Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/portugal-despenalizar-la-eutanasia-es-la-opcion-mas-humanitaria-y-democratica-para-el-final-de-la José Manuel Pureza 23/02/2020
Portugal: Despenalizar la eutanasia es la opción más humanitaria y democrática para el final de la vida
El debate sobre la eutanasia ha polarizado a la sociedad portuguesa, con la movilización por un lado de la Iglesia católica y otras confesiones religiosas, que exigen un referéndum y, por otro centenares de profesionales de la sanidad, que han firmado un manifiesto a favor del proyecto de ley.
Una ley similar ha comenzado a tramitarse en el Congreso de los Diputados del Reino de España, donde según los sondeos un 70% de los encuestados son favorables a una ley de muerte digna. SP
“La despenalización de la muerte asistida es la opción más humanitaria y democrática que podemos aprobar para el final de la vida: nadie está obligado y nadie está impedido, el único criterio es la elección de cada uno. Después de todo, ¿no es eso la democracia?
Estas palabras fueron escritas por João Semedo. Y João Semedo tenía razón.
El debate sobre la muerte asistida viene de lejos y ha existido durante décadas en Portugal. Raro ha sido el tema, en casi medio siglo de democracia, que se ha discutido tanto y tan extensamente como este. Intenso debate en toda la sociedad portuguesa, en la comunidad médica, en el conocimiento legal, en el mundo asociativo, en los partidos políticos, en las comunidades religiosas. Y un debate profundo y exigente también en la Asamblea de la República, como tenía que ser. Todo el país aprendió de este debate. Se conocen las posiciones, se identifican los argumentos. Por esa misma razón, ahora es el momento de decidir.
Lo que hemos decidido hoy en este Parlamento es ese paso democrático del que hablaba João Semedo, de no forzar a nadie y no impedir a nadie cuando su vida, que está llegando a su fin, se sumerge en un ejercicio de supervivencia que, día a día, hora a hora, violenta a tantos hombres y a tantas mujeres. Lo que hemos decidido hoy aquí es la responsabilidad de adoptar una ley equilibrada, prudente y estricta que respete la decisión de cada persona sobre el final de su vida cuando está inmerso en el sufrimiento. Lo que decidimos hoy aquí es si aceptamos que las personas con dinero puedan ir a Suiza para ver cumplida su voluntad de anticipar su muerte o si reconocemos a todos, ricos y pobres, el mismo derecho a tener el fin de la vida que mejor respete su sentido de la dignidad
Señoras y señores diputados,
Una vez realizado este proceso, conocidos los contenidos de todos los proyectos en detalle, nuestra decisión libre y serena no puede estar condicionada ni por maniobras políticas oportunistas ni por el chantaje emocional. Por un lado, cualquier uso cínico e instrumental del referéndum por parte de aquellos que no lo quisieron o incluso lo olvidaron cuando tenían una mayoría en este Parlamento no merece otra calificación que la de mera maniobra política. La democracia responde a esa maniobra con una ley responsable, rigurosa y tolerante.
Por otro lado, aquellos que, cada vez que hay una extensión de las libertades, quieren que el Parlamento sea rehén de su miedo al desorden social, están ensayando esa estrategia ahora. Desde los fantasmas de las rampas deslizantes hasta la eutanasia de aquellos que no la piden o la muerte desvariada de enamorados, todo vale para tratar de crear el pánico social. La democracia les responde a ellos y a sus trucos con seriedad y serenidad, con una ley que considera, como debe considerar, todos estos escenarios como crímenes indiscutibles.
Por lo tanto, no se trata de las propuestas que se debaten hoy de las que hablan los heraldos del miedo, sino solo de sus pesadillas que, desde la altura de su inmensa capacidad precognitiva, palpitan que algún día se convertirán en ley. Todos tienen derecho a adivinar. Lo que no tienen es el derecho de justificar con sus conjeturas que se mantenga una ley que sentencia a tres años de prisión al médico que solidariamente ayuda a alguien en sufrimiento insoportable a anticipar su muerte.
