Fuente: Umoya num. 103 2º trimestre 2021                          Amparo Molina. Comité de Toledo

Me piden que escriba algo sobre Loreto, fallecida recientemente. En un principio me he negado (¡es tanto lo que se puede decir de ella!) me temo empequeñecer su persona con cualquier cosa que diga.
Después lo he pensado y escribiré lo que a mí más me ha impresionado de ella a lo largo de nuestra larga amistad.
Tres cosas me parecen que sobresalen de Loreto: su humanidad, su solidaridad y su espiritualidad.

Su humanidad: durante siete años pasábamos diez días juntas disfrutando de unas vacaciones con la Asociación El Alfar, de Vallecas. Durante esos días de convivencia, pude ver cómo Loreto trataba a los mayores, nunca la vi hacer diferencias entre ellos, trataba a todos por igual, a todos les daba muestras del cariño que les tenía, a ninguno le faltaba su abrazo y sus besos,
ella irradiaba amor y ternura porque era lo que llevaba dentro.
Su segundo rasgo yo diría que fue la solidaridad con los más pobres, centrándolo en África y Vallecas. Esta solidaridad la llevó hasta África con un deseo de conocer lo que allí pasaba; de África vino enamorada y su gran deseo era dar a conocer lo que allí sucedía y a esto dedicó la mayor parte de su vida, pero sin olvidar Vallecas y la Asociación El Alfar que tanto quería.
Supo enlazar las dos realidades, sabiendo que todas las personas éramos hermanos.
Su espiritualidad. Loreto tenía una fe muy profunda en Jesús de Nazaret; creo que de ahí radicaba todo su compromiso.
Son muchas las personas que se han sentido marcadas por ella y a las que ha contagiado de su amor por África. Por eso, es de justicia dedicarle el dossier de este número 103 de su querido Umoya. Un homenaje a nuestra Loreto.