Fuente: https://www.resumenlatinoamericano.org/2021/05/06/pensamiento-critico-malditos-asesinos/
Luana era trabajadora, tenía 22 años y trabajaba en una fábrica textil en Montemurlo en Toscana, Italia. Fue succionada por la máquina y destrozada. Una muerte atroz, un crimen que podría haberse evitado, porque desde hace cien años hay reglas y dispositivos de seguridad para evitar que las máquinas devoren a los trabajadores.
Si Luana terminó en los engranajes que la desgarraron, significa que esas reglas y dispositivos no estaban en funcionamiento, por falta de mantenimiento o por ritmos y organización del trabajo incompatibles con la seguridad.
No hay escapatoria: si la maquinaria y el trabajo son seguros, un trabajador ni siquiera podría lastimarse voluntariamente; si en cambio esto sucede, significa que la protección de su salud y su vida no está prevista.
De esto estoy seguro: las máquinas se comen a los trabajadores porque el lucro se come todos los derechos de los que trabajan, incluso el derecho a la vida.