Fuente: Umoya num. 101 – 4º trimestre 2020 Jean-Pierre Mbelu Babanya Kabudi Traducción: Noelia Rodríguez Otero
Judi Rever, los carnés falsos del FPR, los intelectuales y el «verdadero poder»
El libro In praise of Blood: The Crimes of the Rwandan Patriotic Front [Elogio de la sangre: los crímenes del Frente Patriótico ruandés] (2020) es una auténtica mina de oro. Este libro de Judi Rever, tan leído y releído, ilumina al lector sobre lo que ha estado ocurriendo en los Grandes Lagos de África desde hace más de dos décadas. Un ejemplo: el APR/FPR (el Ejército Patriótico Ruandés, brazo armado del Frente Patriótico Ruandés, por sus siglas en francés) se sirvió del grupo paramilitar Interahamwe en el apogeo del genocidio mientras lo acusaba de ser el único culpable. Sus líderes civiles, los «abakada», trabajaron con los responsables de los partidos de la oposición para torpedear la actuación del gobierno en el poder. Estos últimos facilitaron la falsificación de documentos de identidad hutu y de carnés de afiliación del partido en el poder para conseguir una infiltración que desestabilizara al gobierno.
En todo este proceso hay una constante que caracteriza los métodos utilizados por el APR/FPR y sus aliados para lograr sus objetivos: recurrir y hacer uso de la falsificación. En este caso concreto, se trata de una falsa identidad étnica y política.
Recurrir y hacer uso de la falsificación
Recurrir y hacer uso de la falsificación (también) ha permitido al APR/FPR tomar el pouvoir-os (el llamado «poder-hueso») en Ruanda. Sus aliados y otros «caballos de Troya» usan el mismo método en la República Democrática del Congo (RDC). A la larga, este uso de la falsificación contribuye a torpedear la dinámica de la unidad y/o la unión interna del país. Los hombres de Paul Kagame lucharon en varios frentes. También en el intelectual.
Creían que, si asesinaban a los intelectuales, sus métodos, tácticas y estrategias seguirían ocultos y que la verdad sobre los crímenes que habían cometido no saldría a la luz. Creían que su «poder» no encontraría resistencia.
De hecho, «el FPR quería asegurarse de que ningún hutu se hiciera con el poder. La población analfabeta les convenía, pues era gente que podían controlar y utilizar como quisieran. Los hutus a los que les iba bien en la vida, ya fuera económica o intelectualmente, tenían que ser eliminados para permitir que las autoridades gobernaran sin restricciones» (J. REVER, 2020, p. 203) .
En la RDC, sus aliados y otros «caballos de Troya» tomaron los centros de documentación y los archivos para borrar la historia de todo un pueblo con el fin de «reescribirla » a su gusto. Todo el debate sobre Minembwe (enclave tutsi en el este de la RDC) y la identidad de los «banyamulenge» (tutsis congoleños de origen ruandés) debe entenderse (también) en el sentido de esta «reescritura de la historia» de la RDC.
Hablar y escribir sobre los crÍmenes del APR/FPR
¡Gracias a Dios! Algunos compatriotas han podido evitarlo utilizando los archivos del Museo de África de Tervuren
(Bélgica) y basando sus argumentos en fundamentos históricos incuestionables. La creencia de que bastaba con eliminar a los intelectuales hutus para gobernar Ruanda sin restricciones resultó ser, a la larga, una pésima jugada para el APR/FPR. ¿Por qué?
Pues porque los hombres de Paul Kagame no entendían que «el conocimiento une a los que la distancia separa».
Otros intelectuales, unidos por el conocimiento, se han levantado en todo el mundo para escribir sobre los crímenes del APR/FPR. Las amenazas de muerte de Paul Kagame y de sus grupos de presión no han bastado para silenciarlos. Pierre Péan, Charles Onana, Robin Philpot, Honoré Ngbanda, Bénédicte Kumbi, Mufoncol Tshiyoyo, Muhindo Nzangi, Florence Hartmann, Carla Del Ponte y Judi Rever, entre otros, se han levantado para hablar
y escribir sobre los crímenes del APR/FPR. Los informes de los expertos de la ONU y otras «ONG internacionales» han puesto sobre la mesa el debate sobre estos crímenes.
El problema es que a día de hoy aún no se ha castigado a los culpables. Los esfuerzos de Carla Del Ponte, del juez francés Bruguière y del juez español Andreu Merelles aún no han dado sus frutos. El pueblo congoleño, movilizado en torno a las recomendaciones del informe Mapping de la ONU sobre los derechos humanos en la RDC, aún no ha conseguido «su Tribunal». ¿Por qué?
El «verdadero poder» está en manos de los globalistas
Tal vez Kagame y sus hombres sean «recaderos» de las multinacionales, de la ONU, de Bill Clinton y Tony Blair. ¡Los intocables! Ahí es donde radica el verdadero poder en Ruanda.
Judi Rever lo prueba en su libro: «Los órganos políticos y de defensa de los Estados Unidos apoyaron a Kagame después del
genocidio (pero también antes) y dieron luz verde a la invasión de Zaire […]» (p. 223). También señala lo siguiente: «Al final de su mandato, Blair creó una organización benéfica privada, financiada en gran parte por el millonario lord Sainsbury de Turville y bautizada como Iniciativa para la Gobernanza de África (AGI, en inglés); su supuesto propósito era ayudar a desarrollar y a poner en marcha los servicios públicos en Ruanda. Se sabe que la AGI se ha hecho un hueco en las instituciones gubernamentales de
Ruanda, donde sus miembros trabajan en Presidencia y en el gabinete del Primer Ministro, así como en las oficinas del Consejo
de Desarrollo y del Ministerio de Servicios Públicos» (p. 212).
Si tras leer In praise of Blood: The Crimes of the Rwandan Patriotic Front, de Judi Rever, leemos o releemos Clinton Cash
[Clinton Cash: La historia no contada de cómo y por qué los gobiernos y empresas extranjeras ayudaron a Bill y a Hillary a enriquecerse], comprenderíamos que los que de verdad ostentan el poder en Kigali no son Paul Kagame y sus hombres. No. «El verdadero poder» está en otra parte. Está en manos de los
globalistas, de los que Bill Clinton y Tony Blair son herederos.