Fuente: Portal Libertario OACA 30 Apr 2021 11:02 AM PDT
Alexander von Humboldt nació en el reino de Prusia, hoy la República Federal Alemana en Berlín el 14 de septiembre de 1769 y falleció en la misma ciudad el 6 de mayo de 1859. Su único hermano, Wilhem, era dos años mayor, fue lingüista y al igual que él, hacedor de importantes logros en el ámbito literario y en el social, en el educativo. Fue un crítico vigilante de las limitaciones de acción del Estado para evitar su intervención en otras cuestiones que no sean la de facilitar la vida, la integridad, como único presupuesto, garantizar el desarrollo de los individuos. También fue ministro y diplomático. El poeta Antonio Machadoa esa estricta observación social a modo de inspección ciudadana que nos aconsejó tener la llamó Conciencia Vigilante, precisamente.
Digamos que Wilhem fue el hermano urbanita y Alexander el viajero científico de campo cuando el planeta aún reservaba lugares remotos que explorar, pero no como viajero turista con sandalias, calcetines blancos y pantalones cortos de safari. Fue un explorador científico que catalogaba animales desconocidos, plantas, sobre todo pájaros pues fue también ornitólogo, zoólogo, botánico y biólogo. Es decir, estudioso de la vida por resumir su extensa y profusa inquietud por el saber insaciable y sereno de quien tiene la certeza que la ignorancia es mucho mayor de lo que sabe. Se dice del alcance que tuvieron sus viajes de exploración por la valiosa y cuantiosa información que aportaron a varios campos de la ciencia como Climatología, Geología Geografía Oceanografía y Botánica. Tampoco debe sorprender que por sus logros, frutos de una actividad inusitada y una vida dedicada a la Ciencia, fuese objeto de reconocimiento, tanto en Alemania como internacionalmente, unánime, pues para la comunidad científica es un valor sin fronteras, miembro de una veintena de universidades y asociaciones científicas, entre ellas la Royal Society o la American Philosophical Society; la Academia de las Ciencias de Berlín lo reconoció como, El principal científico de su época. También la Academia de las Ciencias de Francia quiso expresar su profunda admiración al sabio prusiano con el piropo, El nuevo Aristóteles. Pero de todas las muestras de reconocimiento la que más me estremece es saber Oque comunidad científica utiliza la abreviatura HUMB para asignar y catalogar a los vegetales. O que en Zoología la abreviatura es su apellido completo, HUMBOLDT. Me resulta muy difícil no pensar en sus padres cuando se mencionan estos reconocimientos a sus hijos, pues ellos fueron los promotores y quienes invirtieron en el empeño de cultivarlos y de la mejor manera. Para ello contaron (a sueldo) con los mejores maestros que formaron a estas dos mentes prodigiosas, Wilhem y Alexander. La Corriente de Humboldt “ La corriente de Humboldt, también llamada corriente peruana o del Perú, es una corriente oceánica costera del Pacífico oriental, la cual es fría, superficial, continua, de baja velocidad, muy amplia, somera6 y con una dirección predominante hacia el noroeste. Está originada por un afloramiento o ascenso de aguas profundas y, por lo tanto, muy frías y ricas en nutrientes, que se produce en las costas occidentales de América del Sur. Fue descubierta por el científico español José de Acosta (1540-1600) en su Historia natural y moral de las Indias (1590), y descrita por el naturalista alemán Alexander von Humboldt en su obra Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente (París, 1807), escrita en colaboración con Aimé Bonpland. Esta corriente es una de las de aguas frías más importantes del mundo y sus efectos de aridez relacionados con la surgencia de esas aguas frías (que limitan la evaporación de acuerdo con el principio de la diatermancia) se dejan sentir notablemente en las costas centrales y septentrionales de Chile así como casi en la totalidad de las del Perú. Su velocidad es de unos 28 km por día de sur a norte, más exactamente, desde la parte central de las costas chilenas hasta el ecuador terrestre. El nombre «corriente del Perú» fue adoptado por resolución de la Conferencia Oceanográfica Iberoamericana (Madrid-Málaga, 1935).” En esta reseña de la corriente marina que lleva su nombre, se hace referencia al libro que sobre la misma “escribió Aleixandre en colaboración con Aimé Bonpland, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, París, 1807”. Es inevitable que quienes están a la sombra de un personaje como Aleixandre sean muchas veces desconocidos o poco nombrados. Sin embargo, Aimé fue un naturalista, médico y botánico francés “que formó parte de la expedición a América con Humboldt y estuvieron entre 1799 y 1804, por España, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Cuba, México y los Estados Unidos. Bonpland reunió y depositó en el Jardin des Plantes de París un herbario de 60.000 plantas, 6.000 de las cuales eran desconocidas en Europa.” “Como resultado de su viaje exploratorio, publicó cuatro volúmenes sobre plantas en la obra Voyage aux régions equinocciales du noveau continent fait en 1799 – 1804 y, en colaboración con Humboldt, los siete