con estas premisas de veracidad y probidad, no pueden contar con la protección constitucional del derecho a la información ni con los privilegios del periodista.
En las últimas décadas estamos viendo como los medios de comunicación y los periodistas freelance, están siendo abducidos de diversas formas por el poder político, a través de concesiones de licencias, publicidad, entrevistas o premios, cuando no amenazados cuando se muestran críticos.
La información se está viendo censurada desde las propias redacciones por miedo y prudencia, a sabiendas de que el lector ya no es el consumidor de información ni el cliente.
Los medios han pasado de tener a los ciudadanos de clientes a objeto de su trabajo. El poder político es el verdadero cliente al que hay que vender y conformar con un servicio de información, y el ciudadano a terminado siendo el objeto de ese negocio, que no es otro que la transmisión de propaganda política. El ciudadano ya no tiene ningún interés económico para los medios de comunicación que en la actualidad, pueden sobrevivir sin los ciudadanos.

Los medios de comunicación forman parte del Catálogo del Centro Nacional de Protección de las Infraestructuras Críticas, que parece no solo proteger la funcionalidad y dependencia de los medios sino también sus contenidos, y así tenemos a los medios de comunicación y redes sociales en perfecta simbiosis con el poder político para controlarnos y adoctrinarnos sobre cualquier ocurrencia.

Quien escribe esto, no solo está muy preocupado por la manipulación de los medios de comunicación y la corrupción en la divulgación científica, sino también por el nefasto efecto que ello tiene en la salud democrática de un país y la integridad y honestidad de las relaciones sociales entre sus ciudadanos y de la política.

Yo no sé lo que es pseudociencia ni pseudoterapia, pero lo que sí sé es que el pseudoperiodismo y la pseudoinformación, deben ser objeto de control político, y deseo para los ciudadanos que tengan tanta libertad para consumir productos y servicios de salud como para consumir información periodística. Ni más ni menos.

Siempre ha habido periodistas venales y empresas de comunicación que se han puesto al servicio del poder. Aunque sea inevitable, eso menoscaba la credibilidad de los medios, pero daña mucho más a la profesión que sean ellos los que corrompan a los políticos en beneficio de sus dueños. No tiene nada que ver con la legítima pretensión de influir en las decisiones de los gobernantes, o en la opinión pública, desde determinadas posiciones ideológicas, aquí el único límite ético sería el respeto a la verdad, sino que se trata de auténticos chantajes a los cargos públicos para que otorguen contratos a sus empresas, de sectores ajenos a la comunicación, y hagan la vista gorda con sus trapacerías.” “Puede discutirse sobre si es o no necesaria la existencia de medios públicos y en qué condiciones, sobre si se debe limitar la concentración en pocas empresas, pero lo indiscutible es que para que cumplan su función deben ser profesionales y tener como objeto la información y la opinión, pero nunca convertir su influencia en una herramienta para corromper la sociedad. El periodismo es demasiado importante, este caso debe ser una llamada de atención, no puede ser soslayado.” Francisco Carantoña 07/08/2018 “la voz de Asturias”.

