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COUNTERPUNCH – 25/04/2021
Traducción del inglés: Arrezafe
Los colonizadores belgas transformaron el Congo en un estado esclavista del caucho y el marfil. El llamado Estado Independiente del Congo (État indépendant du Congo) era en realidad una colonia privada del rey Leopoldo II (1835-1909) hasta que el gobierno belga asumió el poder en 1908. La ocupación belga supuso el exterminio de aproximadamente 10 millones de personas. Tras la independencia, el país se dividió en lo que hoy es la República Democrática del Congo (RDC, conocida por un tiempo como Zaire) y la República del Congo (también conocida como Congo-Brazzaville).
Este artículo se refiere principalmente a la República Democrática del Congo, que tiene una población de 91 millones. Con un PIB de solo $ 50 mil millones al año y una tasa de pobreza extrema de más del 70 por ciento, la República Democrática del Congo es una de las naciones más pobres de la Tierra. La tasa de mortalidad infantil es de 66 por 1.000 nacidos vivos, una de las peores del mundo, la esperanza de vida es de 60 años y la mortalidad materna por cada 100.000 personas supera los 690. Los conflictos desde 1996 hasta el presente, más la malnutrición y las enfermedades resultantes, han mató a seis millones de personas.
Al igual que sus predecesores franco-belgas, el principal interés de los imperialistas estadounidenses en la República Democrática del Congo, en el que se centra este artículo, es Katanga, la región sudoriental rica en uranio y coltán que limita con Angola y Zambia.
LA MINA
Los congoleños no fueron víctimas pasivas. Aunque el 80 por ciento de la población es bantú, la República Democrática del Congo tiene unas 200 comunidades étnicas, Kongo, Luba, Lunda y Mongo, son algunas de ellas. El poder belga tuvo que luchar para obligar a tan diverso país a aceptar la homogeneidad de una identidad nacional. Por ejemplo, en la década de 1920 en Kinshasa, el Movimiento Cristiano Simonista, el kimbanguismo, alentó la resistencia al poder europeo. Una década más tarde, la etnia Bapende (también conocida como Pende) se declaró en huelga en la provincia de Kwilu, en el oeste del país.
En el sur, la secesionista Katanga poseía depósitos de uranio, particularmente en Shinkolobwe. La mina era propiedad de la empresa belga Union Minière, de la que el Reino Unido era accionista. Las mejores minas de uranio de Estados Unidos y Canadá producían un 0,03 por ciento de uranio por depósito de mineral, mientras que el uranio de Shinkolobwe tenía un 65 por ciento, lo que lo hacía único. El uranio de dicha mina se utilizó en la importantísima industria de armas nucleares, por lo que las agencias de inteligencia occidentales querían evitar su acceso a los soviéticos.
Estados Unidos llegó a un acuerdo secreto con la Union Minière para suministrar uranio para su uso en el Proyecto Manhattan (1942-46). El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EEUU, que también dirigió inicialmente el Proyecto Manhattan, estableció una base en Shinkolobwe para drenar la mina y exportar el uranio. Las bombas que asesinaron a cientos de miles de civiles japoneses en Hiroshima y Nagasaki en 1945 fueron construidas con uranio extraído de Shinkolobwe.
La CIA abrió una oficina en Léopoldville (ahora Kinshasa, la capital) en 1951. En Kwilu y otras provincias (entonces «distritos») creció el Parti Solidaire Africain (Partido Mutuo Africano), un movimiento izquierdista a favor de la independencia dirigido por el futuro primer ministro Antoine Gizenga (1925-2019). Gizenga se alió con el Movimiento Nacional Congoleño de Patrice Lumumba (Mouvement national Congolais, MNC), fundado en 1958 y entre cuyos miembros se encontraba Joseph-Désiré Mobutu (1930-97).
