Fuente: Iniciativa Debate/Domingo Sanz
Contubernio: “Alianza o liga vituperable” (RAE). Más fácil de traducir: “Acuerdo o alianza para fines censurables” (Google).
Pasado mañana, lunes y 28 de septiembre, estaré al tanto de La SER a las 08:30 a.m. para saber si Iñaki Gabilondo se atreve a responder a la oferta de debate que le ha propuesto el sevillano Javier Pérez Royo y que el vasco no debe ignorar si no quiere parecer muy cobarde. El catedrático rechazó ayer la “bajada de pantalones” (de Sánchez ante los independentistas) de la que Gabilondo se hizo eco en su intervención del jueves 24, respondiéndole con un interesante “Justamente al revés, Iñaki”. Seguro que se conocen, pues Javier colaboró con la SER durante años. Y, además, Iñaki es el mismo periodista que hace poco no le dolían prendas reconociendo la mucha vista gorda que él y tantos le han regalado a Juan Carlos I durante décadas. La misma que le estafaban a la sociedad que sostiene la libertad de prensa.
Después de las previas, comencemos. Tras mucho leer y pensar, y otro tanto dormir para borrar unas conclusiones y subrayar otras, he decidido abonarme a la tesis de que, en el corto plazo, la explicación principal para lo ocurrido en la Escuela Judicial de Barcelona el 25 de septiembre de 2020 se oculta en las respuestas a estas dos preguntas:
¿Cuántas toneladas de paciencia necesita un presidente de gobierno que no se llame Rajoy sino Sánchez, con un rey de monarquía restaurada en pecado mortal* y que tiene la manía de meterse donde sabe que puede molestar, esta vez a medias con un presidente de los jueces caducado hace dos años?
Respuesta: X toneladas de paciencia.
¿Pero, qué valor puede alcanzar X si ese Sánchez ha pillado a ese rey y a ese presidente de jueces, juntos y revueltos, en un renuncio?
Respuesta: el valor de X tenderá a cero, según lo que Sánchez quiera mostrar de su As de Espadas de Damocles.
Ante el combate del 25 de septiembre Sánchez solo ha enseñado un poco de su As, pero sí se ha dedicado a contar chistes para que nos rompamos de risa, como el de afirmar que el Gobierno “protege al rey” sin añadir “de sí mismo”.
El As de Damocles, pero sin la metáfora, lo anunciaba el analítico Ekaizer cuando, el mismo día 25 y en torno a las diez y media de la mañana nos recordaba, a quienes no solo vemos televisiones españolas y muy españolas, que Lesmes se había comprometido con Felipe VI en persona, y sin conocimiento de Sánchez, para que la sentencia del Tribunal Supremo sobre la inhabilitación de Torra no se publicara antes ni durante el mismo día de la presencia de ambos en Barcelona.
Y nadie puede pensar que, conociendo Ernesto un compromiso de ese nivel y secreto, es decir, de los que se cumplen, no lo conociera también Pedro.
Y en la cabeza del presidente del gobierno la maldad que no puede soportar es la de un Lesmes que se compromete a alterar la agenda de la justicia y sus sentencias para que no se mueva ni una mosca mientras hace de anfitrión del rey de España. Como cuando en España no se movían ni las moscas.
¿Qué se han creído estos dos?, fue lo que pensó Sánchez, y se dejó llevar por su instinto ganador.
Y, pensado y decidido, lo que hizo fue alterarle él la agenda al rey, porque esa clase de trampas, se dijo, solo las puedo hacer yo, que para eso tengo que presentarme a las elecciones.
Sin salir de Pedro, resulta evidente que, a diferencia de lo que hizo con su implicación en la huida de Juan Carlos I, esta vez sí ha compartido la información con su vice Pablo, pues éste ha delegado en Alberto, el de IU, la crítica dura y a tiempo contra Felipe VI. Eso sí, después de que fuera el propio Pablo quien, hace seis días, diera la orden con su intervención en el Consejo Ciudadano de Podemos, convirtiendo la República en objetivo prioritario de Podemos.
Una propuesta para Pablo: ¿Por qué no propones un cambio de nombre y le llamáis “Consejo Republicano? No os debería dar vergüenza copiar a Puigdemont.
Podemos afirmar que estamos en tiempos veloces y revueltos si nacen preguntas nuevas de cada acontecimiento que recordamos: ¿Cuándo le dijo Sánchez a Iglesias que iba a provocar el conflicto institucional del 25 de septiembre? ¿Antes o después del 19?
Y también si descubrimos conclusiones, que esta vez demoraremos al segundo asterisco** para no interrumpir la lectura.
Y también si cada vez que escucho las noticias debemos tirar a la papelera lo que llevamos escrito (ya estoy harto de este artículo).
