Al Nakba es recuerdo permanente

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El tiempo, definido por la ciencia como aquella magnitud física donde suceden hechos y eventos resulta ser implacable, nada lo detiene. No hay manera de impedir su avance pero, el recordar, impide que hechos que marcan nuestra vida se pierdan en el olvido.

Al Nakba es recuerdo permanente

El tiempo es un flujo constante de sucesos y entre ellos, este mes de mayo nos permite evocar hechos, acontecimientos con enormes consecuencias en el ámbito de la vida de diversos pueblos en Oriente Medio, en especial del pueblo palestino. Un suceso, que con el paso del tiempo no deja de encender nuestros corazones, de alentar nuestra indignación y estimular el diario recuerdo, como la etimología de esta palabra lo refiere recordis: del latín, volver a pasar por el corazón. Ese suceso es Al Nakba, la catástrofe en árabe, el crimen sin resolución desde que se diera curso a la creación de la entidad sionista, el día 14 de mayo del año 1948 y con ello el comienzo de un genocidio que no ha terminado.

Al Nakba es de esos acontecimientos, que nos trae al presente recuerdos trágicos, incluso algunos que se perpetraron un mes antes que el sionismo concretara su mito fundacional, como fue la matanza de Deir Yassim (1). Una Nakba con emociones contenidas y otras que se desbordan al dar cuenta de la serie de hechos, que implicaron la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus hogares, donde hoy se erige la entidad sionista bajo el nombre de Israel. Ciudades y pueblos ocupadas por colonos extranjeros, que se levantaron sobre los despojos de las aldeas y pueblos palestinos arrasados por la furia homicida de paramilitares sionistas, alzados sobre la sangre y los huesos de miles de palestinos asesinados en sus tierras hoy usurpadas en un proceso de expansión sobre territorio palestino.

Por ello, cuando suelo hablar de Al Nakba, señalo con pleno convencimiento, que esta catástrofe es memoria y es presente sobre los objetivos que tiene y debe tener toda reivindicación palestina sobre su tierra: el retorno y la autodeterminación. Tareas indudablemente complejas a la luz de la actual dinámica de la política cívico y militar de Israel, con un gobierno de coalición que une corruptos y criminales de guerra y que está decidida a violar a todo lo que huele a derecho internacional, contando para ello con el apoyo irrestricto de Washington.

Una complicidad evidente la de Washington, sin pudor alguno, ya sea trasladando la embajada estadounidense de Tel Aviv a Al Quds, apoyando a Israel en su desconocimiento de las resoluciones condenatorias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de instituciones como la UNESCO, no reconocer jurisdicción de la Corte Penal Internacional (CPI) en los crímenes cometidos por el sionismo y en los últimos días, alentar la anexión de los asentamientos con colonos sionistas en Cisjordania, el Valle del Jordán y las tierras al norte del Mar Muerto, en beneficio de los apetitos expansionistas del mito del Erezt Israel (2)

Traer a colación Al Nakba es dificultar que la memoria quede  oculta, impedir que sea una expresión de justicia. Recuerdo, en una disputa con un sionista, que solía alegar su parte árabe como escudo frente a las críticas, el señalarle la importancia de la memoria como arma a quienes basan sus argumentos en construcción de mitos utilizando para ello, no sólo la religión, sino aparentes promesas y definiciones de pueblo elegido. Mitos construidos, incluso con la usurpación de su arqueología, el vestuario, comida, música, cambiar la denominación de pueblos y aldeas, que es la manera que tiene el sionismo de tratar de borrar la identidad de un pueblo, apropiándose de su historia. Pero, está la memoria y esa no se hace desaparecer así como así con los palestinos, ni con nadie que ame su historia y la defienda como lo hace Palestina y su pueblo.

El poeta nacional palestino Mahmud Darwish nos refiere, que el combate del pueblo palestino por su libertad, su lucha contra el opresor tiene un componente esencial: el campo de la memoria. En el sentido que uno de los actores, el sionismo, que pretende borrar, invisibilizar la memoria de un pueblo milenario, su historia, su lengua, mediante un proceso de sionización. “Pero, el pueblo palestino, a pesar de 72 años de una política de exterminio puesta en práctica desde el momento mismo que nace la entidad sionista y comience Al Nakba, lucha día a día para que esa memoria permanezca, porque esté presente aún en las condiciones más adversas. Una Palestina indomable, que haciendo uso de todas las formas de lucha resiste, para gloria de sus hijos e hijas y para la admiración de todos aquellos que creemos que más temprano que tarde Palestina será capaz de alcanzar su plena libertad”

