Save Pigs for Regan: La lucha sigue

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El caballo de Nietzsche

Una de las protestas en las que participaba Regan Russell

A Regan Russell no la mataron ni su valentía, ni su sentido de la justicia. A Regan Russell la mató un sistema de opresión que se lucra de explotar seres vivos, y donde los animales no humanos son considerados inferiores mientras que, a las personas que se atreven a mostrar y a combatir la violencia que se ejerce contra ellos, se las acusa de terrorismo.

El pasado 19 de junio, Regan Russell participaba en una acción pacífica a las puertas del matadero de Fearmans (Burlington, Ontario, Canadá) cuando un camión lleno de cerdos a los que también les aguardaba la muerte le pasó por encima. El atropello le costó la vida. Tenía 65 años. ¿Su único delito? Exponer la violencia de la industria cárnica. O, cambiando el argumento del cuento de hadas que ésta le vende al mundo, atreverse a desafiar a un monstruo tan poderoso como falto de escrúpulos.

Se trataba de una vigilia especial organizada por Toronto Pig Save para protestar contra la llamada ‘ley mordaza’ de Canadá, la Bill 156, recientemente aprobada en Ontario; también para, como en otras vigilias, acompañar a los animales en un trance tan duro y transmitirles amor, consuelo, perdón, ofrecerles agua e intentar, estando presentes, que en sus últimos momentos encuentren algo de paz; pero también, en un sentido amplio de lucha, para ser testigos de la realidad que el conglomerado de la industria cárnica quiere ocultar. Precisamente la ley 156 canadiense, que fue aprobada en Ontario el 17 de junio, prohíbe bajo penas de cárcel, entre otras actividades, grabar y compartir imágenes tomadas en las puertas de los mataderos.

Algunas compañeras y compañeros de Regan han ido publicando en sus redes sociales vídeos captados minutos antes del atropello donde puede verse cómo el vehículo, un gigantesco tráiler de varias plantas, se dirige hacia el grupo. En las grabaciones, hablan de que los camiones entran “de forma agresiva”, además de señalar que, en concreto, el conductor que atropella a Regan “es peligroso”.

Ana Kranjnc, cofundadora de Toronto Pig Save y de Animal Save Movement, cuenta que, inmediatamente después de la muerte de Regan, le propusieron al matadero de Fermans (donde 10.000 cerdos son asesinados a diario) “liberar a los animales que estaban dentro del camión que la mató en señal de compasión y respeto». Su solicitud fue ignorada. La planta de procesamiento continuó funcionando con lo que ellos entienden por normalidad. Al día siguiente, Fearmans se limitó a emitir un comunicado informando de que “un peatón fue golpeado y murió”.

Un grito global: por ella, por ellos

Bajo los lemas #SavePigs4Regan y #Vigil4Regan, desde hace días se están llevando a cabo en todo el mundo vigilias en honor a Regan Russell. Su familia también ha puesto en marcha una campaña de financiación que exige justicia para ella.

El viernes 26 de junio tuvo lugar una de esas vigilias de homenaje a Regan en el matadero de Getafe, en Madrid. Desde primera hora de la mañana, integrantes de Madrid Animal Save se congregaron frente a la valla de la entrada para honrar y reconocer su labor. Con velas encendidas, flores, mensajes antiespecistas y carteles con la foto de Regan, crearon un altar en su memoria. María G., una de las activistas presentes en la convocatoria, leyó un emotivo discurso en el que hablaba tanto de lo sucedido como de la esencia del movimiento: «Cierro los ojos y puedo notar el olor de la sangre que me quema por dentro. Con miedo, su ojos buscan complicidad. Toco su hocico amablemente. Siento una conexión inexplicable, amor que no puedo poner en palabras, necesidad de gritarle al mundo: basta. No veo diferencia entre sus ojos y los míos. Siento su corazón que, como el mío, late fuerte. Su final llega y parece que lo sabe; no puedo hacer nada, se me escapa entre los dedos su tacto áspero. Hoy nos reunimos en este matadero por dos razones. La primera, visibilizar una vez más las muertes de seres inocentes a manos de los humanos. La segunda, rendir homenaje a una compañera. (…) Murió luchando por lo que creía. Honrémosle visibilizando la muerte de estos seres inocentes, protegiéndoles, rescatándolos, hablando sobre ello.»

Esa mañana, a Getafe no llegó ningún camión. Tal vez, por mera coincidencia. O tal vez porque los trabajadores sabían de la presencia de Madrid Animal Save y cambiaron sus horarios, algo que ya ha pasado en otras ocasiones, para evitar el encuentro. Nikel V., activista que también acudió a la convocatoria, se expresa al respecto: «Regan Russell fue asesinada protestando por una injusticia que, en primer lugar, no debería ser legal. Ella estaba allí porque el holocausto más grande y eterno de la historia todavía sigue ocurriendo y la mayor parte de la gente toma parte activa de ello. Regan intentaba hacer ver que los animales merecen respeto. Y, como ella, seguiremos viniendo a los mataderos hasta que los camiones no vengan más.»

Ana Kranjnc recuerda a su compañera con admiración: «Regan era una persona amable, elegante, fuerte y valiente. Hacía activismo desde el corazón y luchaba por la igualdad animal y la justicia racial. La semana antes de morir, asistió a una protesta de Black Lives Matter en Hamilton y, durante años, fue a vigilias todos los domingos». Desde 1979, Regan Rusell hacía activismo por los animales, la justicia racial y la protección de las personas más vulnerables, convirtiendo su ética en su vida y su forma de vivirla en legado.

El Frente de Liberación Animal o FLA (más conocido por sus siglas en inglés ALF, de Animal Liberation Front) en cuyas raíces más trágicas están las muertes de Mike Hill a los 18 años, cuando en 1991 fue atropellado por un cazador mientras participaba en una acción de sabotaje, y la de Jill Phipps en 1995, que perdió la vida con 31 en las mismas circunstancias que Regan Russell, también quiso realizar una acción significativa liberando a 50 pavos de una granja de Reino Unido en la noche del 19 de junio. El comunicado con que la difundieron termina con la siguiente reflexión: «Queremos dedicar esta acción a Regan Russell, asesinada bajo las ruedas del camión frente a un matadero de Toronto, y esperamos que nuestros camaradas de todo el mundo se den cuenta de que la liberación animal es una guerra. Regan, como Jill o Mike, cayó mártir en la lucha por la liberación animal. No dejes que se olviden sus nombres y lucha contra el opresor hasta que ganemos. Que la tristeza y la frustración se conviertan en llamas para la liberación.»

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