Cada día que pasa, hay más niños y niñas en Gaza que corren el riesgo de contraer hepatitis A. Tras diez meses de violencia, las restricciones y los obstáculos a la entrega de ayuda humanitaria, de medicamentos, la falta de atención médica y de medidas de protección han creado el caldo de cultivo perfecto para que las enfermedades transmisibles se propaguen rápidamente por toda la Franja.
“El brote de hepatitis A se está extendiendo en Gaza. Las familias se han visto obligadas a desplazarse y viven en condiciones terribles e inhumanas”, explica la doctora Ghada Al-Jadba, jefa del Programa de Salud de UNRWA en la Franja.
Al colapso del sistema sanitario, hay que añadir las terribles condiciones en las que viven las personas desplazadas. Se encuentran hacinadas en campamentos improvisados o en refugios masificados y apenas cuentan con espacios de intimidad.
“Estoy cansado de esta vida”, dice Mahmoud de 12 años, que vive con su familia en uno de nuestros refugios en el campamento de Nuseirat. Comparte baño con cientos de personas. “Si quiero usar el baño, tengo que hacer cola. Lo mismo ocurre para conseguir agua”.
La falta de agua limpia, de sistemas de saneamiento y de productos de higiene empeoran gravemente la situación y el número de contagios de hepatitis A se está disparando de manera muy alarmante.
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