Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2020/07/01/todo-fascista-anhela-ponerle-su-nombre-a-una-guerra/
Antes de que usted, estimado sobreviviente, decida desechar nuestras opiniones por considerarlas, a priori, como otra larga lista de hechos aislados anudados caprichosamente, le sugerimos que revise la historia europea, en especial la ocultada y tergiversada historia de Alemania en el periodo previo a la llegada del genocida régimen nazifascista.
La historia la escriben, usted sabe, los sobrevivientes. El presidente de la Federación Rusa, que no por casualidad –sino Historia– se llama “Vladimir”, le guste a él (o a usted) o no, acaba de señalar especialmente este hecho. ¿Cuantas mentes brillantes? ¿Cuantos científicos, historiadores, y especialistas militares podrían contarse entre los 26 millones de soviéticos que murieron luchando contra el fascismo?
Todo esto guarda una estricta relación con el presente porque la guerra moderna es la síntesis de todas las guerras de la historia humana.
Bien podemos comparar la irracionalidad de la burguesía transnacionalizada, liderada ahora ya sin ningún lugar a dudas, por la estupidez y la codicia sin límites de la banda de enfermos mentales de Trump, con los affaires de “las coronas”, las burguesías europeas y en especial la estadounidense, durante el auge nazi-fascista en los años treintas de siglo XX.
Videla le entregó la “Orden General de San Martín” al rey borbón franquista – Menen a Pinochet
Pero eso que ya es bastante, sin embargo no es todo.
Hasta no hace tanto en campaña preelectoral, la señora Fernández de Kirchner aseguraba: “Estados Unidos vuela” (sic), “la economía mejora gracias al proteccionismo de Trump” y otras estupideces por el estilo.
Esto qué es apenas un simple ejemplo, adelanta otro indicador importante: el neobonapartismo ‘gatopardo’ de la expansión ilimitada, las ensambladoras y maquiladoras y los agronegocios, que encontró espacio frente a la crisis de gobernabilidad y legitimidad de la partidocracia burguesa en el cono sur, y más tarde en México, y el pseudo “desarrollismo” de “los commodities” es una fantasía tanto o más perversa que cualquier otra “arma silenciosa”.
El infantilismo de aldeanos vanidosos o más bien, la actitud infantil y la disociación psicótica de los políticos pequeñoburgueses desclasados, que acompañó la reingenieria político-económica de todo el cono sur de América con un discurso liberal-estatalista-neopopulista [en inglés “liberal”, en la fonética castellana debería leerse con acento en la í] se muestra ahora como lo que siempre ha sido; apenas más que una farsa “para el populacho”.
Una farsa de consecuencias irreparables.
Una farsa que alimentó con cientos de miles de millones de dólares la maquinaria de guerra corporativa-neofascista.
Veamos por ejemplo el patético caso del señor Lula Da Silva. Todos los comentaristas y “opinadores” pequeñoburgueses del estilo “anciano charlatán oportunista perdido en la tormenta de la guerra fría” o “jesuita-brujo recién llegado a una fiesta de cocainómanos y proxenetas”, es decir “algunos”, esperaban una política de enfrentamiento abierto contra el régimen fascista brasileño, al menos el desconocimiento activo de las elecciones fraudulentas de Bolsonaro, y nuevas alianzas con “alguna” izquierda digamos ‘revolucionaria’ brasileña. Sin embargo el señor Lula eligió el confesionario.
Ahora él, por su cobardía (y quién sabe qué más), su partido y su política son cadaveres pudriéndose desde adentro. Lo mismo le sucede al señor Fernández, que navega naufragando en su propio charco de mierda.
La enorme frustración, tras la derrota del “lulismo”, la despolitización, la capitulación y la “entrega” de las elecciones argentinas en 2015, o más cerca aún en Uruguay 2019, fueron –y esto nunca debe ser olvidado–, en una enorme medida la antesala de la contraofensiva del neofascismo contra los trabajadores paraguayos, brasileños, argentinos, etc., etc.
Ahora que la pandemia mundial les impide ocultar las verdaderas “estadísticas” de ésta Guerra, (digamos “Plan Colombia” o “Guerra contra el narco”, “Europa blanca”, ‘George Floyd”, –ponga usted estimado lector todo eso y los ingredientes que usted mismo elija en una batidora subdesarrollada, con bananas) la realidad nos presenta la militarización de la vida civil como un hecho de facto. Ahora sí podemos realmente comenzar a hacer el verdadero balance del rol qué, –otra vez en la historia política mundial–, el reformismo pequeñoburgués ‘socialcristiano’, “socialdemócrata”, “socialpatriota”, (y otros muchos “socialalgo”), desempeñan como contraparte necesaria de un régimen de explotación de la vida humana que no acepta límites ni fronteras. Y que imposibilitado ya de exportar sus contradicciones a regiones lejanas de las metrópolis, prepara el apocalipsis civilizatorio y la colonización extraplanetaria.
