Fuente: Iniciativa Debate/Domingo Sanz
Sánchez, vigila las risas de Felipe VI, que nadie vigiló las de Juan Carlos I
Felipe VI es el nombre de un golpe de Estado (II)
Sabemos que sonrisa, risa y carcajada son, en general, muestras de alegría, pero también que en las malas personas llevan aparejada la desgracia de muchos inocentes, a veces millones, según el cargo que ocupe el “alegre”.
Por ejemplo, solo podían ser de felicidad incontenible las lágrimas que quizás se le caían al padre de Felipe VI cuando escuchaba el sonido de la máquina de contar billetes de curso legal, pero criminales contra el pueblo que le pagaba un buen sueldo. Los expertos dicen que perdimos 50 millones de € con una sola de las apropiaciones impresentables que el coronado anterior consiguió ocultarnos porque nadie se atrevió a vigilarle la risa.
¿Convertimos ese dinero en mascarillas salvavidas, políticos del Gobierno y de la oposición, ya que tanto abusáis de comparar cuando os interesa, y además os atrevéis a decir que la monarquía es “tremendamente útil para España”, señor Campo, ministro de justicia, o que “la jefatura del Estado no está en cuestión”, señora Calvo, vicepresidenta?
¿Significa “utilidad” de la monarquía pensar que lo que nos está costando en degradación de valores de toda la sociedad, en descrédito de la “Marca España” a nivel mundial y en montones de millones que despilfarramos en el presupuesto de cada año, son más útiles para nuestra democracia y economía que la Europa a la que le gustaría una España más eficiente en la gestión de sus propios recursos, pero que se ríe sin ruido cuando se da cuenta de lo mucho que nos debilita la monarquía?
¿Y cuantos amigos personales tiene usted, señora Calvo, que nunca fueron monárquicos, pero sí “juancarlistas”, y ahora, a golpe de portada, son más republicanos cada día, aunque no se atrevan a pronunciar esa palabra?
Si usted es española, seguro que le ocurre lo mismo que a mí, y los míos son montones. Son de esos que hasta hace cuatro días decían que “no era el momento” y hoy no entienden que hayamos soportado tanto la monarquía restaurada por el DEMAEHE, iniciales del Despreciable Español Mayor Asesino de Españoles de la Historia de España, por si no ha leído la primera entrega de la serie iniciada con “Felipe VI es el nombre de un golpe de Estado 1”, y de la que este artículo es la que le sigue.
¿O acaso se han sumado ustedes, Sánchez e Iglesias, gobernantes de partidos estatutariamente republicanos, a la vieja e interesada falacia de que, sin rey, o sin dictador, el pueblo español no es capaz de gobernarse?
Suponiendo que no, se lo pregunto porque su obligación es cuidarnos de los poderosos cuyas estrategias demuestran ese desprecio esencial hacia la sociedad que necesitan. Son los inventores, divulgadores y ejecutores de las ingobernabilidades que ayudan a tumbar presidentes para, de esa forma, poner a sus secuaces en los ministerios.
Por cierto, para esas vigilancias, señores Sánchez e Iglesias, mejor contraten al detective Marlowe, aunque tenga que resucitarlo, que al CNI.
Y nadie puede poner en duda que el primer interesado en que parezca que sin rey no sabemos vivir es, evidentemente, el propio rey.
Para lo que les pueda servir a Sánchez e Iglesias, no creo que pueda ponerse en cuestión la hipótesis de que, si González, Aznar, Zapatero o Rajoy hubieran contratado a un Marlowe cualquiera para seguir los movimientos de la bragueta del padre de Felipe VI, o nos habríamos quitado de encima este lastre hace mucho tiempo, o la carga que ahora estamos aguantando sería mucho más llevadera.
Lo digo porque la historia nos cuenta que los pagadores de sus vicios ya vigilaban a los reyes cuando aún no se habían inventado ni las armas de fuego.
Pero no en la España de los siglos XX y XXI, de la “democracia” y de Internet.
¿O quizás lo sabían todo, señores GAL/FILESA y GURTEL/ETC…, y no hicieron nada?
Con o sin maquinita de contar billetes por medio, que eso solo lo sabremos cuando sea viejo, las que sí estamos en condiciones de imaginar son algunas de las risas crueles que Felipe VI nos ha podido ocultar desde 2014, cuando Rajoy, aprovechando una de las crisis de liderazgo en el PSOE, pactó con Rubalcaba cambiar de cabeza la corona del Reino.
No era su intención, pero esas risas inconfesables de Felipe VI nos las están contado los influyentes que, como hienas con la carroña, un día tras otro divulgan los delitos de su padre para salvar al rey nuevo.
Tal como José Antonio Zarzalejos escribe de sí mismo en El Confidencial, la psicología es un de las tres claves de la acción política.
¿Y qué otra cosa puede ser, sino psicología, la sensación que no quiere mostrar una risa?
Pero me aconsejan que sea breve y, por tanto, las alegrías privadas de Felipe VI y el análisis de sus porqués debo dejarlo para la próxima.
Se titulará “Felipe VI se ríe del Gobierno que le defiende (G3)”.
Continuará…