Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2022/05/20/pers-m20.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Nick Beams 21.05.22
Wall Street sufre caída y se cierne una recesión global
La gran caída de Wall Street ayer, que vio el mayor desplome de las acciones de importantes compañías minoristas desde el crac bursátil del Lunes Negro de octubre de 1987, fue una respuesta a las claras señales de que la economía estadounidense y la mundial entran rápidamente en una recesión.
Como consecuencia, el índice NASDAQ, en el que predominan las empresas tecnológicas, ha caído más de 25 por ciento este año, en medio de señales de que se desinfla la burbuja especulativa, aumentando los riesgos de una importante crisis en el sistema financiero.
Pero la caída de ayer fue un nuevo giro cualitativo según aumentan los temores de que se ha afianzado una recesión. El índice Dow Jones perdió más de 1.100 puntos en su peor día en casi dos años; el índice S&P perdió 4 por ciento y el NASDAQ se deslizó 4,7 por ciento.
Las acciones de Target, una de las cadenas minoristas más grandes de EE.UU., colapsaron 25 por ciento después de que la empresa reportara que sus costos habían aumentado en $1 mil millones debido al aumento en los precios de la gasolina y el transporte.
Al mismo tiempo, la empresa se vio golpeada por la caída en el gasto discrecional debido a que las familias de clase trabajadora han tenido que dedicar cada vez más de sus ingresos reales, que están cayendo, en bienes esenciales como comida y combustible. Esto se produce ante una espiral inflacionaria en que los precios de estos bienes están aumentando más rápido que la tasa oficial de la inflación de 8,5 por ciento.
El desplome de Target se hizo eco en Walmart, cuyas acciones cayeron 6,8 por ciento después de disminuir 11 por ciento el día anterior.
Muchas declaraciones del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, y otros oficiales han dejado en claro que, de ser necesario, la Reserva Federal inducirá una recesión de la misma magnitud o incluso mayor que aquella instigada por su presidente Paul Volcker en los años ochenta, que produjo una masiva devastación social y económica.
Durante una conferencia el martes, Powell indicó que el banco central insistiría en levantar los tipos de interés para suprimir las demandas cada vez más extensas de aumentos salariales.
“Estabilizar los precios es una necesidad no negociable. Es algo que debemos hacer. Puede ser algo dolorosa”, afirmó.
Los comentarios de Powell subrayan la dinámica esencial de clases y social que ha definido la política de la Fed por décadas.
Cuando el sistema financiero colapsó en 2008 por la especulación desenfrenada de las dos décadas anteriores, que había sido impulsada por la determinación de la Fed de apuntalar la bolsa de valores después del derrumbe de octubre de 1987, la institución inició el régimen de expansión cuantitativa, bombeando varios billones de dólares en el sistema financiero.
Esto conllevó una redistribución masiva de la riqueza a favor de los más ricos, cuyas carteras de acciones alcanzaron niveles récord mientras los trabajadores afrontaban una importante destrucción de trabajos y los sindicatos hacían valer recortes salariales.
Cuando estalló la pandemia de COVID-19 en 2020 y se congelaron los mercados financieros por temor de que las medidas de salud pública necesarias impactarían Wall Street, la Fed descargó más de $4 billones en el sistema financiero. El Gobierno rescató a las corporaciones e inició una campaña de regreso al trabajo en desafío a la ciencia, a fin de garantizar que no se interrumpiera el flujo de ganancias.
La negativa de los Gobiernos de todo el mundo, siguiendo a EE.UU., a instituir medidas importantes a escala internacional para eliminar el COVID-19, llevaron a una crisis de las cadenas de suministro dando paso a una mayor inflación, que a su vez estaba siendo alimentada por el suministro de dinero a los especuladores en Wall Street.
Pero la lucha de clases, que los sindicatos habían suprimido por décadas, está volviendo a emerger en forma de olas de huelgas y protestas sociales en EE.UU. y todo el mundo.
La misma dinámica de clase que creó la crisis está en marcha, si bien en una forma distinta. Ahora, la Fed y los otros bancos centrales están imponiendo una recesión para aplastar este movimiento.
En Reino Unido, donde la inflación alcanzó 9 por ciento, el nivel más alto de todas las economías grandes, el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey advirtió sobre un alza “apocalíptica” en los alimentos e insistió en aumentar los tipos de interés sin importar el costo. “Debemos volver [la inflación] a los niveles deseados. Y eso es evidente”, declaró ante el Parlamento británico esta semana.
El endurecimiento de la política monetaria por parte de la Fed ya está impactando la economía global. Los aumentos en las tasas de interés conllevan un estancamiento económico mientras la caída de las divisas respecto al dólar aumenta el peso de la deuda y da otro impulso a la inflación, especialmente de los alimentos.
Esta semana, el Instituto de Finanzas Internacionales, que agrupa a 450 empresas financieras de todo el mundo, ha advertido que la economía mundial, en el mejor de los casos, se estancará este año, con un riesgo de recesión “elevado” y un “endurecimiento desordenado de las condiciones financieras”.
Los países menos desarrollados, que padecen los efectos del COVID-19 y ahora la escalada de los precios de los alimentos a causa de la guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania, ya se están viendo afectados, lo que ha dado lugar a masivas protestas sociales y huelgas encabezadas por aquellas contra el Gobierno de Rajapakse en Sri Lanka.
Las erupciones sociales en ese país son el resultado de los mismos procesos globales que rigen en todos los países y que se intensificarán en la próxima etapa de la guerra de clases desatada por las élites gobernantes, que buscan hacer pagar a la clase trabajadora por la crisis que han creado.
No hay ninguna previsión de reactivación económica. Las tendencias son las mismas en todas partes. La economía europea está estancada y al borde de la recesión. La economía japonesa, tercera del mundo, se contrajo a una tasa anualizada del 1 por ciento en el primer trimestre. La economía estadounidense se contrajo a un ritmo anual del 1,4 por ciento en el mismo periodo.
La historia de los acontecimientos económicos de las últimas décadas y de los dos últimos años, en particular, constituye una fuerte condena contra el sistema de ganancias.
La negativa a actuar sobre el COVID ha provocado millones de muertes innecesarias y ha hecho que inflación se salga de control.
La guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia ha dado lugar a la crisis alimentaria que está haciendo pasar hambre a cientos de millones de personas en todo el mundo.
Además, el bombeo de billones de dólares por parte de los bancos centrales ha atizado el fuego de la inflación, al tiempo que ha creado una burbuja especulativa masiva que amenaza con implosionar en cualquier momento.
Y encima de todo, el capital financiero procede implacablemente a hacer pagar a la clase obrera con salarios cada vez más bajos y recortes en los servicios sociales, induciendo una recesión con consecuencias sociales y económicas incalculables.
La necesidad de la reorganización socialista internacional de la sociedad por parte de la clase obrera mundial no es una concepción abstracta o un mero postulado teórico. Mira fijamente a la humanidad desde el caos y la devastación generados por el sistema de lucro capitalista.
(Publicado originalmente en inglés el 17 de mayo de 2022)