Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2020/05/29/tu-lucha-nuestro-ejemplo-por-sabin-aranburu/ Sabin Aranburu
27 de mayo, 2020
(Traducción)
La lucha a la que ha dado comienzo Patxi Ruiz ha arrojado elementos fundamentales al panorama político de Euskal Herria. Desde las amenazas que recibió por poner en marcha la lucha por los derechos de todos los presos, hasta continuar con la huelga de hambre tras haber sido hospitalizado, y mientras tanto habiendo superado más de una semana de huelga de hambre y sed, tanto las luchas como los choques que se han dado en la calle esclarecen la caracterización de los distintos sectores, si es que se podía esclarecer más.
Mientras que hemos visto la activación de un sector de Euskal Herria –impulsado, en gran medida, por una joven generación revolucionaria, cuya militancia comenzó hace poco–, la posición de los partidos de la realpolitik ha sido la habitual: el gobierno PSOE-Podemos no tiene la capacidad efectiva de improvisar a su gusto, y no quiere aceptar el carácter político de los presos vascos. El primero ha demostrado que es el partido burgués más adecuado para la estabilidad del Estado Español, al menos desde la «transición». Con esta actitud, además, es desde entonces un partido de confianza para mantener intactos los intereses de la Unión Europea. En cuanto al segundo, el partido de académicos socialdemócratas que aprovechó la breve esperanza que despertó el movimiento 15M para su propio favor, les ha llegado el momento de ver que no existen esos resquicios por los que cambiar de raíz la situación del parlamento burgués, como si no hubieran aprendido de la experiencia del partido Syriza de Grecia. Mientras que, históricamente, el primero ha construido todos los instrumentos para enterrar la propuesta revolucionaria que pudiera surgir en Euskal Herria –y los sigue construyendo–, Podemos está obligado a negar los parámetros de la lucha de clases para estar en las butacas parlamentarias, aceptando el proceso legal de mutilación construido tanto por PSOE como por otros partidos políticos. Tal y como sabemos, para ser invitados en su casa es necesario pagar entrada, y como tienen dinero de sobra, se paga con la obediencia. A mi parecer, el proceso de EH Bildu guarda similitudes con el caso de Podemos: habiendo dejado la construcción del socialismo fuera de su ecuación, está forjando su camino a modo de coalición profesional en la institución burguesa española, con la esperanza de que en este campo de juego se alcancen sus objetivos estratégicos, limitados al ámbito de la reforma. Analizando tanto el camino recorrido como la asimilación que suponen los parlamentos burgueses, se pone de manifiesto la imposibilidad de alcanzar la Independencia y el Socialismo, principios históricos de la Izquierda Abertzale, habiendo llegado a una situación de bloqueo político. Cabe añadir que la nueva estrategia para poder participar en el parlamento español supuso dejar de lado el concepto de amnistía total, situando la cuestión de los presos políticos vascos en soluciones individuales. Esto ha puesto en entredicho en muchas ocasiones la reivindicación de los presos vascos como presos políticos, pasando de reivindicar y luchar la liberación total, a reducir su proclamación a la del fin de la situación de excepción –teniendo claro que también es imprescindible conseguir esta última–.
Por tanto, estas distintas expresiones que forman parte del conjunto de instituciones burguesas, cada una de ellas con distintas connotaciones, hoy forman parte de un mismo equilibrio. Deben obedecer a la regulación burguesa de la Constitución española, teniendo que destruir la fuerza revolucionaria que hay que situar obligatoriamente fuera de esta regularización, o dejando de lado la idea de construir esa fuerza. La burguesía marca toda la hoja de ruta del Estado español, mediante los partidos burócratas, la legalidad e ideología burguesa y el monopolio de la violencia. La propuesta estratégica socialista, en el contexto de una nación oprimida, está, además, refutada por los instrumentos del propio Estado. Vemos que en este campo la capacidad para obtener la amnistía de los presos políticos está agotada.
