Chile: una rebelión popular se enfrenta a un régimen fascista

Fuente: frenteantiimperialista.org/blog/2020/02/02/chile-una-rebelion-popular-se-enfrenta-a-un-regimen-fascista/                      Antonio Maira                                                                                                                      2 febrero, 2020

 “Los psicópatas de la escopeta”

El golpe en desarrollo; y la resistencia ciega y atada de pies y manos

En Bolivia se plantea en estos momentos la resistencia popular contra la implantación progresiva de un régimen fascista que se realizó a través de un golpe de las FFAA y de la Policía Nacional con apoyo de grupos armados ultraderechistas. El golpe fue planificado, puesto en marcha, legitimado, “legalizado” y enmascarado bajo la batuta de los Estados Unidos. El Departamento de Estado y la CIA escalonaron y adaptaron el proceso golpista a las circunstancias.

El reparto de funciones fue muy rápido tal como he explicado en un artículo anterior. La Policía permitió el afianzamiento del golpe “por inacción planificada” ante el avance de las bandas armadas de las llamadas “organizaciones cívicas” y sus grupos de asalto. Las FFAA se incorporaron a él alegando la “necesidad de evitar una guerra civil”. Inmediatamente después realizaron operativos conjuntos con las fuerzas policiales y en paralelo a las intervenciones de las bandas organizadas. El proceso se había iniciado con un fraude electoral de la derecha que no reconoció los resultados finales en los que había arrasado Evo Morales. El ajuste y el escalonamiento del proceso de desestabilización denotan un mando unificado y una dirección flexible.

El Presidente Evo cometió varios errores graves: el primero encomendar la revisión de los resultados al órgano especializado de la OEA (evidente actor en la planificación del golpe), y el segundo la renuncia y salida de Bolivia con el mismo argumento que habían utilizado los militares: “evitar la guerra civil”. Estos dos errores representaban de hecho la conformidad con la posición de la OEA y de las FAB. No insistiré más sobre este punto.

El objetivo del golpe

El golpe -salvo las posibilidades de resistencia, reorganización y liderazgo que todavía tiene el MAS-IPSP en un proceso electoral “abierto” pero con las normas, exclusiones, acusaciones, violencias e implantación del terror que está realizando el gobierno- se está consolidando.

Su objetivo es encarar -con seguridad en el éxito- el proceso electoral. Para ello está efectuando la destrucción sistemática de las instituciones del estado plurinacional que son sustituidas por otras impuestas por los golpistas. El estado multinacional y multiétnico, socialista, reductor de las desigualdades sociales y nacionalizador de las riquezas -puesto en marcha por Evo Morales-, está desapareciendo aceleradamente. Ese es el programa principal, político, económico y cultural del golpe que va a por todas. No hay negociación posible. Se mantendrá la fachada democrática y se aislará al MAS, garantizando la intervención represiva de los aparatos judicial, ejecutivo y legislativo. Fundamentalmente de la policía, con el respaldo de las FAB y el apoyo criminal de las organizaciones antiindígenas y fascistas.

Sembrar el terror

El golpe incluye en su planificación la eliminación del proceso político de los dirigentes del MAS-IPSP y la detención y bloqueo de los representantes electos. La “siembra del terror” es uno de los procesos que dirigen los organismos de planificación del Departamento de Estado y de la CIA. Esa es una especialización que dominan desde mucho tiempo atrás, especialmente en América Latina.

Ellos regulan también el tiempo necesario para ganar las próximas elecciones, incluyendo en ellas las instituciones de control electoral depuradas que consideren necesarias; y haciendo un trabajo de fondo sobre el monopolio del aparato informativo.

Las organizaciones de izquierda deberían actuar en consecuencia partiendo de un hecho clave: la no aceptación, la llamada a la lucha contra el golpe. Lo anunció, con mucho retraso, Evo Morales, hace pocos días. Sin embargo, su pronunciamiento sobre la necesidad de armar al pueblo contradecía sus posiciones iniciales y fue retirada inmediatamente. La pregunta es obvia ¿Acaso Morales -dirigente de la campaña o candidato a diputado o senador- piensa ganar las elecciones en un clima de violencia extrema y de manipulación electoral e informativa, sin más armas que la denuncia internacional desde Argentina?

Jugar en terreno enemigo

Evo estaba jugando ya en el terreno del enemigo. Sin duda podría haber justificado la necesidad de armar a los colectivos sociales, a las autoridades electas y a sus seguidores, apelando al derecho a la resistencia ante la traición de las FAB, la violencia del gobierno golpista y sus medidas represivas; y a la implicación de grupos fascistas en el golpe, que todavía permanecen activos y armados.