Mayo Infausto

El 14 de mayo es una fecha dolorosa para el pueblo palestino. Un número desgraciado, pues la cobardía de las potencias occidentales permitió, no sólo concretar el fin del Mandato británico sobre Palestina sin generar la autodeterminación de su pueblo, sino que dio vía libre para la conformación de una entidad que daría impulso a décadas de crímenes, usurpación, expolio y saqueo de un pueblo y su tierra. Efectivamente, el día 14 de mayo del año 1948 nace, no sólo un régimen totalitario, sino también un patógeno que ha causado un daño enorme a la región donde decidió instalarse. Lo denomino Sion 48, versión israelí del SARSCOV post segunda guerra mundial.

Una entidad, que gracias a la crisis de conciencia de las potencias occidentales, principalmente, le ha hecho pagar al pueblo palestino los delitos, crímenes y exterminio causados por una extinta Alemania nacionalsocialista. Una Alemania, que hasta el día de hoy asigna fondos para expiar sus culpas por haber asesinado a connacionales de creencia judía, como también a polacos, franceses, holandeses, checos y otros innumerables países, donde también se practicó una operación destinada a exterminar a otros seres humanos por su creencia, etnia o raza. Claro está, que los gobiernos germanos y sus conciencias no alcanzaron para dar cuenta de los 23 millones de soviéticos muertos en esa guerra, gitanos, personas con deficiencia mental, homosexuales, políticos opositores, prisioneros de guerra. Para ellos no hubo y no hay fondos de reparación e incluso negacionismo respeto al valor y esfuerzo del pueblo soviético en el triunfo sobre el Tercer Reich.

Hubo indemnización para algunos y olvido para otros, aquellos quienes no recibieron el maná surgido de una verdadera industria, que dotó de ingentes recursos financieros al naciente régimen sionista, tal como lo señala el intelectual estadounidense Norman Finkelstein (cuyos padres estuvieron en campos de concentración en Majdanek y Auschwitz) en su libro titulado “La Industria del Holocausto”. El premio mayor? Permiso para constituirse como entidad y declarar unan supuesta independencia, cuya primera manifestación será la ocupación de tierras palestinas a manos de sus grupos paramilitares: Haganah, Irgún, Lehi, dotados con moderno armamento proporcionado por los mismos que finalizaron su mandato y que permitió ocupar vastas tierras ajenas y dar comienzo a Al Nakba.

Y hablo de supuesta independencia con la certeza que no se puede usar ese concepto, tal como lo he sostenido en oportunidades anteriores y lo reafirmo “Israel no puede hablar de independencia ya que es una denominación fantasiosa pues, ¿de quién se independizó este Israel surgido del atropello del pueblo palestino? ¿Cómo atreverse a signar un proceso de despojo como algo asimilable a la declaración de independencia?¿Qué emancipación puede glorificar una sociedad que se forma al amparo del crimen, el robo, en el marco del desarraigo, la expulsión y la usurpación del territorio palestino y amparado en esa acción criminal bajo el mito de una de un supuesto derecho divino?

No se puede hablar de independencia cuando entendemos que este concepto atañe a la formación o restauración de un país después de la separación de otro del cual formaba parte. Israel no ha restaurado nada, no se ha separado de nada del cual pudiésemos decir que logró su autodeterminación y menos aún formaba parte de otro Estado que pudiese remitir a la idea de independencia. Es, por tanto, una creación ficticia”. Una formación nacida al amparo de decisiones que violaron los derechos de millones de seres humanos, forzados a abandonar sus aldeas, pueblos y ciudades. Marcharse forzadamente de sus hogares, dejar atrás sus cultivos, sus plantaciones de olivos, su ganado, en un proceso de expulsión que no termina.

Una Nakba, que día a día expresa nuevas acciones del régimen terrorista que impide el retorno de millones de palestino a su tierra: la demolición de viviendas de familias palestinas en Cisjordania (cuya perversidad se expresa en esperar que se construya el hogar, que se habite, para después no dejar piedra sobre piedra), destrucción de cultivos en los bombardeos crónicos contra la Franja de Gaza y su bloqueo brutal desde el año 2006 a la fecha. En la construcción de asentamientos para instalar allí, en tierras palestinas, a decenas de miles de extranjeros sionistas. Al Nakba es un hecho presente 72 años después y con la misma violencia de antaño. El sionismo sigue siendo ese virus ponzoñoso y criminal que expulsó a 800 mil palestinos de sus tierras, de esa palestina histórica que por donde transites, así aterrices en Tel Aviv o ingreses por la frontera con Jordania, logras escuchar a los cuatro vientos “me llamo Palestina hoy usurpada”.

