Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2021/08/30/que-une-a-colombia-con-afganistan-por-alberto-pinzon-sanchez/
El Hegemón Imperialista de EE.UU. ha sido expulsado del Asia central esta última semana de agosto de 2021, tras 20 años de “guerra antiterrorista” en Afganistán, al que deja sumido en el caos imprevisible que como dijo el presidente ruso Putin en “una guerra de todos contra todos”. Después de haber gastado en las dos décadas de guerra 2,2 billones de dólares americanos (algunos calculan un gasto de 300 millones de dólares cada día) y dejando una pavorosa estela de destrucción y muerte que según la información aproximada aportada por la concernida o implicada en la guerra como agencia británica de la BBC, es de 3.586 soldados de EE.UU. y de la OTAN muertos, 78. 314 soldados y policías afganos muertos, 84. 191 combatientes talibanes y opositores muertos y 75. 971 “civiles” muertos.
Además, 200 mil desplazados internos, 5 millones de refugiados en el exterior que no pueden regresar a sus casas y un posible éxodo actual, después de la salida abrupta y apresurada del omnipotente y amenazante ejército de La OTAN, de otros 4 millones de refugiados, muchos de los cuales buscarán llegar a los países desarrollados de Europa y EE.UU. que como miembros de la OTAN participaron en esta guerra. (Ver cifras en https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58255790)
Toda una florida y macabra comprobación de cómo la famosa frase del mariscal prusiano Clausewitz, de que la Guerra es la prolongación de la Política, ha sido invertida por el Hegemón Imperialista al haber convertido la Política en un apéndice de la Guerra, que fue desatada con el fin de alimentar la voraz y nunca satisfecha codicia y avaricia del llamado “complejo militar-industrial-financiero-de-los-EE.UU”.
Sin embargo, sostengo la idea de que la gran cantidad de análisis sobre las consecuencias y el significado de esta contundente derrota para el Sistema General del Imperialismo Global con sus varios niveles jerárquicos de desarrollo capitalista e integración sistémica (SIG), que se han hecho (incluyendo este mío) y los que faltan por hacerse; serán provisionales y, demorará varios años en tenerse una completa valoración veraz y objetiva de la implicaciones geopolíticas y geoestratégicas de toda esta vergonzosa debacle.
Pues si bien, al ver las imágenes del caos en el aeropuerto de Kabul en estos días finales de agosto, muy parecidos a los ocurridos en la toma militar y política de Saigón por el Frente de Liberación de Vietnam y el ejército norvietnamita ocurrida los días finales de abril y concluida el primero de mayo de 1975; al hacer una contextualización histórica y politica necesariamente se debe concluir que son hechos históricos y políticos totalmente diferentes y distintos:
En Saigón hubo una derrota política y militar del ejército imperialista agresor y reaccionario de los EE.UU. por una organización progresista y revolucionaria de orientación socialista como fue el Frente de Liberación con sus aliados dirigido por el Partido Comunista de Vietnam fundado por los legendarios Ho Chi Minh y el general Giap, que tras una larga, cruenta y costosa (en vidas humanas) guerra de agresión neocolonial, derrotaron política y militarmente al ejército más poderoso en ese momento en el mundo, dando una esperanza de lucha a la humanidad explotada y oprimida que en esos años luchaba por su liberación nacional y social.
Mientras que en Kabul se concluyó el colapso (previamente pactado en septiembre del año pasado en Doha, según fuente de la foto al final) de un ejército multinacional como es el de la OTAN, financiado multinacionalmente por el Sistema General del Imperialismo Global (SIG), arriba mencionado, que se desgastó inútilmente hasta su fracaso total tratando de quitarles militar y políticamente el control de los cultivos y la financiación de la base agrícola de producción y principal producto de exportación de Afganistán como es el opio, a una banda armada de clérigos ultra reaccionarios estancados ideológicamente en el siglo VI de nuestra era, que ahora se ha apoderado de una región de trascendental importancia geoestratégica en el Asia central, tras recibir el INMENSO regalo de todo un sofisticado arsenal de guerra de última generación y ultra tecnológico abandonado en todo el territorio de Afganistán, después de la vergonzosa huida del ejército de la OTAN y derrumbe del Estado títere afgano.
Lo que es fácil comprobar al mirar las cifras de la ONU, aceptadas por la concernida BBC inglesa en el informe citado arriba; pues Afganistán en el 2001 cuando comenzó la “guerra contra el terrorismo” tenía apenas 8.000 hectáreas cultivadas en amapola, las que paradójicamente despues de 19 años de guerra, en 2020, ya llegaban a 224.000 hectáreas cultivadas con la planta precursora del opio que arrojaban a sus comercializadores 460 millones de dólares por cosecha.