El interesado y prolongado silencio por parte de un buen número de medios, e incluso su ensalzamiento durante años, ante conocidos políticos notoriamente corruptos, y su complicidad manifiesta con situaciones anómalas que ahora están empezando a salir a la luz debe movernos a realizar una reflexión profunda sobre su verdadera función en la sociedad, sobre las causas de esta situación, y sobre sus delicadas consecuencias para todos nosotros.” “Antes que nada es preciso aclarar, para los más ingenuos o menos avisados, que los coloquialmente llamados “medios de comunicación” son en realidad “empresas” o “grupos” de comunicación a todos los efectos. Esta aclaración es fundamental para entender que la mayoría de medios actúa básicamente –aunque a unos se les nota bastante más que a otros- no en la búsqueda y publicación de la “verdad” en sí misma, sino bajo estrictos criterios económicos, defendiendo una línea editorial próxima a aquellas opciones políticas que más convienen a la supervivencia y a los intereses de su grupo empresarial. Resulta de gran importancia contar todo esto porque sigue habiendo en España mucha gente de buena fe que, en sus conversaciones cotidianas, dice “lo he oído en la tele (o en la radio)” o “lo dice el periódico” como muestra de indiscutible autoridad en los argumentos que utiliza, sin pararse a pensar, con la mirada un poco más allá de lo que ha leído u oído, en quién lo dice, o en quién lo escribe, y con qué verdaderas intenciones lo publica en este concreto momento. Y ello se aprecia mucho no sólo en las pequeñas empresas de prensa local, siempre más cercanas necesariamente al gobernante de turno, sino también en los grandes grupos multimedia -aquéllos que agrupan prensa escrita, radio, televisión e internet- y cuyo devenir económico-financiero depende en gran medida de la generosidad, directa o indirecta, de los gobiernos centrales, autonómicos o municipales del momento. En pocas palabras, cuando la economía o la propia viabilidad financiera del “controlador” (el medio de comunicación) deja de ser autónoma y pasa a depender de sus “controlados”(los políticos que gobiernan en su territorio), la tentación de acomodarse o dejarse influir en lo que se publica o se deja de publicar se hace realmente grande, por no decir inevitable.” “Muchos medios de comunicación se habían habituado en los últimos tiempos en nuestro país, tanto en el ámbito estatal como en los autonómicos o locales, a sobrevivir y cuadrar sus balances directamente gracias a las subvenciones públicas y a la publicidad institucional, especialmente ante el enorme bajón que experimentó la publicidad procedente de las empresas privadas y de las actividades comerciales en general. Ello generó una peligrosa dependencia de los gobernantes de turno, pues resulta muy difícil –en España realmente casi heroico- que los periodistas critiquen a las instituciones con cuyo dinero se sustenta el equilibrio económico de su empresa y, en definitiva, su propio puesto de trabajo. Y a la hora de los recortes, que dada la situación del país han ido llegando inexorablemente a todos los ámbitos de la actividad económica, ha sucedido algo todavía más peligroso. Cuando la esencia del buen periodismo consiste en ser crítico con el poder, del color que sea, para corregir sus disfunciones, en España se está produciendo, de una forma lamentable, justo el fenómeno contrario: los gobernantes que han derrochado el dinero público a manos llenas regando generosamente a muchos medios de comunicación se han acabado convirtiendo para éstos en los héroes, mientras que los que han venido después con las tijeras en la mano, racionalizando, reduciendo y poniendo orden en el anterior despilfarro económico-mediático han sido tratados como los villanos. Justo lo contrario de lo que debería ser.” Alvaro Delgado Truyols 28/01/2015 “hay derecho”.

“En este contexto, ¿puede unperiodista asumir el precio de llegar al fondo de un asunto?
No tiene ninguna posibilidad, ni siquiera de iniciar las investigaciones… A menos que la operación que esté investigando tenga interés para la empresa en la que está. Y hay que hacer aquí una apreciación importante: en España las empresas periodísticas están en quiebra. ¿Cómo ha reducido el grupo Prisa su deuda a la mitad? Pues eso habría que explicarlo, pero no será usted quien lo haga, y si lo hace, le dirán que se lo guarde en un cajón. El periodismo grandilocuente, del que se hablaba al principio de la Transición, se acabó radicalmente, por lo menos mientras no cambie el estatus…”
 Gregorio Morán 09/03/2017 “el diario”