Resulta evidente que 72 años desde Al Nakba, sólo la lucha del propio pueblo palestino, de sus movimientos, organizaciones, sus hombres y mujeres, junto a la solidaridad activa de las sociedades de este mundo, podrán impedir el plan sionista de anexar Cisjordania y frenar el bloqueo de la Franja de Gaza. Palestina es capaz de impedir el plan a través de su propia lucha, que debe tener todas las formas imaginables, que debe intensificarse contra esta “imposición del siglo” disfrazada de acuerdo e impulsado por este binomio conformado por Washington e Israel.

El robo, las sanciones impulsada por esta alianza y el chantaje permanente socavan permanentemente la confianza en instituciones internacionales, timoratas y sometidas a la presión financiera y política, incapaces de aplicar las leyes internacionales que castiguen al sionismo por sus crímenes. Una institución como la ONU, incompetente de aplicar la Carta de las Naciones Unidas en su Capítulo VII donde ha quedado demostrado, desde el mismo año 1948 a la fecha, que Israel amenaza la paz, la quebranta, no cumple medio centenar de resoluciones que exigen su retiro de los territorios ocupados, que demuela el muro de la vergüenza, que deje de construir asentamientos. Israel es un virus en el seno de Oriente Medio y ejerce su influencia negativa sobre otras regiones del mundo. Una entidad frente a la cual hay que exigir su aislamiento y hacerla desaparecer por el peligro que representa como ideología, como política contra sus vecinos. Israel es el Sion 48 que requiere el concurso internacional para luchar contra él. Todo lo demás es hipocresía y doble rasero

Siete décadas después de Al Nakba, la reivindicación del retorno está intacta. Y en ello el valor dado a la memoria es fundamental. Día a día, en cada Dabke que se ejecuta, en cada comida que se comparte y se le denomina con su nombre en árabe, tanto en el territorio palestino como en el transtierro. Cada bandera que se iza en cualquier lugar del mundo en honor y solidaridad con Palestina nos recuerda que no es hora de flaquear. Nos impone la obligación de denunciar al sionismo y sus cómplices, no temer, no dejarnos amedrentar.

Los Hombres y mujeres que habitan cada rincón de la Franja de Gaza y Cisjordania, como también aquellos que viven la ocupación, la segregación y el apartheid en la Palestina histórica, sabrán luchar por sus derechos y que cuenten con nuestro apoyo, de los que no estamos bajo la bota inmunda del sionismo, aquellos que estamos fuera de Palestina. Nuestro deber es impulsar y apoyar este combate que no terminará hasta el fin de una ideología malsana, como también llevar adelante la campaña del Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) y todas aquellas formas de lucha que permitan derrotar al sionismo. Al Nakba ha sido una catástrofe, sin duda y hoy el combate contra el Virus Sion 48 exige fortaleza y esa se encuentra en abundancia en el pueblo palestino.

(1) Deir Yassim: Pueblo palestino ubicado en las inmediaciones de Al Quds donde se asesinó a 260 civiles palestinos entre los días 9 de abril al 11 de abril del año 1948. Deir Yassim, una localidad de aproximadamente 600 habitantes fue cercada por milicianos de los grupos terroristas sionistas israelíes Irgún y del Lehi (Banda Stern) y con menor número de efectivos participó también una unidad de la Haganáh llamada Palmaj. La documentación existente ha comprobado que los terroristas,previo a asesinar a sus víctimas, acompañaron su acción con mutilaciones, violaciones obligándolos incluso a desfilar por los barrios judíos antes de ser ejecutados.

(2)​​​​​​​ Erezt Israel. Término que da cuenta de la denominación de la “Tierra de Israel” que al recoger el trabajo de intelectuales como el historiador israelí Shlomo Sand, nos permite afirmar, en base a lo sostenido en su libro“When and how was the land of Israel invented” que el sionismo robó el término religioso Eretz Israel (tierra de Israel) y lo convirtió en un término geopolítico. La tierra de Israel no es la tierra de los judíos. Se convierte en patria de origen a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, sólo a partir del surgimiento del movimiento sionista”. Nuevamente la afirmación del crear mitos, de mentir en forma descarada de establecer ideas fundacionales a partir del despojo.

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