Chile. Una dictadura perfectamente legal

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CHILE. Una dictadura perfectamente legal ——————— Ricardo Candia Cares

POLITIKA – 23/01/2020
Toda la clase política unida junto a Piñera para salvar el modelo.
Un gobierno desfondado cuyo rechazo no solo es una función de la estadística sino que una expresión de la más profunda inmoralidad, basa su acción en un Congreso rechazado por corrupto, inepto e inútil, en el cual los partidos políticos, al borde de la extinción abrumados por la corrupción y la más perfecta inutilidad, se han dado la tarea de salvar todo lo que hay.
Como si nada sucediera en el país.
O, lo que es lo mismo, como si lo que está palpitando fuera una cuestión solo derivada del orden público, como acentúan con rasgos de una torpeza solemne los dirigentes del orden.
Entre que no tienen elementos alfabéticos para leer lo que estalla frente a sus ojos y el no querer hacerlo por el impacto que genera el pánico ante la vastedad no solo de su fracaso, sino de lo que se puede venir encima, el régimen se apresta a ejecutar un nuevo tipo de Golpe de Estado: la ocupación del país mediante leyes que no son sino mecanismos de represión militar.
La autorización de las FF.AA. para resguardar lo que se nombra como infraestructura crítica no es sino un eufemismo para plagar de soldados el territorio en el que hasta un puente, una carretera o una venta de pan, resultarán ser también Infraestructura Crítica y en breve, los muertos sumaran cientos o miles.
Agregue la Ley Anti saqueos, Anti El que Baila Pasa y Anti barricadas, sumadas a la abrumadora legislación antisubversiva y represiva que se ha acumulado en treinta años de mentirosa transición, usted verá que estamos en peligro. Los golpes de Estado son ahora de nuevo tipo: perfectamente legales.
Cuando los militares traidores asaltaron La Moneda violaron la ley. Ahora la van a cumplir.
Súmele como un aderezo necesario para que toda dictadura funcione, un poder judicial amoral, sometido, que abandona su rol de administradores de justicia y la defensa de los derechos de las personas, y una prensa obsecuente, acrítica, entregada al poderoso y en muchos casos vendida o arrendada.
La Revolución de Octubre, nombrar este fenómeno como un Estallido es creerlo como algo que de súbito solo mete ruido, viene a poner sobre la mesa lo que muchos han dicho: esta es una dictadura.
Cierto sentido común instalado por la fuerza de la manipulación mediática, dirá que no hay militares en el gobierno y que hay Estado de derecho y elecciones.
Ha habido votaciones, pero no democracia. Habrá habido instituciones pretendidamente democráticas, pero no ha habido democracia. Y el vapuleado Estado de derecho lo han esgrimido solo cuando les interesa meterle bala al insurrecto.
Lo que sí ha habido son asesinatos, perseguidos, encarcelados, torturados, desaparecidos, violados, mutilados, abusados, saqueados, reprimidos, espiados, amenazados.
¿Sumará todo eso un rasgo de la democracia que pregonan los corruptos a cargo del Estado y sus cómplices del sistema político?
El caso es que en Chile no ha habido democracia en los últimos cuarenta y siete años.
Por más que intenten hacer aparecer el tinglado pos dictatorial con una pátina de barniz pseudo democrático. Por más que parezcan gente decente. Por más que se llenen la boca con palabras altisonantes en las que no creen ni mierda.
Y precisamente haber vivido en esa falsía durante todos estos decenios es lo que revienta en las plazas y calles del país. Lo que estalla ante las narices de sus responsables es esa contradicción: creer que se vive en democracia y que la realidad, porfiada, te diga otra cosa.
La real transición democrática se comienza a imponer. Empieza a ser necesaria. Pocas cosas tan democráticas como el pueblo manifestando su rabia en las calles.
Y, por cierto y con toda razón, quienes se han beneficiado hasta el hartazgo de esta dictadura travestida en democracia, son quienes ven amenazados sus muchos intereses y reaccionan de la única manera que reacciona una tiranía: mediante la violencia más aguda.
Esta vez, disfrazada de orden público.
La resolución de la contradicción entre democracia y dictadura necesariamente va a generar una energía difícil de domar.
Obligará a tomar partido a los indecisos. A crear maneras nuevas de organizarse. Las Asambleas de barrios toman cada vez un rol imposible de sustituir. La gente toma en sus manos sus reflexiones, decisiones y soluciones. No es necesario que existan intermediarios que se propongan buenamente, la representación de personas que pueden hacerlo por sí mismas.
Cursó rápido la necesidad de intentar formas nuevas de luchar y hacer frente a una represión que no se mide en gasto ni en crueldad. ¿Cuánto falta para que la gente asalte una comisaría y se arme para defenderse?
Vea que los personeros de la ex concertación deberán tomar partido porque en adelante no será posible estar y no estar. Algunos de esos sujetos ya han optado por la ultraderecha, a juzgar por sus votos. La polarización que viene no permite ni el doble estándar desvergonzado ni la traición impune.
Este es un proceso del que no se sabe mucho.
Algunos teóricos estarán tratando de encajar a la fuerza lo que pasa en la calles a los preceptos de sus íconos. Otros, menos versados, estarán al aguaite de lo que salga de la valentía de la gente, que, después de todo, es la base en la que se sustenta toda teoría, por muy emplumada que sea o haya sido.
La misma gente que ha terminado con todas las dictaduras que ha habido.

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