Para esta simbiosis perfecta, hace falta la existencia de censores, que no son otros que grupos de control y presión como “malditobulo” o la “AECC” Asociación Española de Comunicación Científica.
“Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza” eran los lemas del partido que gobernaba el estado totalitario que Orwell describe en su novela 1984. Si Orwell levantara la cabeza y leyese “maldita.es” o el blog de la “AECC” añadiría un nuevo lema: “la propaganda es única información veraz”.
Así, estos “progresistas” de la “transformación social”, que hacen como que dirigen Maldita.es, llevan adelante un sistema de control informativo. O lo intentan.
Maldita.es pertenece a factcheckeu y a The International Fact-Checking Network que es una sección de Poynter Institute que se dedica a promover la creación de censura, – perdón – revisadores de datos por todo el mundo, porque le tienen mucho miedo a la libertad de prensa y la libertad de información (igual que en Sanidad temen la libertad de prescripción y la libertad de elección, que son dos grandes enemigos a combatir a través de los niños de la apetp y los descarriados de la omc).
Dentro de los fundadores de esta iniciativa está para destacar:
Google News Initiative
Open Society Foundations (Soros)
Tides Foundation (Google.org)
En España, esta iniciativa está además “apoyada” por Facebook y La Sexta. Y como si no fuese caro mantener un portal de noticias con tamaña rotación y trabajo revisor, y a pesar de que uno de los compromisos de los signatarios de fact checking Network es la transparencia de su financiación, Maldita afirma que se financian con las cuotas de sus cinco socios.
No publican sus fuentes financieras, pero tampoco sus estatutos como asociación -se me olvidaba, su forma jurídica es la de asociación sin ánimo de lucro- y cuando uno firma una “membresía” y pasa a colaborar con ellos haciéndose “maldito”, firma un contrato en blanco. No tiene derechos ni obligaciones.
Por eso cuando un maldito presenta un bulo o una mala información, los cinco socios deciden si investigan o no (por supuesto, no investigarán un bulo sobre orgías organizadas por oxfam, o el tráfico de datos de Facebook, o los crímenes de pfizer y otras farmacéuticas…).
Después de decidir si un bulo se investiga o no, recogen de los malditos una o dos colaboraciones nimias, sucintas y con eso construyen su dictámen, casi por arte de magia o gracias al sesgo político y económico de su editorial.
Es decir, es un ente instrumental al servicio de una determinada propaganda política. Si hay algo peligroso para la defensa de la libertad, es que se dé crédito a quienes pretenden controlar “la verdad”.
Los españoles no se fían de los medios de comunicación, a los que consideran la institución más corrupta después de los partidos políticos y de las empresas privadas, según el informe 2007 de Transparency International. Los ciudadanos no perciben en modo alguno que los medios difundan la verdad o cumplan la misión de vigilar la democracia. El 44% de los ciudadanos los consideran corruptos. Los partidos políticos son considerados corruptos por el 63% de los españoles y las empresas privadas por el 54%. Sólo los griegos tienen en Europa peor opinión de los medios que los españoles.

IMPOSTURA Y CENSURA CIENTÍFICA.

