América Latina en Resistencia: Tensión en Perú

Fuente: https://www.investigaction.net/es/america-latina-en-resistencia-tension-en-peru/

Editorial / ¿Quién es Pedro Castillo?

Semanas después de la segunda vuelta electoral, la tensión en Perú sigue intacta. Aunque aún no se proclama al nuevo presidente, el conteo oficial indica que el candidato de izquierda, Pedro Castillo, triunfó con 50,125% de los votos, frente al 49,875% de la líder de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, una diferencia de 44 mil votos.

La candidata derechista rechazó los resultados e impuso varios recursos de nulidad, que hasta ahora han sido desestimados por la justicia. Por el momento, no hay ni una sola prueba o elemento que dé cuenta de un fraude electoral, pero la estrategia de Fujimori busca obstaculizar la toma de posesión, pidiendo la anulación de actas electorales provenientes de los territorios rurales donde Castillo arrasó.

Nacido en la sierra norte de Perú, Castillo aseguró que «ninguna maniobra» podrá torcer la «voluntad de cambio» del pueblo peruano, y llamó a sus apoyantes a defender su voto. El ahora presidente electo de 51 años se postuló como candidato invitado de Perú Libre, un partido que se define abiertamente de izquierda marxista y socialista. El símbolo del partido, el lápiz, no es casualidad: él es maestro rural de educación primaria desde 1995, con un magíster en Psicología Educativa.

Además, ha sido «rondero», como conocen en Perú a los miembros de rondas campesinas que luchan contra la delincuencia. Castillo ganó alguna notoriedad en el 2017, cuando lideró una huelga nacional de profesores que se extendió por 75 días. Los maestros exigían, entre otras cosas, un aumento de sueldos para los maestros peruanos. Precisamente, el voto rural –los olvidados y desatendidos pobladores de la sierra y la selva- fue determinante para asegurar su victoria.

Pero, Castillo aún tiene muchos, muchísimos, retos por delante. El primero de ellos, lograr juramentarse el próximo 28 de julio. Las élites políticas, mediáticas y económicas, así como los militares retirados, le han pedido abiertamente a las Fuerzas Armadas que impidan su asunción. Es decir, un golpe previo que hace recordar lo que pasó en Bolivia en noviembre del 2019.

Superado ese obstáculo, le tocará negociar con el Congreso para impedir cualquier intento de derrocamiento por la vía legislativa, pues – como quedó demostrado desde el año 2018 con la destitución de tres mandatarios- este poder puede declarar con cierta facilidad la vacancia presidencial y sustituir legalmente el presidente.

Sin embargo, Castillo surge en un momento donde la clase política peruana está más desacreditada que nunca, especialmente el Congreso, que estuvo sumergido en escándalos de corrupción en los últimos años. En ese sentido, sería “arriesgado” atacar a alguien que representa a las masas olvidadas.

Si logra estos dos pasos, Castillo tendrá serios desafíos económicos por delante tras 30 años de políticas neoliberales. Y los caprichos del “mercado” le vienen dificultando la misión. Apenas se conoció el triunfo de Castillo, el dólar se disparó, empezó la especulación con los precios y llegó el espectro de la fuga de capitales.

El temblor de las élites no es infundado. Durante la campaña, Castillo propuso abiertamente la nacionalización de sectores estratégicos como el minero, gasífero y petrolero, actualmente entregues a las transnacionales. La actividad privada, según el presidente electo, debería ser en “beneficio de la mayoría de peruanos”.  También planteó aumentar el presupuesto para la educación, la salud y la agricultura.

Por otro lado, Castillo es crítico del sistema de Administradoras de Fondos de Pensiones y de los tratados internacionales de Perú, que, según declaró, tendrían que ser reformulados. Asimismo, quiere “desactivar” el Tribunal Constitucional y dotarlo de representantes elegidos por el pueblo y no por el Parlamento.

Es seguro que cada paso del nuevo presidente (asumiendo que logra tomar posesión), por más modesto que sea, se enfrentará a la violenta oposición de una élite tan violenta como decadente. El reto será mantener una correlación de fuerzas favorable, mobilizando el apoyo popular para seguir avanzando, sin caer en la tentación de conciliar.

A nivel continental, la inesperada victoria de Castillo es un cambio significativo en el tablero. Por ejemplo, el “Grupo de Lima”, la alianza de gobiernos derechistas contra Venezuela, pierde “Lima”. Además, los gobiernos neoliberales y aliados de EEUU en Brasil, Colombia y Chile se han vuelto cada vez más impopulares y enfrentan elecciones en un futuro cercano. Días difíciles para Washington en su “patio trasero”…

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