Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2021/12/02/surrealismo-estado-y-revolucion-en-vallejo-y-benjamin/
Para tener una mayor comprensión de las nociones de surrealismo, Estado y Revolución en César Vallejo y Walter Benjamin es necesario leer en serie, contiguamente, sus viajes revolucionarios. Las concepciones suscitadas en la obra de Vallejo, Rusia en 1931 y en la de Benjamin, Diario de Moscú, resultan de un carácter interesante si, precisamente, la lectura se realiza en serie. De esta manera, se logrará una mayor aproximación a sus posturas divergentes. Por otra parte, para lograr el mismo fin, también es necesario contraponer los artículos “Autopsia del Superrealismo” de Vallejo y “El surrealismo. La última instantánea de la inteligencia europea” de Benjamin.
Vallejo rechaza el postulado de la vanguardia artística superrealista como transformadora de la vida. Sostiene que no hay más que una sola revolución: la proletaria. Y esta revolución la harán los obreros con la acción y no los intelectuales anarquistas incurables con sus “crisis de conciencia”. Caracteriza al superrealismo como una forma abstracta, mística y cerebral de la política. Niega despectivamente la posición anarquista y nihilista del superrealismo y su vicio por el cenáculo:
Con respecto a sus visitas a Rusia en 1928-1929, también no deja escapar oportunidad para rechazar firmemente al superrealismo como sistema decadente incapaz de crear el espíritu revolucionario del hombre nuevo:
Esa vanguardia intelectual soviética que nombra Vallejo luego estará contenida en la estética oficial de la URSS: el realismo socialista. En este sentido, Boris Groys en su texto Obra de arte total Stalin sostiene que esa estética logró materializar el sueño de la vanguardia y organizar toda la vida de la sociedad en formas artísticas únicas:
Según Groys, el método del realismo socialista se refiere a un realismo del sueño, que oculta tras su forma popular, nacional, un contenido nuevo, socialista. La visión del mundo es construida por el Partido, la obra de arte total es creada por la voluntad de su verdadero creador: Stalin.
Frente al rechazo por parte de Vallejo del superralismo, se puede situar en las antípodas a la concepción que Benjamin tiene de esta experiencia estética y revolucionaria. El interés por el superrealismo excede largamente la consideración estética. Tiene que ver con su relación con la inteligencia y la libertad como concepto. Por eso, se sitúa con el anarquismo y la revolución: “Solo la revuelta extrae por completo su rostro surrealista” (Benjamin, 1980, p. 4). El nihilismo de Benjamin no es el del “arte por el arte” sino que está cargado de potencia de destrucción, de negatividad y, por lo tanto, de radical libertad:
Un concepto a destacar en el que los autores disienten es el pesimismo. Vallejo sostiene que del pesimismo y desesperación superrealista se hizo un sistema permanente y estático, un módulo académico. Para Vallejo el pesimismo y la desesperación deben ser transitorios, no fines. Deben desenvolverse hasta convertirse en afirmaciones consecutivas. Por lo tanto, según esta teoría los surrealistas no pudieron superar su crisis moral e intelectual y no alcanzaron un programa revolucionario. El único y verdadero espíritu revolucionario de las primeras décadas del siglo XX para Vallejo es el marxismo.
Por su parte, Benjamin apuesta a ganar las fuerzas de la ebriedad para la revolución y organizar el pesimismo. Rechaza tanto el programa de los partidos burgueses como ese “futuro más bello de nuestros hijos y nietos” del programa socialista. En ambos programas todo son imágenes, de libertad, ni rastro:
La construcción que realiza Vallejo sobre el Estado socialista ruso en su obra Rusia en 1931, a pesar de aportar datos estadísticos y conversaciones cara a cara con profesionales y dirigentes soviéticos y con el proletariado ruso, tanto adepto como disidente del régimen, es profundamente idealizante y panegírica. Si bien su crítica constante a los países capitalistas que le sirve para contraponer con el régimen socialista pareciera ser aguda, sus observaciones sobre el Estado soviético no dejan de contener generalmente un tono laudatorio. Observa a Moscú como la capital del Estado proletario, como la ciudad del porvenir, la urbe futura, la ciudad socialista en la cual el hombre nuevo se está construyendo. El hombre nuevo proletario bajo la directriz del Soviet:
Los proletarios con los que dialoga Vallejo asienten que quieren crear y afianzar una situación económica seria y sólida dirigida por el Estado para el porvenir. Es el Estado el que crea y dosifica las necesidades salariales, el que organiza la vida y el que dictamina la organización del proseguir de la Revolución. A pesar de esta organización de la Revolución plenamente dirigida por el aparato estatal y por el Partido, Vallejo encuentra un clima de placer y orgullo en el proletariado soviético:
Benjamin, por el contrario, habla de una reticencia por parte de su amigo Bernhard Reich sobre la adhesión al Partido por considerarlo reaccionario en materia cultural:
A Vallejo no le preocupa la negación de la libertad, ya que, según sus palabras, el Estado niega la libertad, ni le preocupa la dictadura proletaria dirigida por el Partido. Sostendrá que en el régimen bolchevique la mejor manera de ser libre es obedeciendo. Denomina al anarcosindicalismo como ideología reaccionaria y apuesta por la transitoria fase socialista del Estado soviético como instrumento organizador y regulador de la vida. Frente a esta concepción marxista transitoria del Estado y frente a este repudio del anarquismo, Benjamin apuesta por un presente como momento de constante posibilidad revolucionaria. Se interesa por la máquina infernal anarquista y, por lo tanto, por una potencia nihilista revolucionaria destructora de toda coacción. Todo acto revolucionario tiene un componente de ebriedad que se identifica con el anarquismo.
En la entrada del 30 de diciembre del Diario de Moscú, en fin, nos encontramos con una afirmación contundente con respecto a la supresión de la dinámica del proceso revolucionario del Estado bolchevique. Este es un punto fundamental que concentra las diferentes posiciones de Vallejo y Benjamin sobre el proceso revolucionario y la transformación de la vida:
Roscigna
Referencias bibliográficas
Benjamin, W. (1980). “El surrealismo. La última instantánea de la inteligencia europea”. Imaginación y sociedad. Iluminaciones I. Madrid: Taurus.
Benjamin, W. (2015). Diario de Moscú. Buenos Aires: Godot.
Groys, B. (2008). Obra de arte total Stalin. España: Pre-Textos.
Vallejo, C. (1959). Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin. Perú: Perú Nuevo.
Vallejo, C. “Autopsia del Superrealismo”. Disponible en: http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/literatura/la_polem_vang/aut_super.htm
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