Sobre los sucesos del penal de Devoto: recuperar los techos

Fuente:  https://periodicogatonegro.wordpress.com/2020/04/26/sobre-los-sucesos-del-penal-de-devoto-recuperar-los-techos/                                                                                                                                abril 26, 2020

Atentxs a la situación desencadenada en el complejo penitenciario de Devoto, y ante la mirada hostil de la población en general hacia las acciones llevadas a cabo por los reclusos, opiniones consecuentes con los medios masivos de desinformación y los intereses particulares de quienes defienden este sistema de explotación y privación de toda libertad, tenemos para hacer algunas consideraciones, a las que sumamos el aporte anónimo de alguien que se ofreció a colaborar para redactar esta publicación con los matices que ayudan a entender mejor el panorama desde dentro del penal.

Ya hace varios días que los presos y presas de las distintas unidades penitenciarias hicieron propia la iniciativa del aislamiento social como medida de prevención para evitar la propagación del contagio del coronavirus aceptando, y de hecho incentivando, la prohibición de recibir visitas. Incluso pese a los perjuicios que ello conlleva, dejando de compartir el poco rato a la semana o al mes que les es permitido con sus seres queridxs que les van a visitar, y sometiéndose así a la estricta dieta que el sistema penitenciario les provee, totalmente deficiente y de dudosa calidad nutritiva.

Pese a ello, resulta insuficiente mitigar el impacto que desencadenaría el contagio intramuros una vez que el virus lograra traspasarlos, debido a las condiciones paupérrimas que se suman al encierro en sí, como ser el hacinamiento al que se ven sometides, aunque a esta altura resulta difícil hablar de esta cuestión como si no respondiera a una lógica del sistema, que posterga a les preses a pagar el costo de su supervivencia hipotecando su salud para beneficio de las jerarquías que se enriquecen por cada nuevo recluso en un penal:

El sistema se retroalimenta de esa manera, no es negocio que salgan les preses. En vez de invertir en políticas de educación, en enseñar oficios, pasa lo contrario. Entonces haciendo conducta no obtenés nada; estudiando tampoco. Hoy no hay ninguna posibilidad de que te otorguen ningún beneficio, hay que cumplir la condena de punta a punta y cuando salís no tenés garantías, es difícil conseguir trabajo y si te toman sos la primer persona a la que echan.

El Estado, que se asume como garante del resguardo de la salud de la población, y que para mantener su condición de autoridad “legítima” monopoliza el uso de la violencia, tiene una injerente presencia y responsabilidad en los hechos acaecidos hoy y los últimos días (y siempre), al posponer y aletargar las medidas consecuentes con el acceso a buenas condiciones habitacionales y sanitarias. La exposición a contraer el virus se hace mucho más probable cuando los reclamos de les internes de diferentes penales (que empezaron mucho tiempo antes de la existencia del covid-19 y por supuesto con mayor énfasis en las recientes semanas) son ejecutadas a cuentagotas. La burocracia, los negociados y la necesidad de reprimir a la población carcelaria traban y frenan cualquier aplicación de reformas que mejore el nivel de vida de les recluses, sobre todo si son demandadas a través de la cooperación entre preses.

Al respecto, repara quien nos cuenta desde adentro:

Sabemos que las medidas sobre la emergencia sanitaria se están tomando a nivel mundial y sin embargo acá adentro, que está superpoblado, no tenemos protección, no hay ningún protocolo de salud, ni nada de eso. Lo mismo pasa en todas las cárceles del país. Y sabemos que haciendo visible un reclamo desde Devoto ayudamos a todes les preses de los demás penales. Por eso necesitábamos pasar a otra instancia que no fuera sólo de protestas pacíficas, que venimos haciendo hace rato sin captar la atención de ningún juez. Siempre queda todo puertas adentro y el servicio toma nombre de quienes participamos, con las represalias que eso conlleva. Así que veníamos pensando otras opciones para visibilizar lo que pasa acá, golpear rejas, prender antorchas. Finalmente el comienzo del reclamo que por fin todes vieron, fue espontáneo, pero ya veníamos dándonos señales para hacer algo colectivamente, se percibía en el ambiente que en cualquier momento iba a pasar.

