Fuente: Iniciativa Debate/Domingo Sanz
Hoy es sábado de discurso de investidura tras un viernes de inhabilitaciones sin precedentes, no esperaba menos de una democracia consolidada como la española, que figura entre las mejores del mundo según sus defensores, aunque también millones de economistas nos llevaban advirtiendo desde el año 2000 de la crisis mundial que estalló en 2008.
¿O quizás estoy equivocado?
Ni en España hay otra cosa que no sea una democracia más formal y vigilada que instalada en la sociedad, y ausente, sobre todo, en la derecha que se gestó en el vientre de nuestra dictadura asesina, ni en todo el planeta Tierra hay unos analistas que sean capaces de prever el futuro de la economía mundial.
Siempre ha sido muy conveniente que aquellos que luchan por conquistar la libertad o la defienden no caigan en las trampas que les ponen sus adversarios, esa derecha a la que ya hemos nombrado, pero que ha nacido en un mundo en el que no le queda más remedio que competir en las urnas.
En periodos inestables como este en el que estamos instalados, muchas veces son ganadoras definitivas las decisiones tácticas que, aunque no consigan ningún avance aparente tampoco suponen costes que no hayan sido pagados en ocasiones anteriores, pero que, en cambio, sí pueden suponer derrotas muy duras contra un adversario que actúa confundido por el odio.
Por tanto, los veintiún diputados de ERC y JxCat deben anunciar su voto a favor de Sánchez en la primera votación de investidura.
Y debido al nuevo peligro contra las urnas que representa la decisión adoptada ayer por la mitad más uno de una JEC dividida, deberían hacer lo mismo el resto de las potenciales víctimas políticas de este ataque a la democracia.
De esa forma, podrían ser casi 200 los escaños componentes de un bloque que, según convenga en cada momento, hasta sería capaz de absorber a los probables trásfugas de un PSOE inmerso en la crisis permanente que se alimenta tanto de los coletazos de rabia sin vaselina de los barones como de los sospechosos silencios de un Felipe González que parece agazapado.
El resultado de este apoyo sería un gobierno cada vez más débil en manos de la mitad más unos cuantos del Congreso que le va a reclamar a Sánchez, sin descanso, todos los cambios políticos posibles más uno o, lo que es lo mismo, más democracia y, en consecuencia, derrotas sucesivas de una derecha que solo encontrará consuelo refugiándose en el autoritarismo de origen franquista, y ya minoritario, que es y será su marca mientras exista “España”.
El periodo, bien cercano, del gobierno Sánchez tras la moción de censura, demuestra que su apoyo gratis contra Rajoy no hizo perder fuerza al independentismo en su conjunto. Nunca se sabrá si bloquear el debate de los presupuestos fue, o no, un gran error de ERC. Yo creo que sí.
Casado, Abascal y Arrimadas han activado su plan JEC de hechos consumados para matar dos pájaros de un tiro: dividir aún más a JxCat y ERC, por una parte, pero romper la investidura, el objetivo principal, por otra, pues saben que el independentismo lo tendrá mejor con Sánchez en La Moncloa que con una nueva repetición de las elecciones generales.
Pero, al menos hasta este momento, este trío de franquistas ni siquiera ha conseguido que los independentistas convocaran grandes manifestaciones en las que pudieran infiltrarse los provocadores ocultos en los rincones de sus muy financiados partidos políticos.
Por tanto, la respuesta de la CUP, aunque no les guste nada, y de ERC y PdCat, debe ser aprovechar la oportunidad para derrotar a toda la derecha española, que vuelve a amenazar la democracia: Más unidad del independentismo catalán e investidura de Sánchez a toda velocidad.
Puigdemont, que ve las cosas a mayor distancia, y procediendo como presidente de la Generalitat, debe pedir unidad en Madrid a los tres partidos que forman la mayoría en el Parlament de Catalunya. Acabar deprisa con la comedia de la investidura se la agradecerán hasta las familias de los periodistas sin fronteras y helarles la sonrisa a los tres aprendices de brujo de la derecha franquista la estaremos recordando más de la mitad de las personas con DNI español durante generaciones.