Comer menos carne o cuando la política engulle a la ciencia

Fuente: https://www.climatica.lamarea.com/politica-ciencia-carne-garzon/

El vídeo de Alberto Garzón ha soliviantado a los ganaderos españoles, a cuyo rescate ha salido el sector socialista del gobierno de coalición. Hablamos con especialistas que, con matices, aprueban lo expuesto en el vídeo.
Comer carne: la política antes que la ciencia | Climática
El ministro de Consumo, Alberto Garzón, en el polémico vídeo sobre la producción y el consumo excesivo de carne. Foto: REDES SOCIALES DE ALBERTO GARZÓN

«Si se mantiene el curso actual, habrá una catástrofe medioambiental sin precedentes», por lo que será necesario, entre otras acciones, reducir el consumo de carne actual. Esta advertencia no es parte del vídeo que ha publicado el ministro de Consumo, Alberto Garzón, y que tanto rechazo ha generado en la parte socialista del Gobierno de coalición, con el presidente a la cabeza, la oposición y parte de la opinión pública. Lo recoge el documento España 2050, un plan que el propio Pedro Sánchez  presentó el pasado mes de mayo. Sin embargo, entonces no se armó tanto revuelo. Tal vez por las formas, tal vez por el contenido, tal vez por el emisor. Pero la realidad sigue siendo la misma.

El mensaje central del vídeo difundido por el coordinador federal de Izquierda Unida es claro: España consume muchísima carne, más de la que debería, por lo que deberíamos reducir las ingestas. Por el bien de la biodiversidad, del clima y de la salud. Y los cambios necesarios deben ser tanto individuales como colectivos, implicando al sector.

El último en poner esto sobre la mesa fue el IPCC, el mayor panel de especialistas en cambio climático del mundo, ligado a la ONU. Fue en agosto de 2019, cuando publicaron su informe especial sobre el uso de la tierra y el cambio climático. Una de las conclusiones de aquel extenso trabajo era la necesidad de reducir el consumo de carne y priorizar los alimentos de origen vegetal. “Algunas dietas requieren más agua y más tierra, y causan más emisiones de gases que aumentan el calentamiento global”, explicaba Debra Roberts, una de las científicas que coordinó el estudio. También insistía en esta idea María José Sanz, parte del equipo del estudio y directora del BC3, en una entrevista para Climática: «El informe no dice que tengamos que convertirnos en veganos, sino que tenemos que repensar un poco nuestras dietas»

 

El mensaje no es nuevo. No puede suponer una sorpresa para nadie. A través de múltiples informes y estudios, la comunidad científica lleva años respaldando la idea de reducir –que no eliminar– el consumo de carne. Sin embargo, y a pesar de ser una realidad poco cuestionable, la clase política y parte de la opinión pública ha querido interpretar libremente –cuando no negar– los hechos científicos.

“Nos quedamos sin políticos valientes. Ahora casi nadie apoya lo que es una obviedad científica: que producimos y consumimos demasiada carne”, cuenta Fernando Valladares, profesor e investigador del CSIC. Su postura es tajante: ”Desde el punto de vista científico, no hay ningún debate con la carne. Comemos demasiada. Y demasiada tanto para la salud de las personas, que mueren por ello, como para el planeta, que se calienta y degrada por ello”.

La clase política, en contra de la evidencia científica

El vídeo, que tanto ha soliviantado al sector ganadero, también disgustó al ministro del ramo, Luis Planas. El titular de Agricultura, Pesca y Alimentación se alineó con las tesis de los productores de carne y en contra de Garzón. “Nuestros ganaderos y nuestras ganaderas están siendo objeto de críticas que son profundamente injustas. Y merecen un respeto a su trabajo honesto. Un trabajo que hacen, primero, para nuestra alimentación. Luego, para nuestra economía. Y finalmente para la cohesión territorial de nuestro país”, afirmó el ministro en el programa Aquí Cuní de la Cadena SER en Catalunya. En realidad, no hay en las palabras de Garzón críticas a “nuestros ganaderos y nuestras ganaderas”, pero así se lo pareció a Planas.

