Fuente: https://www.todoporhacer.org/vivotecnia/ mayo 2021
La publicación de unas imágenes del interior del laboratorio Vivotecnia en Madrid han dado la vuelta al mundo. La crueldad, dureza y la mala praxis con la que los empleados tratan a los animales en los vídeos, han hecho saltar las alarmas y poner sobre la mesa el debate sobre la experimentación animal, un tema que parecía dormido a pesar de la situación extraordinaria en la que vivimos donde los experimentos con animales están a la orden del día en este escenario pandémico, con la comunidad científica inmersa en dar con la vacuna contra la covid-19.
Desde el pasado 8 de abril, día en que la organización Cruelty Free International (CFI) destapaba los horrores a los que el laboratorio sometía a los animales con los que se realizaban pruebas de toxicidad para la industria cosmética, química, agroquímica, de biocidas y productos sanitarios, las protestas, acciones de repulsa, declaraciones y demás noticias relacionadas con el tema se han ido sucediendo sin dar tregua ni dejar que el asunto caiga en el olvido. Una avalancha de informaciones que han incendiado las redes y han agitado a la sociedad, de la que esperamos haya un cambio importante en la forma de relacionarse con los demás animales.
En todo este escenario encontramos, por un lado, la firme y decidida respuesta por parte de activistas y demás agentes que conforman el movimiento por la liberación animal como son asociaciones, protectoras y santuarios, que desde el primer momento han estado ahí, acudiendo a las mismas puertas del laboratorio a reclamar la inmediata puesta en libertad de los animales que estaban allí encerrados y exigiendo la abolición de la vivisección. Una respuesta contundente que va más allá de cerrar un laboratorio, planteando el uso de alternativas a la comunidad científica que en los últimos días denunciaba la nula inversión por parte del Estado español en estas vías frente a otros países de la Unión Europea, como son los 1,4 millones de Suecia o los 2,5 millones de Reino Unido, entre otros.
Por otro lado, el silencio de Vivotecnia, la opacidad de las administraciones, la falta de información y un informe por parte del Seprona que nunca llega, querellas y denuncias por parte de los organismos en defensa de los derechos de los animales y las palabras y promesas de políticos en plena campaña electoral. En medio, los animales que siguen en Vivotecnia mientras este artículo es redactado, sin datos concretos de cuántos hay todavía allí, qué especies serían, y en qué estado se encuentran. Durante los primeros días corría el rumor que cifraba en 2.000 a los animales que esperaban dentro del laboratorio, de los cuales 1.000 serían ratas y ratones. Pero el transcurrir de los días no sirven para esclarecer las dudas, si no que impulsan iniciativas como las reclamaciones a la Comunidad Autonóma de Madrid (CAM) donde la ciudadanía amparada en la Ley 19/2013 del 9 de diciembre de transparencia, pedía que se hiciera público el informe veterinario. Sin embargo, en medio de todo este silencio y ausencia de información, una semana después de que se publicaran las imágenes del laboratorio, el periódico El País revela los datos nombrando al gobierno madrileño como fuente y desgranando la cifra de 880 animales, de los cuales habría 130 perros de raza beagle, 700 ratas y ratones y 54 conejos. La desconfianza hacia la CAM y las distancias entre las primeras cifras respecto a las segundas publicadas, incrementan el desconcierto entre activistas y demás agentes que siguen el caso.
Ante este escenario de incertidumbre, lo único que está claro y se sabe sobre los animales en Vivotecnia es gracias a las imágenes de la investigación llevada a cabo entre 2018 y 2020 por parte de una persona anónima que trabajó en el laboratorio durante ese periodo de tiempo. En ellas vemos cómo cerdos, monos, perros, ratones, ratas y conejos son humillados, torturados o insultados por parte de los trabajadores del laboratorio, que someten a los animales a situaciones de estrés y sufrimiento ocasionándoles lesiones que infringen el código ético además de estar violando tanto las leyes españolas (Real Decreto 53/2013 y Ley 32/2007) como las leyes europeas de protección de animales para fines científicos (Directiva 2010/63/EU). La valentía de esta persona que ha trabajado de forma encubierta para llevar a cabo esta investigación y a pesar de la falta de protección hacia empleados que revela las malas prácticas de sus empresas, la deja en una situación delicada, por eso su trabajo tiene que servir para algo más que un simple revuelo mediático. El apoyo de CFI para sacar a la luz lo que ocurría en Vivotecnia ha sido fundamental y su largo recorrido en la realización de campañas centradas en la abolición de todos los experimentos con animales, ayudó a interponer la denuncia ante la Fiscalía de Medio Ambiente de Madrid, mientras otras entidades como AnimaNaturalis, FAADA o PACMA también se han sumado a estos procesos judiciales en paralelo.