Pero faltaba Lesmes. Ese señor sabe que ha mentido cuando en su discurso de hoy ha dicho “sean cuales sean las circunstancias que lo han motivado”, porque sabe que la única circunstancia es que Sánchez se ha enterado de su pacto sobre la sentencia de Torra con el rey, y lo que Lesmes ha olvidado, ya lo hemos dicho, es que las guarrerías de esta clase solo las hace el gobierno de España. Y con sus propias cloacas.
Y también ha hecho Lesmes demagogia, cosa impropia en cualquier toga, cuando ha dicho que «La presencia del Rey a este acto responde al especial vínculo constitucional de la Corona con el Poder Judicial».
¿Se puede saber qué artículo de la Constitución establece un vínculo tan “especial” entre “Corona y Poder Judicial” que pueda estar por encima de la decisión del gobierno sobre lo que puede y no puede hacer el rey?
Hablan algunos y las preguntas llueven a cántaros.
Futurible: Es probable que este haya sido, si no el último, sí uno de los últimos excesos de Lesmes. Muchos han pensado que cuando el rey lo llamó después de la reunión era para decirle que le hubiera gustado acudir a Barcelona. Otros, que estaba señalando a Sánchez, por si alguien no se había enterado. Ambas versiones son compatibles entre ellas, pero aún es más cierto que alguien tiene que pagar esta ronda fallida, y esa llamada telefónica señala a Lesmes porque el rey se siente invulnerable, y no quiere debilidades. Desde que el mundo es una mafia, estas son las maneras que los de arriba se gastan para traicionar a los que condenan.
Otra versión sobre la ausencia del rey es también plausible, pero solo como contexto. Aunque el independentismo ya asusta a Felipe VI, lo que quedó demostrado con su casi clandestina visita a un monasterio de Poblet para conseguir una foto pisando Catalunya en su periplo antivirus de verano, nadie puede creer que ERC, por ejemplo, haya puesto la ausencia del rey de Catalunya en un día de septiembre de 2020 como condición para aprobar los presupuestos del mismo gobierno que, desde junio de 2018 está manteniendo en la cárcel a sus presos políticos.
Adriana Lastra, del PSOE de Sánchez hasta la muerte, ha dado la respuesta más críptica: “A veces en política hay que elegir entre lo malo y lo peor”.
Comentar a Lastra nos servirá para una nueva entrega que llenaremos de consejos a Felipe VI para que intente sobrevivir a Pedro Sánchez, pero solo como persona, porque la corona se le está cayendo y la gravedad es una fuerza que siempre se termina imponiendo.
España, pase lo que pase con una Catalunya que desde hace tiempo es la principal detectora de los errores del sistema gracias a sus demandas de más libertades y mejor democracia para poder elegir si quieren vivir en su propia República, se está poniendo muy interesante.
¿Acaso se pensaban Carlos Lesmes y Felipe VI, que les iba a salir gratis lo de pisar Catalunya?
Continuará…
(*) Propongo un consenso que puede satisfacer a creyentes, ateos, monárquicos en fase, prudente, de reconversión tras renunciar al “juan carlismo” y a sus pompas y a sus obras, y también a los reformistas de la Constitución. Aceptemos todos que el régimen del 78 ha sido la penitencia que los españoles hemos pagado por dos pecados. Uno, el mortal y casi suicida de consentir que el despreciable español y mayor asesino de españoles de la historia de España (DEMAEHE para abreviar) restaurara la monarquía. El segundo, un pecado de imbecilidad suprema por dejarnos engañar tras su muerte y coronar por segunda vez al mismo borbón, con referéndum trampa incluido en el mes de diciembre más falso de nuestra historia reciente. El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, pero, si es español y la piedra es suya, puede tropezar hasta mil.
(**) Siempre se ha dicho que de los errores propios se puede aprender más que de los aciertos. El de Sánchez con la huida de Juan Carlos I le costó que Iglesias nos contara la verdad. En otro orden de cosas, también se recuerdan las muchas y muy amargas derrotas recibidas por los líderes en la posesión de balón que “perdonaron” los goles. Hoy, el Gobierno de Coalición Progresista está mucho más fuerte que ayer, pero solo lo estará menos que mañana si se atreve a rematar a sus adversarios con las espadas de sus propios errores. Nunca el bloque de retrógrados peligrosos liderado por Felipe VI, y formado por los habitantes de las peores cloacas más un trio de Colón confundido y dividido, se ha parecido más al gigante con pies de barro que comenzó a ser la España oficial cuando la vida, aliada con la vejez y muerte del DEMAEHE, comenzaron a convertir en papel mojado las amenazas que mantenían en pie su dictadura. Sí, de Sánchez e Iglesias depende, hoy, que lo que venga sea otra penitencia, o algo que merezca la pena.