Luego, al ir desgranando cada uno de esos apartados, lo cierto es que su exposición no se alejaba demasiado de lo señalado por su colega de Consumo en el polémico vídeo. “Lo fundamental es tener una dieta variada, una dieta mediterránea, y ahí cabe todo: nuestras frutas, nuestras hortalizas, verduras, legumbres, leche, productos cárnicos, pescado, aceite de oliva…”. Ese aspecto también se recogía en el vídeo #MenosCarneMásVida, cuando Garzón habla de hacer barbacoas “con moderación” y de “compensar” esos días en los que se consume carne con otros en los que tengan más peso las “ensaladas, arroces, legumbres, verduras…”. Mismos argumentos, los de Planas y Garzón, que sin embargo han creado un incendio en el gobierno, seguramente por todo el dinero que genera el negocio de la producción de carne.

Los ganaderos, en su carta de protesta, hacían hincapié en la importancia económica del sector, y Planas usó también ese argumento: “Hemos generado casi 10.000 millones de euros en exportaciones ganaderas durante el año 2020”. Más tarde, el propio Pedro Sánchez, sin duda con los productores en mente, pronunció la frase del día: “Lo diré en términos muy personales: a mí, donde me pongan un chuletón al punto… Eso es imbatible”.

Para acabar su pretendida impugnación, el ministro Planas destacó la importancia que tiene la producción de carne en la cohesión del país: “¿Qué es la España vacía? La España vacía es secano y es ganadería extensiva. Y yo creo que merece respeto, consideración y apoyo”. Garzón también subrayaba ese aspecto en su vídeo: “No todos los tipos de ganadería son iguales. La ganadería extensiva, por ejemplo, es mucho más sostenible que las macrogranjas. Además, ayuda a enriquecer los suelos, a prevenir incendios y a crear puestos de trabajo que protegen la economía local”.

En el rifirrafe personal, Garzón aseguró en La 1 que el ministro Planas estaba avisado de esta campaña. Él lo niega: “No es cierto en absoluto. Yo no tenía ningún conocimiento de que se iba a lanzar esta campaña y lamento que se me utilice a este respecto”.

El PSOE en bloque salió a criticar la campaña difundida por el Ministerio de Consumo. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, habló en el programa Las cosas claras, de TVE, con la lección aprendida. Destacó la calidad de la carne española, la sostenibilidad con la que se produce y su importancia en la economía. Y no admitió de forma categórica que deba reducirse su consumo. De hecho, en una serie de enrevesados circunloquios, se alineó con las tesis liberales: “Defender el sector primario no es incompatible con que demos instrumentos de mayor empoderamiento a todos los consumidores, en una sociedad madura, en una sociedad desarrollada, en la que todos sabemos la importancia que tiene la alimentación en nuestra salud. Se trata de que se tengan criterios para que cada uno, en su ámbito de libertad, pueda decidir cómo y de qué manera distribuye su alimentación”.

Montero añadió que, como médica de profesión que es, siempre recomienda a sus pacientes la moderación, pero insistió en que la polémica está sacada de contexto. “Lo que queremos desde el Gobierno –reiteró Montero– es transmitir nuestro apoyo al sector de la carne, tan importante para la economía rural, y para la global, de nuestro país. Y, por otra parte, dar capacidad a los consumidores para que sepan que la alimentación influye de una manera decisiva sobre su salud. Así que cada uno tendrá que tomar sus propias decisiones”.