En cascada llegaron las primeras reacciones institucionales, con el comunicado de la Comunidad de Madrid que suspendía temporalmente la actividad del laboratorio y condenaba falazmente lo ocurrido en Vivotecnia, declarando su repulsa hacia todo maltrato animal, mientras horas después anunciaba una polémica corrida de toros para San Isidro. Además de las declaraciones de Sergio G. Torres, director general de derechos animales del gobierno de coalición, quien se felicitaba por la rápida resolución del caso de Vivotecnia, asegurando que en los próximos días los animales serían trasladados a centros de protección.
Con las vías administrativas y legales puestas en marcha y las oportunas declaraciones de las autoridades competentes en un claro ejercicio de campaña electoral, parecía que estaba todo conseguido y encaminado. Aplausos, alegría y felicitaciones llegaron el pasado domingo 11 de abril, apenas 72 horas tras el destape de los horrores del laboratorio. Pero el paso de los días solo ha demostrado que de nada sirven las palabras si no se sustentan con hechos, y que lo verdaderamente importante es construir un movimiento de lucha fuerte que sea capaz de presionar por los intereses que busca. Quizá el movimiento por los derechos de los animales en el Estado español esté todavía en pañales y, comparado a otros lugares como Reino Unido, tenga todavía un largo camino por el que continuar dando pasos hacia delante. Pero lo que sí ha demostrado en este caso, desde las primeras horas de concentración en las puertas del laboratorio en Madrid, es que está construido por activistas de base con herramientas como las asambleas como forma organizativa para tomar decisiones sobre esta campaña que demanda el cierre inmediato de Vivotecnia. Sin embargo, las estrategias para conseguirlo todavía se están desarrollando y mientras, la calle sigue siendo el lugar de concienciación, de reunión, encuentro y lucha. En ella se han repartido panfletos explicando lo que pasa en Vivotecnia, y lo que sigue pasando en otros laboratorios. En la calle se ha gritado aquello que en los medios no se dice, como “Vivotecnia tortura y asesina”, ya que mientras la investigación siga en marcha de momento los medios se parapetan en el “presuntamente” a pesar de ser testigos de esas espantosas imágenes. La calle es la voz que clama por los animales que otros no escuchan mientras que estos mismos medios prefieren amplificar declaraciones como las de Lluis Montoliu, miembro del grupo de trabajo sobre la experimentación animal de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) -grupo al que pertenecía Vivotecnia-, más preocupado por criminalizar y acusar a la extrabajadora que ha desvelado todo este caso como cómplice, que de cambiar el estado de las cosas.
En la calle nos encontramos para seguir haciendo un movimiento por la liberación animal capaz de construir un mundo cada vez más justo y antiespecista. Ahora que el debate está sobre la mesa, es importante ampliar el foco. Vivotecnia es un laboratorio, pero hay muchos más centros de experimentación animal y ante la solución bienestarista propuesta por los agentes políticos de poner cámaras en cada uno de esos centros de experimentación, debemos luchar hasta el final, exigiendo el respeto hacia los demás animales, demandando a la comunidad científica y los que la financian alternativas reales al uso de animales y no conformarnos con cerrar Vivotecnia, sino llegar a entender que los animales no nos pertenecen y que la experimentación animal debe acabar ya. No nos sirven los casos aislados, ni las sorpresas de vivisectores que miran a Vivotecnia escandalizados mientras ellos hacen lo mismo, pero con leyes que les respaldan. Al igual que en los mataderos, los laboratorios son lugares de crueldad y sufrimiento. De nada sirve un código de bienestar mientras el fin sea explotar y torturar animales en beneficio del ser humano, de nada sirven cámaras que graban cómo se tortura y mata mejor o de forma más ética. Que Vivotecnia sirva para mirar de frente a la realidad y ayude a acabar con todo este sufrimiento sin anestesias y sin tiritas bienestaristas que ya vemos que no curan y solo sirven para alargar el dolor.