Mobutu (más tarde Mobutu Sese Seko) era un oficial de alto rango del ejército y colaborador de la Agencia Central de Inteligencia de EEUU. Un informe de la CIA de noviembre de 1959 lamenta la falta de control de las autoridades belgas. Esto abrió el camino a «grupos políticos deseosos de una independencia inmediata, mientras que los líderes tribales están interesados principalmente en perpetuar su propia autoridad local». La CIA describe esto como la «ausencia de liderazgo africano responsable» en el Congo. El Washington Post escribe que “Mobutu se convirtió por primera vez en un ‘activo’ de la CIA en 1959 durante una reunión en Bruselas”, pero no da más detalles.
El futuro presidente Joseph Kasavubu (1915-69) dirigió el partido étnico ABAKO (Association des BaKongo), partido que los belgas prohibieron. Bajo el paraguas del primer ministro Lumumba (Mouvement National Congolais), Kasavubu se convirtió en presidente y Gizenga en vicepresidente. El sargento mayor Mobutu continuó liderando el Ejército (Force Publique). El Parti Solidaire Africain comenzó a desmoronarse mientras el MNC declaró la independencia del Congo de Bélgica el 30 de junio de 1960. La Force Publique (Fuerza Pública) pasó a llamarse Ejército congoleño (Armée Nationale Congolaise, ANC).
LUMUMBA: «EVITAR OTRA CUBA»
La Oficina del Historiador del Departamento de Estado de EEUU, escribe que la administración de Dwight D. Eisenhower (1953-61) “tenía grandes esperanzas de que [el Congo] formara un gobierno central estable y pro-occidental. Esas esperanzas se desvanecieron en cuestión de días cuando la nación recién independizada se hundió en el caos», señalando que, “mientras Estados Unidos apoyaba los esfuerzos de la ONU, los miembros de la administración Eisenhower estaban cada vez más preocupados porque la crisis del Congo posibilitaran una oportunidad para la intervención soviética”.
Mobutu se negó a respaldar al gobierno de Lumumba. Moïse Tshombé (1919-69) cofundó la Confederación de Asociaciones Tribales de Katanga (Confédération des association tribales du Katanga, CONAKAT). En julio de 1960, Tshombé declaró a Katanga independiente del Congo. Los colonizadores belgas pensaron que si no podían controlar el Congo, al menos podrían retener la región más importante.
El director de Inteligencia Central de Estados Unidos, John McCone (1902-91) fue un hombre de negocios designado por el presidente Kennedy para dirigir la Agencia tras la debacle de Bahía de Cochinos (1961). En contra de los deseos del embajador G. McMurtrie Godley (1917-99), McCone insistió en continuar las operaciones encubiertas de Estados Unidos en el Congo, en particular fomentando relaciones más estrechas con Tshombé. McCone le dijo al secretario de Estado Dean Rusk (1909-94): «No deberíamos dejarnos persuadir por los bienpensantes ni por las reacciones de los estados africanos en las Naciones Unidas, a los que de todos modos no les agradamos».
En virtud de la Resolución 143 (1960) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la ONU, encabezada por el Secretario General Dag Hammarskjöld (1905-61), exigió la retirada de las tropas belgas y envió fuerzas armadas. Lumumba presionó a Hammarskjöld para que usara dichas fuerzas para sofocar la rebelión de Tshombé, pero Hammarskjöld se negó y el primer ministro Lumumba (1925-61) buscó la ayuda militar de los soviéticos.
En 1960, el jefe de la agencia de la CIA en Léopoldville, Lawrence Devlin (1922-2008, alias Victor Hedgman o simplemente Hedgeman), cablegrafió a Washington. “[El Congo está] experimentando el clásico esfuerzo comunista [para] hacerse con el gobierno. Bien porque Lumumba sea comunista o simplemente por que se apoya en los comunistas para afianzarse en el poder, las fuerzas anti-occidentales son cada vez más poderosas… puede que quede poco tiempo para tomar medidas y evitar otra Cuba».