Más mordaz en sus críticas estuvo el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page: “Ya tenemos a algún ministro, que se está inventando su cargo todos los días, y al que no se le ocurre otra cosa que decir que no hay que comer carne. No tiene otra cosa que hacer”. Lo cierto es que Garzón no dice en el vídeo que no haya que comer carne sino que hay un consumo excesivo y que éste debe reducirse, tal y como indican desde hace años las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según este organismo, el límite máximo está en los 26 kilos de carne al año por persona. Según las encuestas manejadas por el Ministerio de Sanidad, en España se consumen alrededor de 50 kilos por persona y año, cifra que doblan las estimaciones de la FAO.

La derecha también ha vertido críticas contra el líder de Izquierda Unida. Ciudadanos ha registrado en el Congreso una petición para que Luis Planas explique y rectifique las declaraciones de Garzón. El Partido Popular, de la mano de Pablo Casado, ha pedido que “no nos digan lo que tenemos que hacer en nuestra casa” y que se vayan “a la suya”.

También han querido posicionarse desde Verdes Equo, la formación aliada de Más País: “El debate de la reducción del consumo de carne está en toda Europa por motivos de salud, de protección del clima y de bienestar animal”, explica a Climática su coportavoz Florent Marcellesi. Para él, “hoy Pedro Sánchez ha hecho gala de mucha frivolidad. Vemos que el compromiso verde del Gobierno se basa en muchas declaraciones y poca concreción, y sobre todo muchas contradicciones y poco BOE”, aludiendo a que el Ejecutivo “ha cedido a la primera de cambio a las presiones de los lobbies de la carne industrial low cost”.

Lo que dice el vídeo… y lo que dicen especialistas

“¿Qué pensaríais si os dijera que el consumo excesivo de carne perjudica nuestra salud individual y también nuestro planeta?”. Con esta pregunta, cuyo contenido es correcto y que interpela a la ciudadanía española, comienza Alberto Garzón a hablar en el vídeo publicado este miércoles. Y sigue: “Sin planeta no tenemos vida, ni salarios, ni economía… Nos lo estamos cargando […] Podemos cambiar nuestra dieta y mejorar el estado del planeta”. Una vez más, el diagnóstico es coherente con lo que la ciencia lleva décadas advirtiendo.

Así lo ve también Ivanka Puigdueta Bartolomé, doctoranda en cambio climático y sistema alimentario por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), quien, además, pide no poner el foco solo en lo individual, como ha hecho la ministra Montero: “Esto no ha de recaer en la responsabilidad individual, sino que ha de diseñarse un paquete completo de medidas orientadas a una mejor información de la ciudadanía, un mayor acceso a opciones vegetales (por ejemplo, en los comedores públicos de universidades, hospitales…), regulación del greenwashing y de los mensajes engañosos de la industria cárnica, etc.”.

Aun así, el primer error comunicativo está en el título (#MenosCarneMásVida), señala el investigador Alberto Sanz Cobeña, profesor e investigador en el Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Ambientales en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM): “Este tema, no tratado hasta ahora a nivel político, ni en España ni en muchos otros países de nuestro entorno, no conviene resumirlo en un hashtag como ese. Se necesita hablar desde la matización en base a las evidencias científicas… Supongo que es una forma de captar la atención, pero creo, como investigador, que hemos de hacer un esfuerzo para que la realidad no sea un hilo de Twitter“.

A ojos de Gemma Teso, profesora de la UCM experta en comunicación y cambio climático, «uno de los problemas es quién es el narrador: no es un periodista ni un científico, sino un político y encima un ministro, miembro del gobierno». Además, sostiene, «gran parte del revuelo viene de la falta de comunicación dentro del propio gobierno. […] Hay que hacer una labor de comunicación interna, dentro del propio Ejecutivo y de los propios partidos antes de lanzarse al escenario público». Asimismo, cree que «el PSOE tiene ahora otros frentes a los que quiere dar prioridad. Por otra parte, en este partido hay políticos como García-Page, con una mentalidad bastante más conservadora, que claramente no sabe ni comprende la urgencia de la lucha contra el cambio climático».