Es por ello por lo que la construcción de una nueva propuesta conlleva necesariamente la producción de nuestro poder al margen del parlamentarismo, y en concreto, debemos producir las alternativas para la liberación de los presos políticos desde la calle, justamente desde el espacio natural del proletariado.
Las luchas de Patxi y de otros muchos compañeros que se han solidarizado con él, junto con el trabajo que ha llevado a cabo AEAM en los últimos años, estrenan un nuevo momento. Se ha vuelto a plantear la reivindicación de la amnistía, y es el momento de actuar y situar en su lugar la importancia estratégica de este concepto político. La lucha por la amnistía debe formar parte de una estrategia que organice a la totalidad. Formar parte de una nueva estrategia política que se adecuará a los elementos actuales de la lucha de clases. Ahora que, tanto desde la mirada de décadas anteriores como desde la actual, el fracaso de la estrategia interclasista se hace evidente, se deben reconfigurar los principios de Independencia y Socialismo mediante una estrategia que se base en la independencia de clase. Ahora más que nunca, tenemos que comenzar a convertir la hoja de ruta hacia el Estado Socialista Vasco en una opción estratégica real. En el antagonismo que le es inherente al capital, está demostrado que la conversión en sujeto político conlleva la existencia de presos políticos, y es que en nuestro territorio hemos conocido esta tesis con más crudeza que nunca. De esta forma, la Amnistía debe ser inmanente a la estrategia proletaria, volviendo a vincular estrechamente su concepción a la victoria política. La amnistía propiamente dicha es un concepto que está unido al enfrentamiento al antagonismo y a la guerra que genera la situación estructural, y su logro tan solo puede deberse a una correlación de fuerzas concreta. Es decir, la amnistía completa de los presos políticos debe ser un momento indispensable del desarrollo estratégico, que puede materializarse desde el momento en que nuestra correlación de fuerzas se encuentre equiparada a la del enemigo, por medio de la imposición directa a la clase enemiga.
Para posibilitar el desarrollo de la estrategia, además, es necesario abordar tanto la cuestión de los presos políticos como la de los presos sociales que están en las cárceles. La lucha de Patxi ha ampliado las modalidades de lucha que estaban olvidadas, fundiendo la lucha de interna de las cárceles con las calles. Siempre ha existido el choque entre los presos políticos vascos y las cárceles. Los primeros, históricamente, han luchado por los derechos también dentro de la cárcel, en defensa de su condición política, ante todo, en defensa del proyecto político que representan. Las funciones de la cárcel, por su parte, siempre han demostrado ir en la dirección contraria, tal y como lo demuestran las explicaciones del preso político vasco Zigor Garro en la revista mensual ARTEKA:
«…que hay que ver la cárcel como una reproducción en miniatura del sistema capitalista. Al igual que la clandestinidad es el paroxismo de la libertad, la cárcel es el paroxismo del sistema capitalista. En definitiva, el capitalismo necesita trabajadores dóciles y tiene medios para ello, sobre todo, la escuela. Y es que la escuela y la cárcel se encuentran estrechamente relacionadas: obedecer a la autoridad, horarios, planificación, arbitrariedad, limpieza cerebral. La escuela es la institución para domesticar a los niños y convertirlos en obreros dóciles. La función social y política de la cárcel, en cambio, es la de amansar a aquellos que no se han sucumbido lo suficiente y, sobre todo, la de encarnar a la amenaza».
Las posiciones políticas que ha generado la lucha de Patxi, como he dicho al principio, han añadido elementos fundamentales a la situación política de Euskal Herria. Las luchas a favor de los presos políticos y sociales y contra la institución penitenciaria deben formar parte del poder que debemos construir fuera del campo de juego del enemigo, manteniendo el carácter político de todas ellas y organizándonos en contra de la represión sistematizada que vivimos y viviremos en cada momento. Al fin y al cabo, la guerra no termina hasta la destrucción del poder burgués que domina tanto Euskal Herria como el mundo entero.