En mayo, la CIA admitió que «no hay comunistas conocidos entre los líderes del Congo», pero la Agencia sospechaba simpatías. Reconoció que «la ayuda del bloque [soviético] posterior a la independencia puede empujar al Congo hacia el bloque neutral». La CIA quería al Congo en la esfera de hegemonía estadounidense, no neutral. Contrariamente a la mitología auspiciada por personas como el director de la CIA, Allen Dulles (1893-1969), y el jefe de la agencia en Léopoldville, Devlin, que señalaban a Lumumba como un pro soviético, un informe del Consejo de Seguridad Nacional de julio de 1960 señala que “Lumumba quiere la ayuda de todos y cada uno de los sectores; por lo tanto, no está ansioso por quemar sus puentes con occidente». La CIA estaba allí para hacerlo por él.
Otro informe del NSC consideró ambigua la actitud de Bélgica respecto a la independencia de Katanga porque el secesionista Tshombé podría utilizarse en contra de Lumumba. «Ansiosa por proteger sus inversiones en Katanga, probablemente Bruselas ve a Lumumba como un Castro en ciernes».
El director de la CIA, Dulles, y el jefe de la División de África (servicios clandestinos), Bronson Tweedy (1914-2004), creían que la existencia de Lumumba tendría «consecuencias desastrosas para el prestigio de la ONU y para los intereses del mundo libre en general». Dulles dio permiso a sus agentes para actuar sin el consentimiento de los embajadores: «El tiempo aquí no permite dilación». (Cable probablemente redactado por Tweedy y firmado por Dulles).
MATANDO A LUMUMBA: «YO LO ORGANIZÉ»
Aparte de los espectaculares complots para envenenar a Lumumba con toxinas, inventados por el envenenador en jefe de la CIA Sidney Gottlieb (también conocido como Joseph Scheider, 1918-99), las operaciones llevadas a cabo por la CIA tuvieron el apoyo encubierto de los políticos y la milicia anti-Lumumba. A fines de 1960, el subdirector de planificación de la CIA, Richard Bissell (1909-94), fue coautor, con Tweedy, de un mensaje en el que describía los planes para «brindar apoyo clandestino a los elementos de la oposición armada a Lumumba». Tweedy escribe: «La preocupación por Lumumba no era realmente por Lumumba como persona», sino por su «efecto en el equilibrio del continente ante una desintegración del Congo».
En julio de 1960 y en contraste con otros informes entonces clasificados, el director de la CIA, Dulles, dijo al Consejo de Seguridad Nacional: “Es seguro sostener que los comunistas han comprado Lumumba, ya que encaja con su propia orientación». El presidente Kasavubu no quería participar en el complot de Bissell para matar a Lumumba. El representante de la CIA, Thomas Parrott (1914-2007), describió los planes para lograr que los sindicatos impulsaran un voto de censura contra Lumumba en el Senado. Devlin, jefe de agencia de la CIA, envió un cable el 18 de agosto 1960: “Es difícil determinar los principales factores que influyen para predecir resultados. Lucha por el poder. Período decisivo no muy lejano «.
El futuro director del MI5 y entonces funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, Sir Howard Smith (1919-96), ideó numerosos escenarios para expulsar a Lumumba: «El primero es simple, sacarlo de la escena matándolo». La llamada Reina de los espías, Daphne Park OBE (1921-2010), fue agente del MI6, sargento ejecutivo de operaciones especiales, futura directora del Somerville College (Oxford) y más tarde baronesa de Monmouth. Entre 1959 y 1961, la sargento. Park fue Cónsul y Primera Secretaria del MI6 en Léopoldville, donde estableció estrechos contactos con facciones congoleñas en guerra, incluidos los secesionistas en Katanga. Cuando se le preguntó si el MI6 había estado involucrado en el asesinato de Lumumba, la sargento Park admitió: «Yo lo organicé».