Evo volvió a someterse al plan imperial y al planteamiento golpista de “vuelta a la normalidad”. No solo jugaba en el terreno del adversario sino que –haciendo un símil futbolístico- se metió en la portería. ¿Hasta dónde llega la ingenuidad del expresidente de Bolivia? Este ha sido el tercer gran error del expresidente y no “presidente en el exilio” o “presidente en resistencia” que debería haber sido.

Entrando en Chile

A mi juicio, tanto en Bolivia como en Chile, hay que partir de ciertas realidades que están en la base de lo que está ocurriendo en el espacio geográfico de América Latina. Todo ello en el marco de la guerra global.

Al eje territorial y estratégico de la primera resistencia le he llamado Eje Continental; a lo que sucede, simultáneamente, en el espacio global le que he denominado Eje Horizontal.

En primer lugar el imperialismo de los EEUU corresponde a una situación de capitalismo en crisis y armado para imponer la sumisión y el mercado global; o, lo que es lo mismo, de fascismo.

En América Latina este imperialismo (o fascismo global) se apoya políticamente en fascismos locales -muy visibles en casi todos los países en los que se produce o se ha producido la intervención directa o indirecta de los Estados Unidos-, o en los que sus regímenes son apoyados por Washington.

La vinculación política imperialista y racista, en América Latina primero y en el escenario global, es histórica. Su aparato doctrinal condensado: político, económico y cultural, es la Doctrina de Seguridad Nacional de los Estados Unidos promulgada por Bush (DSNEU) y complementada por Obama y Donald Trump.

Chile: 12 de noviembre de 2019

El día 12 de noviembre de 2019 estalla el malestar social subterráneo en Chile. Con la revuelta se abren las primeras grietas por las que se va a resquebrajar la losa de silencio, desmemoria y apatía alimentada por el discurso y las instituciones heredadas del fascismo de Pinochet.

Esas instituciones son, fundamentalmente, los políticos y grandes funcionarios aupados por la oligarquía terrateniente, industrial, financiera y de servicios, las FFAA en sus cuatro ramas como bastión represivo, la Iglesia como instrumento de control ideológico y una oligarquía económica poderosísima que ya había pactado la implantación de de su programa neoliberal con la Junta Militar y el dictador Pinochet. El mismo que sobre su aspecto de milico ignorante, ultraconservador y violento, representaba con sus conmilitones -para aterrorizar a su pueblo- la mueca más feroz del mundo. La suya dominó la escena de la toma del poder y de la ostentación de la muerte del presidente Salvador Allende, aquél lejano 11 de septiembre de 1973.

El asesino más ungido

Por si todos estos reconocimientos fuera poca cosa, Pinochet había sido reungido por la Señora Margaret Thatcher y la monarquía británica. El “atado y bien atado” de Pinochet había eliminado a todas las organizaciones de izquierda, políticas y sindicales, y contagiado a los políticos de la Concertación. Sus instituciones permanecían casi intactas, con lo que el bloqueo político quedaba asegurado. Todo ello definía la vida del país de la desigualdad, la concentración del poder, la permanencia de las instituciones represivas, y de la economía neoliberal, “ejemplo”, como tal, para América Latina.

Salarios bajos, despidos libres, represión económica, prohibición de los sindicatos de clase, ausencia de normas sobre los derechos sociales, sindicales y políticos de los trabajadores y trabajadoras. Persecución, aislamiento, cooptación de los partidos comunistas y de las manifestaciones de la lucha de clases.

Represión armada cuando hacía falta, fundamentalmente contra el pueblo mapuche otros alienígenas para la clase dominante. Desaliento. Poblaciones marginales, pobladores en pobreza extrema. Privatización de la educación y de la salud. Gente pobre a la que la Primera Dama califica de alienígenas, es decir: gente de afuera, no humanos. Efectivamente, la inmensa mayoría del pueblo chileno vive en guetos que allí –en la periferia de Santiago- tienen el hermoso nombre de poblaciones. Gente de este mundo y solidarias como aprenderá Piñera.

La sombra del Caracazo

Una revuelta anti-neoliberal, espontánea, provocada por el aumento de los precios del metro y otros transportes privatizados llevó a Chile al extremo del aguante. Las quemas de instalaciones, vagones y estaciones, y la declaración de una huelga general expresaba el desgaste absoluto del sistema de despojamiento neoliberal y del desigual reparto de la riqueza.

Representaba una brutal reducción del sistema de supervivencia instalado en Chile, a sangre y fuego, por el general Pinochet y todos sus sucesores. Representa también un eslabón de la cadena de los precios que empieza a vibrar y transmitir la alarma entre toda la población.

Los estudiantes abren las puertas del metropolitano y las bloquean para evitar el pago de los billetes cuyo aumento de precio supone un coste inasumible para miles de ellos, los procedentes de las familias más humildes. Es una medida de ajuste neoliberal que provoca la misma reacción, aunque menos intensa, que las del caracazo del 27 de febrero de 1989 en Venezuela. Los carabineros entran en los vagones y desalojan violentamente a los estudiantes. Los estudiantes insisten en sus protestas y son secundados por sectores obreros y populares.