Por lo tanto, entendemos que la radicalización de las acciones llevadas a cabo mediante la organización autónoma de la población carcelaria ha sido producto de la necesidad en la que se ven obligades para resguardar su salud y sus vidas. La única forma de visibilizar las deficiencias del sistema penitenciario que podrían desencadenar en un posible genocidio producto de la desidia política, fue subiendo a los techos y hablándole a la sociedad:

Empezamos prendiendo fuego colchones y frazadas cuando los encargados de los pisos cerraban las puertas. El cuerpo de requisa se desesperaba por apagar el fuego, cuando lo controlaban arriba tenían que bajar corriendo a controlarlo abajo, y viceversa. Se les fue de las manos, fue todo muy caótico para la policía. Querían tapar con un colador lo que no podían tapar. Y cuando logramos subir al techo, donde no hay antimotines, llamamos a los pibes de la otra planta. Tuvimos que mostrarles fotos, no nos creían que estábamos ahí. Es histórico, hacía muchísimos años que no se lograba subir. Teníamos mucha bronca acumulada, fue un desahogo sacarnos tanta rabia contenida.

Ya hace varias semanas que las medidas emprendidas por les preses tomaron un carácter drástico, aunque siempre invisibilizadas por los medios de (in)comunicación. No se vio ninguna imagen de “bocas cocidas” para hacer efectiva una huelga de hambre por televisión. Pero no escatimaron en epítetos descalificativos cuando les mostraban subidos a los techos del penal, desde afuera de la cárcel, por supuesto. Estos “periodistas” que dicen estar en contacto con la realidad de la gente, rara vez atraviesan los muros de las prisiones para mostrar en qué condiciones se vive, limitándose a fomentar la imagen de las cárceles como lugares en los que no existen personas, sino cosas que no cuadran con los límites impuestos por la sociedad, ignorando el hecho de que existen quienes están pagando por crímenes que no cometieron, o por los que nunca fueron juzgades. En su rol de formadores de opinión pública, crean un criterio en cuya lógica las prisiones cumplen su función de albergar sólamente a perversos y a transgresores del orden y la propiedad, y aunque así fuera, no contemplan las inequidades sociales inherentes a una sociedad construida en base a una pirámide de valores, donde son justamente el orden establecido en defensa irrestricta de la propiedad privada, los que la encabezan. Esa construcción termina traduciéndose en una apatía general de parte de quienes estamos afuera de ese mundo, para con quienes no corren con la misma suerte.

A su vez, cabe destacar el hecho de que sea mediante acciones organizadas de conjunto que se logre romper el aislamiento mediático y hacer tener en consideración al amplio espectro político la importancia de evitar la propagación del virus, mínimamente concediendo los requerimientos que les preses exigen, como ser prisiones domiciliarias a personas consideradas de “mayor riesgo” (embarazadas, mayores de 60 años y quienes acarrean alguna otra enfermedad), contribuir a reducir la población carcelaria con el otorgamiento de beneficios a preses a punto de cumplir su pena o por buena conducta. No olvidemos que el desencadenante del reclamo fue la confirmación de un caso positivo de covid-19 en un miembro del servicio penitenciario federal de Devoto.

Les preses no están luchando para ser liberades, como muches quieren hacer creer, sino que luchan para que se cumplan las medidas de cuarentena y distanciamiento social que están siendo aplicadas al resto de la comunidad. Como acertadamente dijo una abogada entrevistada sobre el tema: “Están pidiendo que se les trate como personas”. A pesar de que lo neguemos y tratemos de esconderlo, esta sociedad encierra a personas tras las rejas, en espacios reducidos, oscuros y hacinados, lejos de sus familias y bajo el hostigamiento constante de los carceleros y el desprecio de la población. Hoy en día, que estamos experimentando en carne propia lo desagradable que es no poder salir a la calle cuando lo deseemos, sería interesante escuchar lo que les preses tienen para decir.

Por último, sabemos que los verdaderos criminales de este mundo no están en las prisiones, sino que son esos personajes que vemos en la televisión y los diarios, aquellos que toman las decisiones políticas y económicas que hacen de la cárcel un componente necesario. Tenemos claro que aquí, quienes oprimen, matan y roban son los altos cargos del gobierno y las altas esferas del mercado, personajes nefastos que se benefician de la sangre del pueblo, fomentando la competencia y el miedo entre nosotres, para luego venir con una sonrisa en la cara a “protegernos” y gobernarnos.

¡Abajo los muros de las prisiones!

Muerte al Estado

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Alex Howie


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