En diciembre de 1960, las fuerzas de Mobutu capturaron a Lumumba en la ruta a Stanleyville, en el norte. Mobutu entregó a Lumumba a las fuerzas secesionistas de Katanga. Lumumba, de 34 años, fue asesinado a mediados de enero de 1961. Para evitar que el lugar de su muerte se convirtiera en un lugar de peregrinaje, su cuerpo fue disuelto en ácido.
El historiador jefe de la CIA, David Robarge, dice: “La agencia [acción encubierta] se concentró en estabilizar y apoyar al gobierno [posterior a Lumumba] del presidente Joseph Kasavubu y los primeros ministros, Cyrille Adoula y Moise Tshombe, con Mobutu tras la escena corriendo por el poder». La CIA pagó a los soldados de Mobutu para que fueran leales. (Al final del largo reinado de Mobutu, la falsa lealtad del ejército se desintegró rápidamente.) Se desconocen los detalles, pero en aquel momento, la CIA también pagó a políticos para que participaran en “maniobras parlamentarias” con el fin de apoyar al régimen central.
MATAR A HAMMARSKJÖLD
Mobutu pronto prescindió de la fachada democrática. Tomó el poder, colmó a la élite ecuatoriana del régimen con personas de etnia Ngbandi y gobernó con mano de hierro. Por ejemplo, André Lubaya (1932-68) que fue presidente de la provincia de Kasai, ministro de Economía (1965-68) y fundador de la Union Démocratique Africaine. Mobutu acusó a Lubaya de formar parte de un complot golpista y, según informes, hizo que lo ejecutaran. Entre 1963 y 1965, Mobutu aplastó la rebelión pro-Lumumba Simba («León») en el norte. Mobutu puso al presidente Kasavubu (1960-65) bajo arresto domiciliario hasta la muerte de éste en 1969. Un informe de la CIA de finales de 1961 descarta, “por carecer de pruebas”, las afirmaciones de que la guerra cuasi civil formara «parte de un plan maestro comunista».
La CIA también señaló que el asesinato de las tropas de Ghana de la ONU por soldados del Ejército del Congo puso de manifiesto la debilidad de los 20.000 efectivos encargados de mantener la paz el país. La CIA pareció estar de acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica en que la OTAN podría desempeñar un papel. El secretario general de la ONU, Hammarskjöld, «manifestó su descontento por el ritmo de la retirada belga de Katanga». A fines del ’61, el ex agente del FBI y ex lobista corporativo en Guatemala, el demócrata Thomas J. Dodd (1907-71), escribió en contra de los esfuerzos de paz de Hammarskjöld en la ONU, argumentando falsamente que las facciones enfrentadas del gobierno estaban a punto de resolver sus propios asuntos. Dodd afirmó públicamente que los soviéticos favorecían la participación de la ONU en el Congo para desestabilizar el país.
En este contexto de propaganda, las Operaciones Aéreas de la CIA comenzaron en 1962 como una táctica para elevar el perfil de Mobutu, táctica que se hizo extensiva a las fuerzas de paz de la ONU y a los mercenarios extranjeros. El historiador Robarge afirma que las Fuerzas Aéreas congoleñas «existieron sólo gracias a la ayuda de Estados Unidos». Seis agentes supervisaron a 125 contratistas y 79 pilotos extranjeros.
Las agencias de inteligencia estadounidenses, belgas, británicas y sudafricanas planearon la Operación Celeste: el asesinato de Hammarskjöld. La inteligencia sudafricana utilizó una empresa mercenaria [paramilitar] llamada SA Institute for Maritime Research (SAIMAR). Antes del asesinato, el MI5 de Gran Bretaña y el Ejecutivo de Operaciones Especiales (para el que trabajaba la sargento Park) se reunieron con SAIMAR.