Ahora bien. Este somero recuento no tendría importancia si no tuviera que ser relacionado necesariamente con la otra cara de la moneda de esta fallida e insensata guerra contra las drogas “War on Drugs” que se ha desarrollado en la antípoda de Afganistán, en nuestra siempre recordada Colombia, desde 1998 (tres 3 años antes de la guerra del opio en Afganistán) cuando se empezó a ejecutar el Plan Colombia durante el gobierno conservador de Andrés Pastrana en medio de las negociaciones de paz realizadas en el Caguán con las guerrillas de las FARC-EP, y continuado con todo su furor militarista y contrainsurgente durante todo el periodo del “Uribato” (dos gobiernos del miniführer AUV, dos gobiernos del pérfido JM Santos y un gobierno del subpresidente Duque) para lo cual trataré de hacer una corta relación geopolítica, a continuación:
El portal noticias PIA (Periodismo Internacional Alternativo) ha puesto a disposición de los lectores de la Resistencia antimperialista en “Nuestramérica”, el manual de geopolítica, escrito por los profesores de periodismo y comunicación de la Universidad de la Plata; Fernando Esteche y Ana Laura Dagorret, el cual está disponible en este enlace:
Estos dos intelectuales del pensamiento crítico, comprometidos con el destino de los pueblos del mundo explotados económicamente o saqueados por el Sistema general del Imperialismo global (SIG) y exigidos por la Crisis Civilizatoria en la que se encuentra la humanidad actual que ellos analizan en detalle en el texto; hacen un balance histórico-analítico muy pormenorizado, esclarecedor y enriquecedor con categorías de la ciencia geopolítica y geoestratégica sobre la situación actual en la que nos debatimos los pueblos periféricos depredados por esos dos monstruos bíblicos del Poder burgués moderno (en el mar el Behemoth y en la tierra el Leviatán) en que devino el “capitalismo en su fase superior”, según la clásica y contundente caracterización revolucionaria dada por Lenin en 1917. Hace más de un siglo.
Los profesores ponen en el centro de su análisis dialéctico superador (negación de la negación) la categoría de Imperialismo, discuten los diversos aportes revolucionarios dados por la ciencia política moderna, desarmando con un castellano claro, sencillo y comprensible el pavor natural que se le tiene a aquellos monstruos bíblicos, dándoles y definiendo o explicando en todo el texto, las (4) cuatro características terrenales que determinan su esencia en la actualidad:
1) Financiarización.
2) Militarización
3) Caotización
4) Narcotización.
Características básicas a tener en cuenta por quien se acerque a analizar o relacionar los dos casos más floridos y paradigmáticos del accionar Imperialista en la periferia sometida y ocupada a través de la muy comentada “War on Drugs”: Afganistán y Colombia.
Ambos sumidos en el Caos. En la Narcotización o “traquetización” de la sociedad y de la economía al depender ésta en su mayoría de la gran exportación de narcóticos, opio en el Pamir afgano, coca en los Andes y selvas colombianas. En la Financiarización proveniente del gigantesco lavado de dólares del tráfico de estos narcóticos, y por último, en la Militarización contrainsurgente como consecuencia de la fallida guerra Imperialista contra el narco terrorismo.
Así mismo es fácil encontrar en el manual que traigo en ayuda en este análisis, otro elemento sin el cual no es posible llegar a la esencia de todo el fenómeno; la relación Imperialismo-Estado. Al desentrañar el manejo e instrumentalización que hace el Sistema General del Imperialismo Global (SIG) de cada uno de los Estados nacionales mencionados: Primero la utilización que se hizo del Estado Afgano capturado despues de los bombardeos iniciales y luego puesto a disposición para el desarrollo de la guerra en todo el territorio “nacional”, así como el uso y manejo dado a la supraestructura jurídico politica dominante para involucrar a la población contenida en ese Estado, basada en complejo mundo tribal y clanil pre moderno, con una ideología atrasada en varios siglos y estancada en el trabajo agrícola rustico de los cultivos de amapola extendidos por las montañas afganas: era “ganar el corazón y la mente de la población”, como ordenan los manuales clásicos de la guerra contrainsurgente.
Y en Colombia, la forma como se ha utilizado el Bloque de Poder Contrainsurgente dominante (BPCi) con sus resabios gamonalistas y premodernos, conformado inicialmente después del pacto de Sitges en 1957, y consolidado durante los gobiernos autoritarios y militaristas del Frente Nacional que impusieron la moderna doctrina de la Seguridad Nacional en 1977, cuando empezó a darse la transformación agrícola de Colombia de productora masiva y exportadora del alcaloide cafeína, en productora y exportadora de otro alcaloide más potente llamado cocaína, hasta llegar al régimen contrainsurgente y narco paramilitar actual o Uribato aliado de la OTAN, que cuando empezó su fallida guerra contra las drogas (justo hace también veinte años) en Colombia existían 137.000 hectáreas sembradas de Coca, y hoy después de tanto dolor, destrucción, muerte, y, “War on Drugs”; la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca reporta para Colombia la cifra récord de cultivos 245.000 hectáreas cultivadas de coca, y la producción de 1.010 toneladas de cocaína que producen unos 450 millones de dólares por cosecha, colocando a este desventurado país como el primer productor de cocaína en el Mundo
¿Entienden ustedes estimados lectores por qué el subpresidente Duque, ha aceptado tan dócilmente la orden Imperial dada por el Presidente Biden para que reciba como exiliados en Colombia (país aliado de la OTAN) a 4.000 oficiales afganos “colaboracionistas” (no colaboradores) de los ejércitos de la OTAN, especialistas en el caos y la debacle de la guerra de Afganistán?