Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2020/08/02/cuantas-violencias-caben-en-los-cuerpos agosto 2, 2020
¿Cuántas violencias caben en los cuerpos?: reflexiones trazadas de un 1° de agosto
“Todo el mundo odia a la policía” resuena en las calles de la ciudad más rica del territorio dominado por el Estado argentino. No es consigna, no es eslogan, no es publicidad, no es funcional para quienes desean el poder, eternos amantes del Estado, porque estos, tarde o temprano, gestionarán uniformes y placas, como ahora, como siempre. Es un grito que invita, desde la sangre hirviendo, a posicionarse. Son sus lógicas de autoritarismo, o las nuestras de horizontalidad. Son sus presencias asfixiantes o las nuestras de respeto y defensa de la vida. No existe mundo vivible con la presencia de estas lacras a sueldo. No existe aire respirable con la toxicidad de sus esposas y rodillas. No existe vida posible con la tortura y la desaparición acechándonos en la espalda.
Se interviene el asfalto mientras se avanza con la convicción de lo que pensamos, practicamos y soñamos. Se intervienen paredes mientras se grita que “No estamos todxs, falta Facundo”, como desde hace tres años gritamos “No estamos todxs, falta Santiago”. Tres años del secuestro y asesinato de Santiago por la Gendarmería Nacional, tres meses de la desaparición de Facundo por la Policía Bonaerense. Diferentes caras políticas que gestionan la misma lógica de muerte.
Se recuperan las calles a pesar del inmenso operativo policial. Policías de la Ciudad de civil y Grupo de Operaciones Motorizadas “cazando” cuerpos que se arriesgan a expandir solidaridades y revueltas. ¿Tanto miedo a que se deje al descubierto su complicidad por las desapariciones, torturas y asesinatos de ayer y de hoy? ¿Tanto miedo a que el fuego se propague y queme cada partícula de su robotizado cerebro?
“¿Alguien más?”, “¿alguien más?, grita una de estas lacras decoradas con el chaleco celeste luego de señalar a un compañero y reducirlo entre cinco. Rodillas en las cabezas y patadas mientras se reducen a otrxs compañerxs quedan registrados gracias a la prensa que ocupa la calle y pone el cuerpo como La Obrera Colectivo Fotográfico. La otra, la mercenaria, sea oficialista o no, “habla”, “informa” (mejor, balbucea) que “hubieron incidentes” y hasta utilizan lo registrado para su infaltable oportunismo político, estrecho y binarista. Siempre el balbuceo desde afuera de los hechos, confundiendo “agrupaciones de izquierda” con los cuerpos que repudian jerarquías, autoritarismo, delegación, poder, que se reencuentran a pesar de todo contexto represivo.
Hace tres años decíamos que “ellos eran los infiltrados en la existencia vital”. Ahora se vuelve a reafirmar. No solo porque quedó nuevamente registrado en nuestros cuerpos la violencia del Estado, sino también porque se cae el velo de los oportunismos políticos que utilizaron la memoria rebelde y anárquica de Santiago.
¿Cuántas violencias caben en los cuerpos? ¿Cuántas ausencias caben en los cuerpos?
Bajo la logística del Estado y el mando del Capital, los ejecutores asalariados continúan desapareciendo personas en la sacra democracia y persiguiendo a quienes la cuestionan. El odio visceral hacia la maquinaria policial, los afectos vitales, la difusión de ideas incendiarias, la defensa (y autodefensa) de la vida y los cuidados entre nosotrxs, pueden ser armas afiladas que cercenen cabezas de verdugos.
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