Anti-editorial (#14): Destruyamos la espera

Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2021/03/12/anti-editorial-14-destruyamos-la-espera/                                

No sentimos deseos de apoderarnos del Estado, sino de recuperar el mundo, paso necesariamente más complejo, más general, y también más gradual, menos espectacular. Nuestros métodos variarán siguiendo los hechos empíricos que encontremos aquí y ahora, allá y más tarde.

“TÉCNICA DE GOLPEO DEL MUNDO” – INTERNACIONAL SITUACIONISTA

Hace casi 100 años, en una realidad casi literaria, un anarquista nos decía: “Ya sé que no veré el triunfo de mis ideas, pero otros vendrán detrás más pronto o más tarde”. Unos años más tarde, en una literatura casi realista, un personaje nos decía: “No creo que podamos cambiar el curso de los acontecimientos mientras vivamos. Pero es posible que se creen algunos centros de resistencia, grupos de descontentxs que vayan aumentando e incluso dejando testimonios tras ellos de modo que la generación siguiente pueda recoger la antorcha y continuar nuestra obra”. Quizás la incertidumbre y el peso mortuorio de este presente podrían mermar si pensamos e incorporamos esas reflexiones, ese anhelo, esa esperanza —“siempre habrá alguien que recoja la antorcha”—. Sí, puede ser.

Aunque si solo nos atenemos a esto corremos el peligro de convertir a la vida en un futuro continuo, ya que “la esperanza se atribuye a la espera”, y la espera nos impide fracturar el presente, degustar la revuelta cotidiana, lo desconocido que interrumpe en la vida de todxs. Afortunadamente, las grandes utopías –grandes pesadillas–, los grandes relatos del siglo XX se derrumbaron. De lo que se trata ahora, no es de vivir un futuro perfecto mañana, cuando la Revolución o la Historia se “realice”, sino de empezar a recuperar la Vida aquí y ahora. El pasado transcurrió y el futuro no existe. La lucha se disputa en un constante presente, por eso el fin debe estar contenido dentro de los medios. Entendiendo la lucha de esa forma, el Futuro deja de ser algo lejano a ser alcanzado, y comienza a ser el resultado de nuestras acciones cotidianas. No hay una meta que alcanzar, sino un presente que habitar de otra manera.

La fractura del presente, en un contexto en el cual cada vez se hace más difícil respirar, puede relacionarse con algo de lo que hablaba un filósofo inclasificable: organizar el pesimismo. Pesimismo en tanto rechazo de las buenas voluntades de los amos, de los lineamientos de los programas políticos, de los postulados del partido del orden, de las mentiras democráticas, en fin, de la férrea creencia en la sociedad del espectáculo. Rechazar, entonces, ese “futuro más bello de nuestros hijos y nietos” anunciado en los recintos bíblicos que fusionan promesa y esperanza, sacrificio y resignación al “mal menor” efímero pero eterno. Anuncio que estanca el presente y nos inmoviliza. Anuncio donde todo será y nunca es: “Organizar el pesimismo no es otra cosa que descubrir en el ámbito de la acción política el ámbito de las imágenes de pura cepa. Ámbito de imágenes que no se puede ya medir contemplativamente”. Ya no hay contemplación, pose, discurso, delegación, representación, ideología, esperanza, mañana. Hay movimiento, complicidades, conspiraciones, acción, fuego, ahora. Y si hay desesperanza, que sea desesperanza organizada, desesperanza en movimiento que agrieta las iglesias de este siglo.

La realidad es asfixiante, aunque siempre habrá fisuras. El movimiento es constante y todo lo que se mueve, choca. En un impulso rebelde por visibilizar estas fisuras, una compañera se pregunta —nos pregunta— “¿Cómo no dejarse desganar por una maquinaria que nos quiere tristes, desanimadxs y aisladxs?”, y encuentra una posible respuesta frente a esto: algo que resquebraja a los enemigos son las alianzas. Rechazo y movimiento. Alianzas y afectos. Armas que nos cobijan del desgano generalizado impuesto por los mandatos del Capital. Armas en tiempos de promesas eternas que afilan nuestros posicionamientos en el mundo. Armas que nos empujan a preguntarnos ahora mismo ¿cómo queremos vivir? y ¿cómo vamos a hacer para lograrlo? Armas que construyen prácticas cotidianas no recuperables no solo para quienes son el Estado, sino también para quienes aspiran a serlo.

Que esta época del año invite a una memoria combativa contra los mecanismos dictatoriales que anularon la vida. Que esta vida invite a un presente ingobernable contra las lógicas patriarcales, coloniales, capitalistas y estatales que descartan los cuerpos.

Agustina Byrne

Editorxs


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