Fuente: https://www.eldiario.es/caballodenietzsche/da-mueran-carretera-iban-matadero_6_999560057.html
Vuelve a ser uno de esos días en los que nos conviene olvidar o ignorar que los cerdos son animales capaces de procesar emociones
Eran 170. El camión que los transportaba volcó en la carretera este lunes, poco después de las nueve de la mañana. Dos de ellos salieron del vehículo y fueron alcanzados, atados y «contenidos» para no dejarles alternativa posible. Los demás, 168, seguían dentro del camión varias horas después. Sus chillidos, agudos y desgarradores, podían oírse a decenas de metros a pesar del tráfico que seguía circulando por los demás carriles. El reguero de sangre no dejaba lugar a dudas de lo dantesco que tenía que ser el interior de ese vehículo en aquellos momentos. Pero solo eran cerdos.
Más de dos horas después, como prueban las imágenes captadas por algunos activistas -entre ellas las que publicamos en este artículo, de Aitor Garmendia-Tras los Muros y de Linas Korta– los cerdos seguían dentro del camión sin ser atendidos. ¿Para qué? Solo eran cerdos. Varias horas después llegó otro camión al que fueron trasladados los cerdos que seguían vivos para recuperar su ruta al matadero. Los muertos, suponemos también que los heridos que no estuvieran en condiciones de ser comidos (quizá ‘consumidos’ quedaría mejor), fueron retirados por una grúa. Su ruta había llegado a su fin. Total, iban a morir igual.
Vuelve a ser uno de esos días en los que nos conviene olvidar o ignorar que los cerdos son animales capaces de procesar emociones. Que no solo sienten dolor cuando se les golpea o se les hiere, sino que sienten miedo, angustia. Que son capaces de tejer complejas redes afectivas con sus semejantes y con otros animales. Que son más inteligentes que los perros. Uno de esos días en los que preferimos pensar en ellos solo como beicon, chorizo, jamón… Porque de otra forma tendríamos que renunciar a eso que algunos defienden con vehemencia, «nuestra forma de vivir la vida». De otra forma tendríamos que pararnos a pensar en las decenas, cientos, miles de camiones que recorren nuestras carreteras camino de los mataderos. Tendríamos que plantearnos lo que ocurre en las granjas. Tendríamos que imaginarnos lo que es vivir entre miedo y dolor sin ver la luz del sol ni sentir el viento en la cara salvo el día del viaje final. Tendríamos que ser conscientes de un inmenso sufrimiento. Tendríamos que dejar de pensar solo en nuestra vida y pensar también en la de otros. Y eso ya no es tan nuestro.
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