Pierre Flourens (1794-1867), que a la sazón había sido secretario permanente (Secrétaire perpétuel) de la Académie des Sciences durante treinta años, y tenía una larga trayectoria en investigación médica a sus espaldas, escribió su crítica en el libro titulado “Examen du Livre de Darwin sur l’Origine des Especes”. El libro de Flourens, publicado cuando su autor tenía setenta años, es prueba del rigor académico al criticar punto por punto el Origen de las Especies, obra que, sin duda, había leído a conciencia. Flourens pone de manifiesto en su libro cuatro debilidades importantes de la impostura científica: 1. Abuso del lenguaje. 2. Desconocimiento elemental de la materia 3. Falta de originalidad. 4. Eugenesia, esa peligrosa doctrina social que se encuentra detrás de la Supervivencia de los más aptos. Dentro de la eugenesia está la idea de que una élite científica y política, debe gobernar.
El libro Imposturas intelectuales fue publicado en Francia en 1997 y fue escrito por Alan Sokal (Doctor en física estadounidense) y Jean Bricmont (físico teórico belga y profesor en física). El libro pone en evidencia al relativismo posmoderno luego de ridiculizar a una de las revistas de más presunto prestigio en el tema. El libro examina y desarrolla principalmente dos puntos: (i) El incompetente y pretencioso uso de conceptos científicos por un pequeño pero influyente grupo de filósofos e intelectuales de ramas no científicas o disciplinas que no lo son en sentido formal; (ii) El problema del relativismo cognitivo, es decir, la idea de que la “ciencia moderna es comparable a (nada más que) un mito moderno, una “narración” o “construcción social” entre otros apelativos”.
Cuando los medios de comunicación y los activistas hablan de pseudociencias y de medicinas sin evidencia científica, vemos un claro ejemplo de los descrito por Fluorens y Sokal: propaganda política disfrazada de ciencia.
  1. Abuso del lenguaje: Neolengua. Se han empeñado al unísono en construir un relato estándar y unos neoconceptos ambiguos y arbitrarios para sacudir con ellos lo que les plazca. Así tenemos que de igual manera que se han inventado conceptos como “política de género” o “cambio climático” fabricando incluso un supuesto “consenso de la comunidad científica internacional” -que no existe-, han inventado el término “pseudociencia” donde pueden meter lo que quieran de forma absolutamente caprichosa.
  2. Desconocimiento elemental de la materia: Estupidez. Si hay algo evidente es que los periodistas y “expertos” que cuestiones las terapias naturales, no son expertos en terapias naturales ni en medicina integrativa. En los debates, además de periodistas sin ninguna formación sanitaria, aparecen biólogos, médicos, informáticos, físicos, y profesionales de todo tipo, pero nunca personas con conocimientos teóricos y prácticos de las terapias. Así tenemos a biólogos que aparecen en programas criticos contra las denominadas pseudociencias que comparan un esófago con un tubo de cristal y el contenido de un estómago lo asimilan a un poco de agua tibia… Aparecen informáticos que cuestionan las decisiones de la Fiscalía en cuanto a la supuesta inactividad que describen contra las terapias naturales.
