Las fuerzas revolucionarias bolivarianas y chavistas se preparan para construir, con la abnegada entrega que las caracteriza, una gran victoria popular el próximo 6 de diciembre. Las orientaciones están dadas y el despliegue en marcha: recuperaremos para la Patria la Asamblea Nacional.

¿Contra quién se combate? Si se despeja el ambiente de maromeros y payasos aparece el dueño del circo: el imperialismo, el cual a estas alturas del partido ya ni cuida las formas para meterse donde no debe.

No se debe olvidar quién es ese empresario circense que paga empleados, no para alegrar la vida de los venezolanos sino para hacernos mucho daño.

El imperialismo sigue siendo la fase que caracteriza al capitalismo contemporáneo. La globalización neoliberal terminó extendiéndolo por todo el planeta, con la mala nueva: ahora es más agresivo, opresor e insaciablemente depredador.

Ya no podrán ocultarlo más, el imperialismo es una cruel realidad; los venezolanos la estamos sufriendo hasta lo indecible debido al sadismo con que nos agreden los jefes del imperialismo norteamericano para intentar someternos, como pretende mantener a todos los pueblos del mundo en la rigidez tiránica de su estructura global.

Hoy es un orden global erigido para servir, en última instancia, a una “burguesía imperial” que se ha constituido como un suprapoder mundial. Los estados nacionales (o sus caricaturas en manos de cipayos) son obligados a alinearse detrás de la égida de los Estados Unidos, para proteger los negocios globales de esa élite voraz capitaneada por capital financiero especulativo.

Organismos “globales” como la Unión Europea, el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la inefable Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (Acnudh), entre otros, están sometidos al diktac del imperialismo yanqui, expresión del poder de las grandes transnacionales capitalistas.

Hemos llegado a un punto en donde EE.UU. intenta «rehacer el mundo entero» por sí mismo, como lo denunció el presidente ruso Vladimir Putin: intensifica conflictos mundiales, crea nuevos, mediante su «dictado unilateral» impone sanciones, atropella pueblos enteros si se niegan a doblar la cerviz. EE.UU. pretende imponer por la fuerza un orden mundial donde todos los países le sean obedientes, por eso anda por el mundo como el “sheriff solitario” (Huntington).

Pero después de doce años del estallido de la burbuja, la cual cobro forma de nueva crisis general del capitalismo, todavía no se avizora la luz al final del túnel, como la anhelan los que rompen lanzas en defensa del capitalismo.

Es muy probable que estemos viviendo el fin de una era, “una crisis sistémica planetaria”, la crisis sanitaria debido a la pandemia del Covid-19 -que es secundaria- acelerará el fin de ciclo; ya pudiéramos estar rumbo al desplome de los mercados que pondría punto final a esa era iniciada con los acuerdos de Bretton Woods en 1944 (Estulin), convirtiendo en pesadilla el sueño del New American Century.

Los venezolanos el 6 de diciembre -como en el 2004 en la batalla de Santa Inés conducida por el Comandante Chávez- volveremos a derrotar al imperialismo norteamericano. Le diremos al mundo que el pueblo de Bolívar no será jamás otra pieza de la perversa estructura global del imperialismo decadente y criminal.