La medida del gobierno afecta inmediatamente a la reducción de los salarios reales y se refleja inmediatamente en el aumento de los de las mercancías. Los carabineros intervienen por decisión gubernamental con su brutalidad institucional inscrita en este cuerpo represivo desde antes del 11 de septiembre de 1973. Muchos estudiantes son apaleados sin piedad. Los enfrentamientos se preparan, se generalizan y se convocan con regularidad. La lucha decae pero eso es solo un espejismo. Las reivindicaciones parciales se apoyan y convergen en la nueva lucha, más periódica pero más sostenida. Los militares declaran el estado de sitio y las noches se convierten en incendios.

Las reivindicaciones parciales, que se convierten en elementos de identidad, comienzan a unificarse con la represión y en los enfrentamientos, codo con codo. La memoria perdida reaparece y da un salto en la historia, identificando la calle con las viejas luchas y las antiguas consignas.

Surge La Primera Línea como expresión de la resistencia y del combate contra los carabineros.

La lucha comienza en serio cuando las jornadas de protesta se repiten y la represión alcanza límites intolerables. Cuando el Presidente Sebastián Piñera decide volver atrás en su medida de subida del precio de los billetes del metro ya hay detenidos, apaleados, encarcelados, gente identificada como pueblo cegados a perdigonazos, baleados algunos, torturados otros, detenidos por decenas. Comienza a correr el fuego y a producirse los muertos, nuevos héroes populares.

Los reclamos se van uniendo en las consignas:

  • NO ES EL METRO ¡¡¡
  • ES SALUD
  • ES EDUCACIÓN
  • ES PENSIONES
  • ES VIVIENDA
  • ES EL SUELDO DEL PARLAMENTARIO
  • ES EL AUMENTO DE LA LUD
  • ES EL AUMENTO DE LA BENCINA
  • ES EL ROBO DE LAS FUERZAS ARMADAS
  • ES EL PERDONAZO AL EMPRESARIO
  • ES LA DIGNIDAD DE UNA SOCIEDAD

Se comprende en seguida que la dimisión de Piñera supone la aparición de otro Piñera. Los dos contendientes: el pueblo sublevado y la oligarquía reinante cierran filas. La segunda no cede pues sabe que una cesión supondrá el comienzo del cambio de sistema. El pueblo ha descubierto a los enemigos y los sigue descubriendo. La rebelión se va convirtiendo en una lucha de clases.

El oficialismo y la oposición dentro del sistema se esfuerzan en mantenerlo. A la demanda social de un proceso constituyente responden con una Convención constitucional mixta entre parlamentarios y constituyentes elegidos. La elaboración de la “reforma” constitucional, mantiene intactos o refuerza los instrumentos de defensa del sistema que quiere cambiar a toda costa el pueblo de Chile. El parlamento chileno vota y aprueba leyes que permanecerán como tales después de una “reforma constitucional” que se quedará en nada.

Los carabineros reciben más material antidisturbios de efecto letal. Es el rearme de los “psicópatas de la escopeta”. Se refuerza y unifica el aparato de inteligencia que reúne los órganos similares de Carabineros y de las otras ramas de las Fuerzas Armadas. Todas ellas están obligadas a proporcionar información que afecta, evidentemente, a los derechos fundamentales de los y las ciudadanas, fundamentalmente a los que protestan estos meses.

Se está siguiendo el modelo de la CNI de los EEUU. Chile se está convirtiendo en un “estado policial” legal, que recubre un estado policial soterrado.

El Presidente es autorizado por el Parlamento para utilizar a las FFAA para proteger a la “infraestructura crítica” sin autorización parlamentaria durante un período de 40 días. Con ello las FFAA además de efectuar tareas policiales bajo un estatuto que aumenta las penas de la resistencia, liberan a los carabineros para que refuercen su número en las tareas de represión.

Así pues: estado de sitio permanente con tareas especializadas e información unificada. “Va a permitir liberar a un número muy significativo de Carabineros para que puedan cumplir sus labores de proteger a nuestros compatriotas, de proteger el orden público, de asegurar la paz”, ha dicho el Presidente Piñera, un político muy consecuente con su papel, aunque algunos lo tachen de loco.

“La gobernanza neoliberal se acaba y el capitalismo busca una nueva gobernanza, pero no hay crisis de sistema” dicen algunos socialdemócratas apurados que quieren permanecer en el capitalismo. En realidad en Chile hay una revolución que busca su camino y potencia una mal organizada -por ahora- lucha de clases. Es impresionante la perseverancia de los jóvenes y, sobre todo, la incorporación de las mujeres a la lucha revolucionaria.

Entre tanto, la reforma constitucional está siguiendo el modelo de subordinación imperial y de permanencia del sistema retocado de la Transición española.

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