volúmenes de Nova genera et spacies plantarum. Bonpland también elaboró una notable colección de insectos, que fueron estudiados por el entomólogo francés Latreille y publicados en la Colección de Observaciones de Zoología y Anatomía Comparada, en 1811.” Fuente: Wikipedia Alexander von Humboldt fue un portento fuera de lo común y de lo singular. En 2019 se conmemoraron los 250 años de su nacimiento. En una entrevista realizada por DW por este motivo hace dos años a la historiadora de la ciencia Sandra Rebok que ha dedicado un cuarto de siglo al estudio de la vida y la obra de Alexander Humboldt, dice: “… el legado de Humboldt basado en la colaboración, que construyó puentes entre la ilustración y el conocimiento indígena y local del Nuevo Mundo. La especialista, que ha escrito más de una docena de libros sobre Humboldt, reveló las generosas condiciones que le otorgó la corona española para realizar la célebre expedición que lo llevaría, en 1799, a los territorios coloniales de ultramar.” Entrevista a la historiadora de la ciencia, Sandra Rebok. Alexander von Humboldt: el precursor de la divulgación científica. Fuente: El Mostrador. Entrevista a la historiadora, Laura Dassow Walls, biógrafa de Alexandre Humboldt. https://www.bbc.com/mundo/ Humboldt versus Darwin Aunque Cristóbal Colón fue el descubridor del nuevo continente en el siglo XV, el 12 de octubre de 1492, no se conoció hasta que, primero Humboldt con 31 años, entre 1799 y 1804 recorrió los lugares de Cuba, Colombia, Ecuador, Perú y México. Después, un joven Darwin con 22 años, entre 1834 y 1835 lo hizo en Brasil, Chile, Perú y las Islas Galápagos. Debieron de sentirse como los astronautas que pisaron La Luna. Ellos fueron a abrir senda, a descubrir todo. No era precisamente un viaje de placer. Desde que parten de España hasta alcanzar la otra orilla en el Nuevo Mundo hay un océano que las separa, que puede literalmente tragar las naves en mitad de una tormenta. No olvidemos que aquellos navíos eran veleros, dependían para navegar del viento; si no soplaba no podían progresar durante días o semanas. No contaban con partes meteorológicos. Eran verdaderas misiones de lo imposible. Tampoco el equipaje consiste en en una maleta o mochila para una semana en las primeras expediciones exploradoras. Eran años. La admiración de Darwin hacia Humboldt lo resume los dos libros que llevó de cabecera. “Humboldt fue una de las grandes influencias de Darwin. Cuando en 1831 emprende su viaje de cinco años a bordo del Beagle, Darwin contaba con dos libros de cabecera, la Narrativa Personal de Alexander von Humboldt y los Principios de Geología de Charles Lyell. De hecho, Humboldt fue la figura científica más citada en el manuscrito del diario de viaje del alemán.” Fuente: Freeman. La Ciencia ante las vicisitudes y los desafíos no grita, actúa. No se detiene y dialoga con quien la ataca; no pierde el tiempo y más cuando es sabedora de que no es un material sobrante para ninguno de sus objetivos. No evangeliza ni condena a quienes la repudian. La Ciencia si no fuese verdad no sería ciencia. Ni sería cierta la propia Historia. Tampoco lo sería la existencia… es decir, nosotros. A quienes dudan y niegan las evidencias sin pruebas les digo que hasta la Nada, es Nada por algo. Alexander Humboldt, como no puede ser de otra manera sino no sería científico, dijo al respecto que, «no puede haber conocimiento científico sin una verificación que lo confirme». Hoy esa verificación se conoce como, La prueba por pares, en inglés, “pair testing”. “Para la Filosofía de la Ciencia, la Falsabilidad o Refutabilidad, “es la capacidad de una teoría o hipótesis de ser sometida a potenciales pruebas que la contradigan. Es uno de los dos pilares del método científico, siendo la reproducibilidad el otro”. “Según el Falsacionismo, toda proposición científica válida debe ser susceptible de ser falsada o refutada. Se puede usar este criterio para distinguir lo que es ciencia, de cualquier otro conocimiento que no lo sea”. “El criterio de demarcación del filósofo de la ciencia, Karl Popper, es, “una de sus principales implicaciones es que la corroboración experimental de una teoría científicamente -probada- – aún la más fundamental de ellas- se mantiene siempre abierta a escrutinio”. Este análisis probatorio de La prueba por pares es una herramienta imprescindible para el científico que se realiza, por ejemplo, con dos personas; un desarrollador y un probador o usuario final, trabajando juntos para detectar los errores. Normalmente comparten un único ordenador e intercambian el mismo durante las pruebas. Es un examen riguroso de transparencia que convive con los científicos como un manual ético de eficiencia y honestidad, creado para decir esto es verdad o esto no es verdad. Y como señala el filósofo de la ciencia Karl Popper en El criterio de demarcación, “… se mantiene siempre abierta a escrutinio”. Porque, tal como lo observó Albert Einstein, la diferencia que existe entre la Ciencia y la Estupidez, es que la Ciencia tiene sus límites. Negar lo evidente, por ejemplo, es un claro indicador de su infinita oquedad. Benjamín Lajo Cosido memorialista |