Documentos, que algunas autoridades han intentado descartar como falsificaciones, afirman que: «[la ONU] se está volviendo problemática y se considera que Hammarskjöld debe ser eliminado». El director de la CIA, Dulles, «está de acuerdo y ha prometido la plena cooperación de su gente». Refiriéndose a Hammarskjöld y a Lumumba respectivamente, el autor escribe: «Quiero que su eliminación se maneje de manera más eficiente que con Patrice [Lumumba]». SAIMAR hizo los arreglos para volar el avión DC-6 de Hammarskjöld con 6 libras de TNT. La bomba falló y un plan de contingencia permitió que el avión de Hammarskjöld fuera derribado por un ex piloto de la Royal Air Force, el británico-belga Jan van Risseghem, conocido como ‘Lone Ranger’.
Por entonces, Rhodesia era parte del menguante Imperio Británico. El oficial naval estadounidense Charles Southall, escuchó transmisiones interceptadas en las que Risseghem, refiriéndose al avión de Hammarskjöld que intentaba aterrizar en Rhodesia, decía: “Voy a bajar para hacerle un reconocimiento. Sí, es el Transair DC6. Es el avión. Lo he alcanzado. Hay llamas. Está descendiendo. Se va a estrellar». Cables ahora desclasificados por el embajador de Estados Unidos, Edward Gullion (1913-98), confirmaron la presencia de Risseghem en el lugar del accidente. El ex presidente Harry Truman (1884-1972) dijo más tarde a los periodistas: “[Hammarskjöld] estaba a punto de conseguir algo cuando ellos lo mataron. Fijaos que he dicho, cuando ellos lo mataron”. Dado que el cuerpo de Hammarskjöld fue fotografiado con el as de espadas en su cuello, la carta de la muerte, «ellos» presumiblemente significa la CIA.
REINO DEL TERROR
Con Lumumba y Hammarskjöld fuera del camino, la CIA reforzó el ejército de Mobutu. Los secesionistas de Katangan cayeron en 1963 y la mayoría de los gendarmes huyeron a Angola, formando, con la mayoría popular de Lunda, el Frente de Liberación Nacional Congoleño (Front de libération nationale congolaise, FLNC), un grupo descrito por la CIA como la única amenaza factible para Mobutu.
Entre 1963 y 1964, se produjeron revueltas e insurrecciones en Kasais, Kivu y Kwilu. Liderados por Pierre Mulele (1929-68), los rebeldes marxistas de etnia Mumbunda, en Kwilu, no lograron movilizar a los lugareños. Mulele fue torturado hasta la muerte por las fuerzas de Mobutu. A través del jefe de agencia Devlin, la CIA contrató mercenarios británicos, incluido el coronel «Mad Mike» Hoare, para entrenar a las fuerzas de Mobutu y aplastar las rebeliones. Mobutu condenó a muerte al secesionista Tshombé en rebeldía. Tshombé se instaló en la España de Franco, pero fue apresado por el agente francés Francis Bodenan, quien lo llevó a la Argelia francesa, donde murió más tarde, supuestamente de insuficiencia cardíaca.
Las incursiones de la Fuerza Aérea congoleña respaldadas por la CIA contra guerrilleros cubanos entrenados en China, comenzaron en febrero de 1964 y continuaron hasta el 66. Las operaciones incluyeron ayudar en la represión de Mobutu contra los amotinados en Katanga. Con su «armada de bolsillo», la CIA cplaboró en las operaciones marítimas contrainsurgentes llevadas a cabo por de Mobutu en el lago Tanganica, en la frontera oriental, así como en el lago Albert, en el noreste.
Según estimación de la CIA a mediados de 1966: “La presencia cubana en África no es grande”. Incluso en Congo-Brazzaville, el mayor contingente supuso «una contribución cubana de entrenamiento, material y mano de obra, relativamente pequeña». Sin embargo, temían que incluso esto «aumentaría el potencial» de los grupos rebeldes. En el mismo año, Mobutu prohibió la Confederación General de Trabajadores Congoleños (Confédération Générale du Travail du Congo), de orientación comunista. Un año después, Mobutu creó un único sindicato para apoyar a su gobierno del MPR. Dicho sindicato era el Sindicato Nacional de Trabajadores del Congo/Zaire (Union Nationale des Travailleurs du Zaire). Las huelgas fueron prohibidas y el código laboral no vinculante. Mobutu retuvo el control sobre las relaciones sindicales de la industria.