Para apoyar su discurso, el ministro de Consumo da una serie de datos científicos, como que, “según la FAO, España es el país que más carne consume de toda la UE“. Es cierto, como corrobora la investigadora Ivanka Puigdueta, que señala que “los datos de la FAO son los únicos disponibles para comparar entre países“. Y como se puede comprobar, España se sitúa a la cabeza con más de 100 kg por persona al año. “Un consumo a todas luces excesivo, pero es que en grupos con un mayor poder adquisitivo se incrementa todavía más“, añade María José Sanz, introduciendo en el problema el matiz de la clase social.

«La cantidad recomendada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) es de entre 200 y 500 gramos semanales, pero en España el consumo medio [de carne] es de más de un kilo», dice el ministro. En este punto, quienes han querido criticar a Garzón han recurrido al hecho de que España es el país más saludable –según el ranking de Bloomberg– y con más esperanza de vida –según The Lancet–.

“Estudios científicos apuntan que las dietas ricas en grasas, sodios y azúcares provocan, en conjunto, más muertes que las ocasionadas por el alcohol, el tabaco o las drogas“, comenta Garzón. Una vez más, la investigadora le da la razón, aunque matiza su mensaje: “Aquí habría que haber diferenciado entre grasas, porque las grasas insaturadas son beneficiosas. Pero si de lo que se habla es de grasas de origen animal, entonces sí: son perjudiciales para la salud“.

Siguiendo esta línea, en el vídeo se hace referencia a que la OMS ha alertado sobre los riesgos para la salud del consumo excesivo de carne roja y procesada. Así lo certifican estudios como el publicado en 2019 en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, donde concluyen que la carne roja influye negativamente en el planeta y en la salud de las personas.

Otro de los datos empleados por Garzón en su vídeo para apoyar la reducción del consumo de carne hace referencia a la influencia de esta en la crisis climática. “En efecto, las flatulencias de las vacas y las heces de los cerdos y piensos generan ya más contaminación que los coches. La evidencia científica, es más, apunta que la ganadería a nivel mundial representa ya el 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, con el perjuicio que ello conlleva al entorno natural en el que nosotros vivimos y del que vivimos“, asegura Garzón en su exposición. Y propone un objetivo: “Si somos capaces de reducir nuestra dieta al nivel de consumo moderado recomendado por las autoridades sanitarias, podemos reducir hasta un 50% el nivel de emisión de GEI, y hasta un 20% el nivel de muertes prematuras“.

“Un párrafo que debería ser fuerza, y es frágil desde el punto de vista de rigor científico“, se lamenta Sanz Cobeña. “Flatulencias se suele relacionar con pedos. El metano del que hablamos procede del rumen de los rumiantes, sale por la boca“, explica. Y continúa: “Cuando haces estas comparaciones de grano grueso te aseguras el error si no realizas antes un proceso de explicación/educación“.

En esa misma línea se sitúa Agustín del Prado, investigador del BC3, que introduce nuevos matices en las cifras: “La atribución de la FAO incluye no sólo emisiones directas (metano eructado, nitroso, y metano de estiércol y purines), sino también indirectas, como el consumo de energía por transporte, entre otras fuentes. Por eso es absurdo establecer una comparativa con las emisiones totales del sector del transporte ya que los camiones que transportan animales son a la vez parte de ese 14,5%“.

Actualmente, el sistema agroalimentario es responsable de un tercio de las emisiones globales de GEI. En este 30%, “el modelo ganadero intensivo tiene un gran potencial de mejora, desde el punto de vista de la eficiencia pero no será suficiente sin medidas que nos afectan a todos y todas como consumidores“, apunta Sanz Cobeña. En cuanto a la comparación con los vehículos, Ivanka Puigdueta no sabría decir si la comparación es precisa al 100%, pero cree que “el objetivo es comparar con algo que la ciudadanía tenga muy presente“.