  3. Falta de originalidad: Miseria intelectual. Es patente que cuando se habla contra las terapias naturales o la medicina integrativa se hace desde un pensamiento único repitiendo machaconamente y hasta la nausea frases tontorronas y simplonas de las que es experto nuestro Ministro de Ciencia, entre otros. Se habla de que “son una estafa”, “hay que proteger a los pacientes porque son vulnerables”, “las pseudociencias matan”, y otras estupideces similares. No aportan dato alguno y cuando se menciona un informe que tiene la Ministra de Sanidad sobre las muertes por terapias, va y resulta que ese informe nunca ha existido. Y así repiten y repiten los mismos mantras los medios de comunicación sin alterar una coma, sin contrastar información, sin investigar o buscar otros puntos de vista.
  4. Eugenesia: el ciudadano como enemigo o como rebaño. Después de todo y aunque parezca extraño, está esa intención política de “salud pública” por la que hay que proteger al estado de ciudadanos ignorantes, torpes y descuidados (el ciudadano puede ser un peligro para el “colectivo” pues si no se vacuna puede ser fuente de enfermedades, si usa terapias puede enfermar más y ser una carga para la sanidad…). Entonces sale la banderita paternalista de políticos, científicos e informadores, para protegernos de nosotros mismos y de nuestra proia “ignorancia” para conseguir un mundo mejor, más ordenado y feliz. A cambio, el ciudadano debe renunciar a su libertad y debe dejarse conducir y proteger cual mostrenco. Los terapeutas y médicos integrativos lo son para estafar y hacer negocio, pero no existen casos comprobados de políticos, funcionarios, científicos y periodistas corruptos… La élite quiere protegerte por tu bien, como manda la política de eugenesia, y si hace falta te pondrá bajo los pies de los caballos, ante una crisis económica, ante guerras y terrorismo estratégico, ante epidemias o ante el empleo de radiaciones, pesticidas, medicinas y vacunas de “absoluta” seguridad. Todo gratis.
  5. Neociencia: Pseudoescepticismo. Han creado una neociencia -neolengua- donde el rigor científico es arbitrario y donde se prentende una evidencia científica caprichosa y asimétrica. Así se exigen estudios doble ciego randomizados para la acupuntura y la homeopatía, pero no se exige lo mismo para el aborto, el cambio de sexo, las sedaciones terminales, la psicofarmacología, la quimioterapia, las vacunas, la cirugía o la medicina preventiva. Ellos son la élite -que nadie ha votado-, y deciden cuál ha de ser el estándar científico exigible y cuáles deben ser los resultados. Es más, intervienen en el mercado -lo que los pacientes pueden consumir- por una cuestión científica, como si la ciencia tuviese algo que ver con las decisiones vitales y trascendentes que tomamos en materia de pareja, matrimonio, número de hijos, hipotecas, planes de pensiones, estudios, profesiones, conducta moral y religiosa, etc. Aparenta una secta o una política totalitaria más que una ciencia.
  6. Relativismo cognitivo: positivismo político. El debate se centra en lo que “la sociedad necesita”. Para ello tenemos al bonachón político de turno que aupado al zenit de la razón por pseudocientíficos, pseudoescépticos y pseudoperiodistas, está dispuesto a hacer realidad su capricho a través de normas políticas -mal pensadas y peor redactadas-. El político se muestra convencido por los palmeros y mamporreros de turno de que su delirio absolutista es justo y se embarca en la gloriosa misión de cercenar los derechos y libertades de los ciudadanos por un “bien superior”. Todo vale en la sacrosanta misión de proteger a los débiles e ignorantes ciudadanos de sus propias decisiones (menos de la decisión de voto). Todo lo que se necesita es un bolígrafo mágico con el que escribir pseudonoticias, pseudoinformes científicos y pseudonormas legales.

