Zelensky comentó que tantas advertencias irredentistas han puesto a la economía de Ucrania en grave riesgo: cuando la desestabilización de la situación adentro del país es la mayor amenaza que enfrenta Kiev. Zelensky también fustigó a la prensa de provocar un pánico innecesario conforme las embajadas anglosajonas de EU y Gran Bretaña (GB) atizaban la retórica piromaniaca con la precipitada evacuación de sus funcionarios en Kiev, lo cual fue acerbamente criticado por el presidente ucranio: Los diplomáticos son como los capitanes. Deben ser los últimos en abandonar cuando se hunde un barco. Y Ucrania no es el Titánic (sic).

Pareciera que los atribulados mandatarios de EU –con Biden y Kamala Harris desplomándose en las encuestas en forma acelerada– y GB –con el premier Boris Johnson, quien resultó más pantomimo que su homólogo ucranio, padeciendo los flagelos de sus escandalosos party-gates: sus bacanales en medio del confinamiento obligatorio para los ciudadanos, lo cual le valió su derrota al presidente argentino Alberto Fernández– buscan llegar a un paroxismo de propaganda negra, quizá con el fin de recuperar su mutua credibilidad perdida a costa del manejo de la sempiterna amenaza roja, ayer soviética, hoy rusa.

En Occidente no están de acuerdo sobre la fecha de la invasión rusa: Biden –quien, por cierto, anda muy nervioso a grado tal de haber insultado a un periodista de Fox News: se ignora si fue deliberado o accidental– afirmó que será en febrero (https://bit.ly/3L5M0jV), mientras Bruno Kahl, jefe del espionaje de Alemania –quien se negó a enviar ayuda militar a Ucrania–, afirmó que la decisión de invadir todavía no ha sido tomada por el Kremlin (https://reut.rs/3HllG3f). En la llamada telefónica Biden-Zelensky no existió acuerdo sobre la supuesta invasión rusa que ha desmentido categóricamente el Kremlin. ¿Arrojará Biden al desobediente Zelensky debajo de su autobús bélico?

Mientras EU y GB dan por hecho la invasión y se alistan a propinar sanciones catastróficas contra Rusia, incluyendo al zar Vlady Putin y a su primer círculo, llama poderosamente la atención que Zelensky proponga juiciosamente una desescalada, al unísono de una cordial llamada telefónica entre los mandatarios de Francia y Rusia, quienes acordaron buscar una salida diplomática que pudiera ser bajo la instrumentación de los muy creativos acuerdos de Minsk –que lubrican el diálogo directo de Kiev con las repúblicas secesionistas de Donetsk y Lugansk– bajo el formato Normandía –donde concurren Ucrania, Bielorrusia, Rusia, Francia y Alemania–, pero que quizá ostente un defecto consustancial debido a la conspicua ausencia de EU. También Annalena Baerbock, ministra verde de Exteriores de Alemania, instó a la reanudación del formato Normandía para implementar los “acuerdos de Minsk (https://bit.ly/3rjbsuv)”.

El senador Aleksey Pushkov, muy cercano a Putin, comentó la imperativa necesidad de conformar un nuevo orden mundial para conseguir la paz entre EU y Rusia cuando “EU es un hegemón que está perdiendo gradualmente su posición en el mundo […] e intenta mantener su influencia dominante creando conflictos simultáneamente con Rusia y China (https://bit.ly/3AQ12FI)”. A juicio de Pushkov, el problema radica en que la élite financiera y política de EU cree que son los únicos que pueden dirigir al mundo.

Pues hasta ahora sí, mientras nada ni nadie los detenga.

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