Estados Unidos toleró los programas de nacionalización de Mobutu porque en 1967 el FMI había impuesto reformas financieras, y porque, desde la perspectiva de las corporaciones estadounidenses, los peores efectos de la nacionalización fue el éxodo de especialistas belgas, que de todos modos podían ser reemplazados por expertos estadounidenses. La región del ecuatoriana «aparentemente no tiene riqueza mineral», por lo que la CIA permitió la nacionalización a principios de los años setenta.
Entre 1957 y 1972, el número de médicos descendió de uno por 20.000 habitantes—que ya era uno de los más bajos del continente— a uno por 30.000, e incluso a uno por 50.000 en muchas regiones rurales.
Los katangueños se negaron a apoyar una invasión de mercenarios con base en Angola. La CIA estimó que la rebelión de Simba era «poco más que bandidaje». En 1970, la CIA estaba bastante impresionada con Mobutu, quien «…le ha dado a su país seguridad interna y estabilidad política… Ha avanzado mucho en la transformación de un ejército rebelde en una fuerza de contrainsurgencia bastante eficaz, y las antaño formidables bandas rebeldes se han reducido a pequeños grupos de fugitivos». Añadiendo que la política de Mobutu «no dará al votante una alternativa real». En 1971, Mobutu cambió el nombre del país, que pasó a llamarse Zaire, y un año después Katanga pasó a llamarse Shaba («cobre»).
A principios de 1973, la CIA confiaba en que Shaba, con sus importantísimos yacimientos minerales, estaba bajo la “autoridad indiscutible” de Mobutu.
Un memorando sin fecha de la CIA señala que, «sin la riqueza de Shaba, Zaire no sería una entidad viable». Formado a partir de los restos de la gendarmería de Katanga, el FLNC con sede en Angola intentó periódicamente tomar Shaba (Katanga). En marzo de 1977, el FLNC se hizo con las principales ciudades, pero no recibió apoyo de la población general de Katanga. Estados Unidos, Francia y Bélgica enviaron tropas a la región.
En 1978, otra invasión fracasó cuando Estados Unidos ayudó a los 1.200 efectivos belgas de rescate aerotransportados, mientras los legionarios franceses luchaban contra los rebeldes. Un funcionario del gobierno fue asesinado y el ataque se atribuyó a la etnia Mumbunda. En venganza, 350 mumbundas fueron asesinados y 12 cristianos kimbanguistas ahorcados en la ciudad sureña de Idiofa. Al final de la década, en la región rica en diamantes de Kasaï, la Agencia de Inteligencia de Defensa indica que: «los soldados masacraron a cientos de estudiantes y mineros en la región». En 1980, 60 personas en Bajo-Zaire (ahora Kongo Central en el oeste) fueron arrestadas por formar un partido de oposición. Ese mismo año, Mobutu arrestó y exilió a ex parlamentarios que intentaban conformar una nueva autoridad en Katanga.
El diplomático estadounidense y futuro director ejecutivo del Banco Mundial, Bob Keating (1924-2012), escribió al director de la CIA, el almirante Stansfield Turner (1923-2018), sobre Zaire, donde Keating encabezaba el Comité de Desarrollo Industrial iniciado por Mobutu: «Es política de los Estados Unidos ayudar a estabilizar la situación política y económica». «Se gastarán grandes sumas de dinero para este propósito durante los próximos tres años a través de programas de emergencia de ayuda e inversión extranjeras».