EL BUENISMO INFORMATIVO de la Asociación Española de Comunicación Científica

La Asociación Española deComunicación Científica alerta contra la limitación del derecho a la información provocado por el aumento de demandas contra quienes informan sobre pseudociencias.
Sorprende este arrebato de preocupación y dignidad en una institución tal.
Ejemplos de las motivaciones de semejante asociación:
Pertenece a la World Federation of Science Journalists, organización con absoluta opacidad de financiadores (404 not found).
Pertenece a European Union of Science Journalists’ Associations, organización con absoluta opacidad de financiadores (404 not found).
Socios colaboradores: Junto con Repsol y la Obra Social la Caixa, nos encontramos a: PharmaMar, Instituto Roche, MSD (con un evidente conflicto de interés).
Otros socios:
Álvaro Bayón Medrano, Investigador predoctoral en la Estación Biológica de Doñana (CSIC), conocido insultador y difamador en redes sociales y medios de comunicación y que confunde el cuerpo humano con un matraz de laboratorio. A pesar de que no tiene ninguna formación sanitaria, se hace pasar por experto en peligros de la fitoterapia.
Ignacio Fernández Bayo, (Junta Directiva) periodista científico desde 1980. En la actualidad, y desde el año 2000, dirige Divulga, una empresa especializada en la comunicación científica a través de todo tipo de canales: medios de comunicación impresos y digitales, libros, exposiciones, audiovisuales, gabinetes de prensa, organización de eventos, y realización cursos de periodismo científico.
Fernando Frías Sánchez, Abogado y militante pseudoescéptico, promotor de la idea de que el consentimiento informado de los pacientes y la libertad de elección son falacias que hay que suprimir por su bien.
J.M. Mulet, Profesor de Biotecnología. IBMCP. Universidad Politécnica de Valencia. Conocido por su defensa de los santos transgénicos y pesticidas y detractor del uso de plantas medicinales. Defensor de Monsanto antes y después de la condena de más de 2.000 millones de dólares por fraude en la venta de uno de sus pesticidas. Conocido insultador y acosador de las terapias naturales en redes y fuera de redes. Sin formación sanitaria.
Rocío Pérez, periodista freelance y coordinadora de Maldita Ciencia (ver más arriba lo que es el engendro de “maldita.es”).
Ángela Bernardo, (Junta Directiva) redactora en Civio -institución de trinchera de GeorgeSoros-.
Vanessa Pombo, (Junta Directiva) comunicadora científica en CNIO Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, cuyos sponsors son entre otros, Ministerio de Ciencia, Compañía Logística de Hidrocarburos CLH, S.A., Petroplast (Logroño, La Rioja),
Elena Lázaro, (Presidenta) coordinadora UCCi de la Universidad de Córdoba y de la Red Divulga de Crue Universidades Españolas, con la “colaboración de CSIC y FECYT (Ministerio de Ciencia).
(Si esta chufla de la AECC, no está claramente parasitada y es un mero ente instrumental que alguien me convenza de lo contrario).
Bueno, pues esta sagrada y virginal institución afirma lo que sigue:
  1. …un número creciente de casos de demandas y querellas contra profesionales por opinar y/o informar acerca de pseudoterapias (No se les demanda o querella por informar, sino por difamación, por acoso y por abuso de derecho en contra de los intereses de los profesionales y ciudadanos. No existen las pseudoterapias).
  2. …es un ejercicio de responsabilidad social denunciar ante la opinión pública las prácticas sin evidencia científica. (no, es un acto de totalitarismo y de sectarismo. La ciencia no es un bien absoluto ni está presente en la mayor parte de las decisiones de los ciudadanos. La ciencia nada tienen que ver con el periodismo o con la divulgación y según su postulado el periodismo debería ser reducido a la mera transmisión de datos estadísticos…).
  3. …es labor de las personas que comunican ciencia informar de manera veraz sobre estas cuestiones, sin que ello suponga un problema para el ejercicio profesional ni para su propia libertad individual. (nadie cuestiona el libre ejercicio de la información siempre que sea veraz. El problema es que la información que se transmite sobre supuestas pseudociencias es mera propaganda de contenido ideológico y político donde no hay investigación, ni comprobación ni reflexión).
  4. …las personas denunciadas lo han sido cuando informaban acerca de determinadas pseudoterapias o a participaban como fuentes expertas en publicaciones realizadas por otros periodistas. (No. Las personas denunciadas nunca han actuado como expertos ni han actuado como informadores, sino que ha sido denunciados por mentir, engañar, difamar y acosar a profesionales y pacientes).
  5. …la importancia de proteger simultáneamente dos pilares clave de cualquier Estado democrático de Derecho: la libertad de expresión y la libertad de información. …la libertad de expresión y la libertad de información son instrumentos clave para la formación y el desarrollo de la opinión pública libre, ligada de forma indisoluble al pluralismo político de cualquier sistema democrático. (en eso estamos, en proteger la libertad de expresión y de información. Libertad para expresar ideas, opiniones, teorías y conocimiento sobre terapias naturales y medicina integrativa sin ser objeto de acoso, censura o boicot por parte de pseudoperiodistas. Libertad de información donde los ciudadanos tengan acceso a información periodística veraz y no mera propaganda disfrazada de información. Consumidores, pacientes, usuarios y profesionales de las terapias naturales y de la medicina integrativa, también se merecen una sociedad donde se respete la opinión, la información y el pluralismo).
  6. …la Junta Directiva quiere rechazar toda acción legal emprendida con el único objetivo de silenciar a los profesionales especializados. (La Junta Directiva haría bien en promover buenas prácticas periodísticas donde prime la información veraz sobre la manipulación social y la propaganda y donde el derecho de los ciudadanos prime sobre los sesgos ideológicos del periodista y donde la veracidad sea un valor real y efectivo y no un mero principio de conveniencia. Las acciones que se emprenden, no lo son para acallar profesionales, sino para corregir prácticas intolerables en un Estado de Derecho).

CONCLUSIÓN

Quien escribe esto, no solo está muy preocupado por la manipulación de los medios de comunicación y la corrupción en la divulgación científica, sino también por el nefasto efecto que ello tiene en la salud democrática de un país y la integridad y honestidad de las relaciones sociales entre sus ciudadanos y de la política.

Yo no sé lo que es pseudociencia ni pseudoterapia, pero lo que sí sé es que el pseudoperiodismo y la pseudoinformación, deben ser objeto de control político, y deseo para los ciudadanos que tengan tanta libertad para consumir productos y servicios de salud como para consumir información periodística. Ni más ni menos.

Luis de Miguel Ortega

 

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