En el vídeo, el ministro también hace referencia a que para tener un kilo de carne de vaca hacen falta 15.000 litros de agua. Una cifra cuestionada por las seis organizaciones interprofesionales del sector, que aseguran que el 90% del agua que se usa procede de la lluvia. Y es que, como apunta Alberto Sanz de Cobeña, se trata de un dato con poco rigor: “La huella hídrica como herramienta indicadora está en continua discusión. Esos litros de agua, efectivamente, son en gran medida agua de lluvia“. Y lanza una sugerencia: “¿Por qué se mide el impacto en huella hídrica y no en deforestación o en emisiones de compuestos nitrogenados?“.

En cuanto a la deforestación y su relación con la ganadería, «aproximadamente el 20% de las importaciones de soja y al menos el 17% de las exportaciones de carne de vacuno desde Brasil a la UE podrían estar vinculadas con la deforestación ilegal«, apunta Del Prado. ¿Cómo reducir el impacto? «Mediante el apoyo de sistemas ganaderos locales extensivos en base a pastos, consumiendo sus productos y reduciendo la necesidad de importación!. Aun así, insiste el investigador, «el gran problema de la deforestación es causado por la soja, que sobre todo se usa no para engordar vacas, sino cerdos que mayoritariamente se exportan».

Y más allá de los datos y afirmaciones, en el vídeo difundido por Alberto Garzón pueden verse imágenes de una vastísima macrogranja (un modelo de explotación habitual en países como Estados Unidos y Brasil) que no representan con fidelidad al sector cárnico español. Nuestro país es, efectivamente, un gran productor y exportador de carne. En 2018, según datos recopilados por la Universidad de Oxford, España produjo 7,03 millones de toneladas de carne, casi tantas como la India (7,45 millones). En Europa sólo Rusia (10,63 millones) y Alemania (8,19 millones) producen más carne. Pero el modelo es muy diferente al estadounidense o al brasileño. Esos dos países son los productores de las dos terceras partes de la soja que se produce en el mundo y que se utiliza mayoritariamente (en un 77%) para el engorde de los animales de la ganadería industrial. Este cultivo intensivo es, además, el principal responsable de la deforestación de la Amazonia. En España, por el contrario, lo que predomina son las explotaciones familiares o las cooperativas medianas. Dos millones de personas viven en nuestro país del negocio ganadero.

“La ganadería en sí misma no es ni mala ni buena“, explica María José Sanz. “Lo importante es determinar qué sistemas son sostenibles y cuáles no. Los que no lo son, por lo general, están ligados a la intensificación“. Y tampoco es raro encontrar sistemas que combinan las dos características, la extensiva y la intensiva. “Debemos abordar cambios y apostar por las producciones más sostenibles, pero afinando para cada sistema –añade Agustín del Prado–. Con la ganadería rumiante hay fases de producción muy ligadas al territorio y otras muy intensivas“.

El vídeo ha colocado en boca de todos a Alberto Garzón, uno de los ministros con un perfil más bajo en el gabinete de Pedro Sánchez. El proyecto estrella con el que debutó en el ministerio fue la regulación de la publicidad de las casas de apuestas. Aquel fue un plan bienintencionado que no logró los resultados esperados. Antes del revuelo de la carne, sus críticos le afeaban que como ministro de Consumo no se haya pronunciado sobre uno de los temas más candentes de la agenda política: la subida continua del recibo de la luz. Hace unas semanas, cuando ese problema abría todos los informativos, Garzón proponía regular las bebidas energéticas. Hay quien atribuye el vídeo de la carne a un golpe de efecto. Con él pretendería ganar relevancia y no quedar apeado del Consejo de Ministros en la próxima crisis de gobierno (se habla de que Sánchez renovará su equipo en septiembre). En las próximas horas, con la llegada de la anunciada ola de calor, tendrá una nueva oportunidad de posicionarse sobre la cuestión eléctrica.

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