¡Enrabiétate, verso! / ¡Enrabiétate, seso! / El tiempo que vivimos es para los rabiosos. / ¡Quema y quema, rencor! … / Para no convertirnos / todos … en refugiados.
Versos del poeta Palestino Nizar Kabbani.
Un poco de Historia.
Palestina llevaba 1400 años sin ser invadida cuando en 1917 el imperio inglés se lanzó sobre ella con todas sus armas. Entró, arrasó y perdió miles de sus soldados, tuvo que derrotar a los otomanos, entonces ocupantes de Palestina, aunque en Gaza hicieron retroceder al ejército inglés a pesar de que bombardearon a la población con gases venenosos. Un dato terrible pero extremadamente significativo: solo cuando consiguieron vencer, el general que dirigía la invasión, Allenby, envío un mensaje al ministro de Exteriores inglés, Arthur James Balfour, que al llegarle la noticia sacó los papeles del negocio que había tratado con el sionista Rothschild: la financiación de los gastos de Inglaterra en la 1ª Guerra Mundial y conseguir la entrada de EEUU, a cambio de que le fuese entregada Palestina, y los firmó. EEUU, que abastecía de armamento a Inglaterra, entraría en la guerra tras poner como cebo al Lusitania, barco de pasajeros que iba cargado de armas, y que hundieron los alemanes dos años antes, tiempo empleado para convencer a la población americana de la necesidad de intervenir. El sionista, que en nombre de la Federación Sionista de Gran Bretaña e Irlanda se presentaba como comprador, cuyo clan tiene el lema Dame el control del dinero de una nación y no me importará quien redacte sus leyes, como cabeza principal y pública de los banqueros sionistas, se regocijó por su éxito. Así se traspasó Palestina a los inversores. Sus operarios trabajarían en la finca comprada para levantar la empresa colonial que habían imaginado y que llamaron Israel.
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