Una evaluación de marzo de 1979 señala que «el ejército de Zaire (FAZ) es más una amenaza para la población civil del país que una amenaza para cualquier fuerza exterior». Describe a Zaire como “un régimen militar con una fachada civil”, y señala el debilitamiento del poder de Mobutu y la ausencia de sucesores adecuados. La sequía en Bas-Zaire provocó una grave escasez de alimentos. La oposición interna era «inexistente» y los oponentes con base en Europa «divididos y débiles». La CIA temía «levantamientos espontáneos» en Kinshasa y Shaba (Katanga). «Sin un apoyo económico y militar externo continuo, el gobierno del presidente se deterioraría aún más rápidamente… No hay potenciales sucesores fácilmente identificables».
La asistencia militar siguió llegando a Zaire.
EN LOS 80: FATALISMO
La CIA señala que en la década de 1980, Zaire era un centro de entrenamiento militar internacional. Las fuerzas belgas se concentraron principalmente en el entrenamiento de comandos en Kinshasa, Kota Koli y Shaba. Los asesores chinos proporcionaron armas pequeñas y entrenamiento. El personal egipcio entrenó y armó al ejército. Los paracaidistas franceses equiparon unidades blindadas, incluida la Fuerza Aérea. Los israelíes ayudaron a las Brigadas Presidenciales Especiales. Alemania Occidental exportó equipos de comunicaciones y soldados.
Estados Unidos gastó millones de dólares «para financiar la mayor parte de los vehículos militares del país, casi toda su capacidad de transporte aéreo, algunos barcos de guerra navales y gran parte del equipo de comunicaciones». Esto se llevó a cabo en el marco del Programa Internacional de Capacitación en Formación Militar.
Un informe de la CIA de junio de 1980 señala que: “Los intereses estratégicos de Estados Unidos en Zaire, junto a los de la mayoría de las demás potencias industriales, fuera del área comunista, están influenciados por su dependencia casi total del cobalto importado y por el papel destacado de Zaire en el suministro de este metal fundamental».
Solo Shaba, representó el 60 por ciento de los ingresos en divisas de Zaire. En 1982, la Dirección de Inteligencia informó «la situación parece peor que en cualquier otro momento desde los turbulentos años que siguieron a la independencia del país»: endeudamiento creciente, estanflación y desempleo. Incluso si hubiera tenido lugar un golpe anti-Mobutu, «probablemente Zaire seguiría dependiendo de Occidente para su exportación de minerales».
A principios de los 80, Mobutu impuso la austeridad en respuesta a la devaluación de la moneda y los desequilibrios comerciales. “Puede que en el futuro haya protestas por parte de mineros, estudiantes y funcionarios públicos, pero Mobutu mantiene firmemente el control”. La CIA señala que «aparentemente, la mayoría de la población ha adoptado una actitud fatalista ante los tiempos difíciles». Pero el fatalismo no iba a durar. A mediados de los 80, la CIA exponía que «los recortes en la educación han provocado huelgas en varias universidades… lo que llevó a Mobutu a cerrar varios campus y arrestar a algunos estudiantes y maestros». Estos acontecimientos «podrían sentar las bases de un descontento abierto entre varios grupos de interés nacionales». Una sección del documento señala la oposición de Mobutu a «los planes de Estados Unidos de vender cobalto de las reservas estratégicas [de Zaire], alegando que esto haría bajar el precio mundial del mineral».
CONCLUSIÓN: LAS GUERRAS DEL CONGO
El historial público disponible de la CIA en el Congo llega hasta la década de 1980. A principios de los ’90, las tensiones internas y externas, incluyendo una población políticamente activa y los conflictos en la frontera, llevaron al régimen de Mobutu al borde del abismo. El dictador estaba en el extranjero recibiendo tratamiento médico, cuando un viejo rival de Katanga, Laurent Kabila (1939-2001), desencadenó la primera de las Guerras del Congo (1996-1997 y 1998-2003) y depuso a Mobutu. La nación pasó de las agonías de la dictadura al trauma de la guerra genocida. Las corporaciones y los consumidores occidentales continuaron beneficiándose del coltán barato. La misión de la CIA estaba cumplida.