El hedor a eugenesia en la Casa Blanca

Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2022/01/11/pers-j11.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws                  Andre Damon                                                                                

El hedor a eugenesia en la Casa Blanca

En comentarios que recuerdan los tiempos más oscuros del movimiento eugenista, Rochelle Walensky, la directora de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE.UU., dijo el viernes que el hecho de que el COVID-19 mate predominantemente a las personas que “no tienen buena salud para comenzar” es una “noticia alentadora”.

Cuando la cifra de personas hospitalizadas con COVID-19 alcanzaba un récord, la directora de los CDC respondió a una pregunta del programa “Good Morning America” de ABC sobre “los titulares alentadores de lo que estábamos hablando esta mañana”.

Walensky respondió:

La gran mayoría de muertes, más del 75 por ciento, ocurren en personas con al menos cuatro comorbilidades, así que realmente estas personas no tienen buena salud para comenzar y, sí, [son] noticias verdaderamente alentadoras en el contexto de ómicron.

Como una cuestión de veracidad, la afirmación de que el COVID-19, en general y particularmente la variante ómicron, solo afecta a los adultos mayores y personas enfermas es falsa. La propagación de la nueva variante ha causado un aumento récord en las hospitalizaciones de jóvenes, particularmente de niños y bebés. Las consecuencias de largo plazo para los supervivientes que sufren “Covid persistente” todavía no se comprenden bien.

No obstante, sugerir que el hecho de que “la gran mayoría de muertes” ocurren en adultos mayores y aquellos con condiciones preexistentes (comorbilidades) es una “noticia alentadora” tiene implicaciones pasmosas.

Los comentarios de Walensky fueron ampliamente condenados por doctores, científicos y defensores de los derechos de los discapacitados, describiéndolos como un respaldo a la eugenesia por parte del Gobierno de Biden.

“Esto es eugenista”, tuiteó el abogado y activista en defensa de los discapacitados Matthew Corland, quien tiene una enfermedad crónica. “El problema es que los encargados de los CDC, incluyendo la directora, **creen fundamentalmente** que es ‘alentador’ que las personas discapacitadas y con enfermedades crónicas mueran. Y todas sus decisiones se basan en y materializan esa creencia”.

Nada de esto es una exageración. Los comentarios de Walensky reflejan el giro de la Casa Blanca y las secciones dominantes de la élite política estadounidense hacia apoyar abiertamente la postura de que las vidas de las personas con enfermedades crónicas, discapacitadas y ancianas fundamentalmente no tienen valor.

El principal defensor de esta política es Ezekiel Emanuel, un exoficial del Gobierno de Obama y asesor actual del Grupo de Trabajo sobre COVID de Biden. Los medios impresos, televisivos y radiales en EE.UU. están promoviendo a Emanuel a pleno pulmón.

El miércoles, el Journal of the American Medical Association publicó una serie de artículos de Emanuel y otros exasesores de salud de Biden que argumentan que el COVID-19 debes ser la “nueva normalidad” y llaman a los estados a “retirar” sus reportes de muertes por COVID-19. Estos artículos fueron tratados como la nueva palabra divina en la prensa estadounidense, incluyendo halagadores artículos en las primeras planas del New York Times y el Washington Post .

Pero esta campaña se intensificó el domingo, cuando Emanuel suplió extraoficialmente a la Casa Blanca en “Meet the Press” de NBC. El llamado de Emanuel a una “nueva normalidad” fue aclamado simultáneamente en el principal editorial del Washington Postcalificándolo como “una estrategia sensible a vivir con el covid”, presentada por “expertos”.

En realidad, el llamado de Emanuel y sus coautores no es más que una recapitulación de la pseudocientífica Declaración de Great Barrington, prescindiendo del mito de que la “inmunidad colectiva” conducirá al fin de la pandemia. Es un plan para el COVID-19 en perpetuidad, con una ola tras otra, una variante tras otra, cobrándose incalculables vidas cada año.

Ni “Meet the Press” ni el editorial del Washington Post mencionaron que Emanuel es un defensor líder de reducir la esperanza de vida y recortar la provisión de atención médica para los adultos mayores y enfermos crónicos.

Emanuel, en palabras de la profesora de filosofía de la Universidad de Carolina del Sur, Jennifer A. Frey, “piensa que los discapacitados y adultos mayores son inútiles e ineficaces; cuando hacemos los cálculos de coste-beneficio, ellos cuestan más que su valor”. Emanuel cree “que vivir después de los 75 no vale la pena y que los mayores son una fuga para nuestros recursos”, concluye.

Emanuel “ha expresado ideas eugenistas una y otra vez”, señaló la periodista e investigadora sobre discapacidades, Laura Dorwart.

El precepto básico de Emanuel es que la condición fundamental para recibir ayuda médica no son los derechos individuales a la decencia y dignidad, sino un “análisis de coste-beneficio” impulsado por los costos para la “sociedad” que implican las vidas de los enfermos y mayores.