El ruido de este carnaval de gansters y prostitutas marca el ritmo de este baile, que todos los gobiernos subordinados y dependientes se esfuerzan por bailar.
Tal como decíamos en marzo, cada día es más evidente para cualquier investigador serio y consciente de las implicaciones, que SARS CoVid 19 es un arma biológica diseñada y puesta en marcha como una contramedida frente a la crisis mundial capitalista. Un “arma matapobres”, diseñada por una élite mundial acorazada en sistemas políticos decadentes y diseminada sin “problemas morales” por las pequeñas burguesías disociadas y energúmenas.
Revisemos ahora algunas cifras y agreguemos solo de pasada, por ejemplo:
- Los entretelones de la llegada de Boris Johnson al gobierno en el ‘Reino Unido’.
- Las victorias militares ruso-sirio-iraníes en medio oriente.
- La abierta y declarada “guerra comercial” de “occidente” contra China.
- Las reuniones del psicópata Trump con la élite financiera europea y la corona británica.
- Las animadas visitas de los neonazis del pentágono al cono sur, y de los títeres Piñera, Lenin Moreno, o el narcoparamilitar Ivan Duque a la Casa Blanca a comienzos de este año.
- Consideremos quizás, –si usted ha llegado hasta aquí con nosotros–, la política “antimigrantes” europea y norteamericana.
Había, antes de la crisis pandémica, más de diez millones de personas sin hogar en Europa. Había más de 15 millones de personas viviendo en tugurios o directamente en las calles de los Estados Unidos. Había un clima insurrecional solo comparable a un 68 global. Había, tres veces el producto bruto mundial en deudas “soberanas” (cuanta ironía en las palabras no es cierto…)
Guerra. Guerra con bandas militares y juramentos de venganza. Guerra con misiles intercontinentales como los que desfilaron este mes de junio en la plaza roja de Moscú. Guerras con armas silenciosas. El futuro es apenas una puerta entreabierta. Nadie sabe que le espera detrás de ella, ni siquiera ellos –y eso también es nuevo– del otro lado.
Guerras son guerras y el epicentro de ésta serán las comunidades pobres y marginalizadas. Y nosotros los HIJOS, somos los sobrevivientes de todas las anteriores. La historia sin embargo se encarga de señalarnos los procedimientos: Comunidades autónomas, resistencia y autogobierno. Ese es el nuestro desde hace 15 años.
Esto no es una hipótesis sino evidencia histórica. Serán dos años, serán diez años, serán cincuenta. La palabra oficial de la OMS y la ONU ha dicho que “como el VIH, este virus llegó para quedarse”.
Sí, si, el VIH del cual, –casualmente y por casualidad–, han “encontrado” (adivine usted) en África, una nueva cepa “inmune a los retrovirales”.
Pero Trump además de hablar sobre extraterrestres con su hijo de plástico diseñado en un laboratorio eugenésico, también ha dicho, y esto es si es nuevo, que “ellos” tienen (también de esto) ¡la vacuna!
Usted puede ejercitar su imaginación o simplemente hacer de cuenta que la “nueva normalidad”, o el contrato de investigación biomolecular de más de 120 millones de dólares del gobierno brasileño para investigación “sin restricciones” en población negra y pobre de Brasil, (digamos ‘Mengele reload’) y las delirantes apariciones infecciosas de Trump y Bolsonaro son apenas producto de la estupidez; pero la muerte sin embargo no es un ejercicio de imaginación ni tampoco el producto de alguna nueva teoría conspira-sionista.
Mientras tanto, Francis Fukuyama, (sí, ese sujeto), se empeña en confundir aún más a los neopopulistas liberales “progres” sudamericanos con los neofascistas corporativos y enredarlos a todos en su propia telaraña “democrático-liberal” de “libre mercado”.(!)
Pufff… Y allá va otro condón convertido en globo de despedida para la democracia burguesa en el mundo entero.
Ya no bastaba con el hambre, la miseria, el terrorismo paraestatal institucionalizado.
En las guerras burguesas desde Crimea hasta las Islas Malvinas –que no son y nunca lo han sido– “guerras populares”, las personas mueren diariamente sin sentido, sin motivo evidente a excepción de su pobreza.
“Kaput”, dijeron los diputados comunistas alemanes que muy entretenidos discutían y votaban las mismas leyes que los nazis escribían hace casi un siglo en la República de Weimar.
Esta guerra se llama Roma. Se llama Hitler. Se llama Donald Trump. Pero también se llama “nobleza” esclavista, se llama medievo postecnológico. Se llama Capitalismo terminal.
Porque con muchos, muchas, muches… narcisismo egomaníaco, asistencialismo, retórica de “beneficencia” “solidaria” y “valores” muy “occidentales y cristianos”. Con “máscaras” mascarillas y caretas, perfumes de Chanel, sotanas y disfraces de payasos. Camionetas blindadas, paternalismo, conferencias interplanetarias sobre el futuro de los pingüinos y música de orgía evangelista, cada día es más evidente que el capitalismo morirá matando.