No sé qué nos revela esta alternancia vertiginosa entre el ultimátum de una crisis política, como la que el Presidente desvaneció al descartar cualquier disolución del Parlamento hasta el día 8, y el contra-clímax posterior con promesas de cooperación, como se esperaría escuchar en un momento de gigantescos riesgos. Puede que haya un virus que deje a las personas afectadas unas asintomáticas y a otras más febriles. Lo cierto es que hubo dos señales alentadoras en lo poco que se sabe de la elaboración del Presupuesto y sobre ellas me atrevo a hacer sugerencias.

Cumplir

La primera fue la respuesta del Gobierno sobre los compromisos anteriores aún no cumplidos. Tan pronto como se recordaron, el Consejo de Ministros aprobó un decreto para proteger las carreras largas en profesiones desgastantes, como los albañiles, y confirmó la reducción del IVA a la electricidad para los pequeños consumidores. En ambos casos habrá correcciones a realizar, tanto en el plazo de solicitud, en el caso de los albañiles, como en los umbrales de la tasa del IVA, pero se ha dado el primer paso. Lo mismo se dirá de la promesa reiterada de reforzar el personal sanitario.

Curiosamente, los partidarios del partido del gobierno sugirieron que, dada la crisis, debería negarse a cumplir tales compromisos. Pero Costa sabe más y se da cuenta de lo que perdería en una crisis creada por la negativa del Gobierno a contratar profesionales de la salud que consideraba necesarios incluso antes de la pandemia del covid. El problema es que las contrataciones que se realizan entre tanto son por cuatro meses y, por tanto, están lejos de los 8.400 profesionales anunciados para reforzar el Servicio Nacional de Salud (SNS). De ahí mi primera sugerencia, comenzar por los cimientos antes de pintar la casa: un entendimiento para un plan estructural para el SNS, tomando nota de las necesidades en hospitales y centros de salud, domicilios y otras instalaciones, por especialidad y profesión, para completarse en 2020 y 2021, incluida la regla de exclusividad y la prima de riesgo. Es evidente lo que vamos a necesitar, con cientos de nuevos casos de covid al día y un mar de otras consultas aplazadas, agravando la falta de personal anterior.

Atrevimiento

El segundo expediente del que hay algún indicio nuevo es el financiero. El Gobierno dio a conocer a Marques Mendes que admite no destinar presupuesto alguno para el contrato de venta a Lone Star del Novo Banco. Alternativamente, el Fondo de Resolución tomaría un préstamo bancario más caro. La sugerencia, dejando al comentarista el papel de juzgar las reacciones ajenas, muestra el reconocimiento de la dificultad política, pero no responde a la pregunta, por dos motivos: la cuenta siempre es deficitaria, con consecuencias que dependerán de la normativa europea, y sigue siendo pagada por el presupuesto público. Flanquear el problema no lo resuelve. No veo cómo se puede ignorar que el Fondo no ha tenido la voluntad ni la competencia para cumplir su función, o que la dirección del banco ha violado los contratos. La evidencia de ilegalidades, como de operaciones descuidadas, a precios o para compradores siniestros, son una vergüenza para Portugal. Es un buen momento para bloquearlo y sería una gran decisión.

Quedan muchos otros problemas, desde los salarios hasta la inversión y los impuestos, el transporte y la vivienda. Por lo tanto, este presupuesto no puede compararse con los ejercicios de sustitución de ingresos de años anteriores. Puede que solo tenga dos caminos, o un ajuste que acepte una profunda recesión durante dos años, o una política de protección social de base amplia que se oriente como criterio prioritario a la creación de empleo. Veremos cuál es la elección.