Emanuel afirma, correctamente, que la profesión médica no es consistente con dicho análisis de coste-beneficio. Pero esto es porque la aplicación de este análisis en la medicina y la salud pública se basa ene el legado de la eugenesia y del asesinato a manos del Partido Nazi alemán de decenas de miles de enfermos crónicos que los nazis calificaron como “no aptos para vivir”.

Un afiche de propaganda nazi contra los discapacitados. Izquierda: “Una persona enferma le cuesta 5,5 RM a la nación”. Derecha: “Una familia saludable puede vivir por un día por el mismo monto”. (crédito: Museo del Holocausto en EE.UU., cortesía de Roland Klemig)

En el libro de bioética From Chance to Choice: Genetics and Justice, los profesores Allen Buchman, Dan Brock, Norman Daniels y Daniel Wikler señalan el legado del “análisis coste-beneficio” en el movimiento eugenista estadounidense.

Citan el “Catecismo de Eugenesia de la Sociedad Estadounidense de Eugenesia” de 1926, en el que se afirma que “se ha calculado que el estado de Nueva York, hasta 1916, gastó más de 2.000.000 dólares en los descendientes” de una familia —los Jukes— declarada genéticamente deficiente. “¿Cuánto habría costado esterilizar a la pareja original de los Jukes?”, preguntó la organización: “Menos de 150 dólares”.

El libro continúa: “Abundan ejemplos similares en los libros de contabilidad de los niños de las escuelas alemanas en la década de 1930, que incluyen el coste de mantener con vida a personas institucionalizadas y discapacitadas; no mucho después, decenas de miles perdieron la vida”.

“En el otoño de 1939, Adolfo Hitler autorizó en secreto un programa de ‘muertes piadosas’ administrado por médicos y bautizado con el nombre en clave de ‘Operación T4’, escribe el Museo del Holocausto de Estados Unidos. “Los asesinatos continuaron en secreto hasta el final de la guerra, dando como resultado el asesinato de unas 275.000 personas con discapacidades”.

Hoy, cientos de miles de ancianos y enfermos crónicos mueren, no en cámaras de gas, sino asfixiados en los hospitales de Estados Unidos. El 75 por ciento de las personas que han muerto a causa del COVID-19 superaron la edad de jubilación de 65 años, y el 93 por ciento han superado los 50 años. En 2020, año en el que murieron 373.000 estadounidenses por COVID-19, la esperanza de vida en EE.UU. se redujo en 1,8 años, de 78,8 a 77,0, según los datos federales de mortalidad publicados el mes pasado.

Pero esta realidad no es, como dice Walensky, “alentadora”, sino una horrible causa de culpa y vergüenza, una condena de una sociedad totalmente inhumana impulsada por la necesidad de enriquecer a unos pocos a costa de la mayoría.

Los científicos y los médicos han respondido a las declaraciones de Walensky exigiendo su dimisión. Su enfado está justificado. Pero el hecho es que Walensky no solo habló en su nombre, ni en el de la Administración de Biden, sino en el de toda la clase capitalista.

Por años, los centros de pensamiento y los estrategas militares estadounidenses han defendido sistemáticamente la reducción de la esperanza de vida de los trabajadores estadounidenses. La pandemia ha creado el medio para implementar esta política mientras aparenta inacción e incompetencia.

Es, de hecho, una política deliberada, impulsada por la dependencia enfermiza de todos los aspectos del capitalismo estadounidense en el aumento perpetuo de las bolsas de valores, alimentado por el aumento de la miseria y empobrecimiento de la clase trabajadora. Habiendo desangrado a gran parte de la clase trabajadora, la oligarquía capitalista mira a los ancianos y a los discapacitados como una fuente de “valor” sin explotar.

Si se salen con la suya, el recorte de los gastos de la Seguridad Social y Medicare se logrará sin que los políticos tengan que quemarse con el “tercer riel” de la política estadounidense, sino permitiendo que la pandemia continúe por siempre.

Esta inmunda política va acompañada de una mentira igualmente inmunda: que el COVID-19 no puede ser detenido. China ha ejecutado con éxito una política de Cero Covid, con solo 5.000 muertes en un país de 1,4 mil millones de habitantes. Si se hubiera llevado a cabo una política similar en Estados Unidos desde el comienzo de la pandemia, más de 850.000 personas seguirían vivas.

Esta “nueva normalidad” asesina exigida por la oligarquía capitalista está siendo desafiada por un creciente movimiento de la clase trabajadora para resistir las infecciones y muertes masivas. Los profesores de Chicago votaron la semana pasada en contra de reanudar las clases presenciales, y los profesores de Chicago, Nueva York y San Francisco han iniciado paros utilizando licencias por enfermedad. A ellos se les sumará esta semana una ola de paros de estudiantes en oposición a la campaña homicida de la Administración de Biden para mantener las escuelas abiertas sin importar el coste en vidas humanas.

El giro abierto hacia la eugenesia por parte de la clase gobernante pone de manifiesto una realidad fundamental que millones de personas están comprendiendo: el capitalismo es incompatible con los derechos sociales de la gran masa de la humanidad. Asegurar esos derechos requiere la lucha por acabar con este orden social y sustituirlo por el socialismo.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de enero de 2021)

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