Llegó a casa de madrugada con las medias rotas, desorientada y aturdida. Apenas unos flashes de lo que había ocurrido y fuertes dolores vaginales le alertaron a la mañana siguiente de que, según ha denunciado, le habían drogado en un bar de Madrid para después abusar sexualmente de ella. No fue sino hasta varias semanas después cuando una pegatina con el rótulo ‘Ultrataque’ le permitió seguir la pista de quienes, esa noche, habrían anulado su capacidad de reacción, según las sospechas, por sumisión química. Los denunciados son dos tenientes de la Guardia Civil. Uno de ellos destinado en Inca (Baleares) y el otro, en Ferrol (A Coruña), ambos en activo, y un tercer joven.
El Juzgado de Instrucción número 8 de Madrid indaga desde entonces, a instancias de la Fiscalía, el cúmulo de circunstancias que rodean a un caso cuyas pesquisas no han trascendido más allá de dependencias judiciales y policiales y a las que se dio impulso tras la denuncia interpuesta por la víctima, una joven mallorquina que había ido a pasar el fin de semana a Madrid y que regresó a la isla sin saber qué había sucedido realmente aquella noche.