El país sabe que este debate no trata de conjeturas o principios generales y abstractos, sino de propuestas concretas. El proyecto que presenta el Bloco de Esquerda es muy claro y lo resumo, citando, en cinco puntos fundamentales:
1) El proyecto del Bloco de Esquerda define y regula las condiciones bajo las cuales la anticipación de la muerte por decisión de la persona con lesión definitiva o enfermedad incurable y fatal y en sufrimiento duradero e insoportable, cuando es practicada o ayudada por profesionales de la sanidad, no es punible – lo que significa que siempre que no se cumplan estas condiciones, estaremos ante un crimen;
2) La solicitud de anticipación de muerte solo puede dar lugar a un procedimiento clínico si es realizado por una persona adulta y capaz de comprender el significado y el alcance de la solicitud y este consciente en el momento de su formulación, lo que significa que no serán atendibles las solicitudes de menores de edad o enfermos mentales;
3) La verificación de la existencia de una lesión definitiva o enfermedad incurable y mortal y de un sufrimiento duradero e insoportable será atestiguada por dos médicos, que tienen la obligación de proporcionar al paciente toda la información y aclaraciones sobre la situación clínica que le afecta, los tratamientos aplicables, viables y disponibles, es decir, en el área de los cuidados paliativos, y el pronóstico respectivo y garantizar que la decisión del paciente sea libre y no resulte de ninguna interferencia o coerción externa e ilegítima;
4) La opinión de un especialista en psiquiatría es obligatoria siempre que uno de los dos médicos tenga dudas sobre la capacidad de la persona para solicitar la anticipación de la muerte, cancelando y cerrando el procedimiento si se confirma dicha duda;
5) La decisión de llevar a cabo el procedimiento de anticipación de muerte hasta el final depende totalmente del paciente y es revocable en todo momento.
Señor presidente,
Señoras y señores diputados,
En los últimos años, he hablado con médicos y enfermeras que saben bien cómo la frontera entre anticipar la muerte y dejar morir es tan artificial en la práctica diaria de los hospitales. Hablé con personas creyentes y no creyentes que están unidas en la misma cultura de cuidado y que me confiaron cómo, tan a menudo, la complicidad de quienes se preocupan no puede, en coherencia, excluir la ayuda para terminar una vida que es pura agonía y falta de respeto para quienes lo viven. Hablé con muchas personas, con diferentes antecedentes e historias de vida, sobre los derechos y la dignidad al final de la vida. Y hablé sobre todo con familiares y amigos de personas para quienes la degeneración del cuerpo destruyó, en muchos sentidos, la fortaleza mínima de autoestima y vivió el final de la vida como una violencia inmensa e inmerecida. Las personas que querían contarme estas historias de dolor y compartir conmigo su profunda rebelión por no haber respetado la voluntad de sus seres queridos de morir de acuerdo con las demandas de dignidad que ellos mismos se han fijado a lo largo de sus vidas.
Fueron estas personas las que no me enseñaron conceptos abstractos, sino lo esencial para saber sobre este tema: que no hay nada que legitime obligar a alguien a una despedida de la vida que le violente. Es precisamente por la vida concreta de estas personas concretas que hoy estamos llamados a legislar. Con toda la responsabilidad de aquellos que saben que la vida es un regalo que solo les pertenece a sí mismos y que esto, y solo esto, es el significado de decirla inviolable. Sí, lo que haremos hoy en esta Asamblea de la República no es una discusión sobre la vida en abstracto, sino una elección para personas concretas con su sufrimiento concreto y su sentido de la dignidad concreto. Lo que decidiremos hoy en esta Asamblea de la República es si aceptamos o no que, en circunstancias extremas de enfermedad y sufrimiento de alguien concreto, el médico que ayuda a esa persona a morir, porque esa es la voluntad personal, libre y reiterada de esa persona, debe ser condenado a una pena de prisión de hasta tres años.
Lo que haremos hoy en esta Asamblea de la República, conscientes de la complejidad del tema y la importancia de la decisión, es responder una pregunta: ¿elegimos la prepotencia para imponer a todos un modelo de fin de vida que signifique violencia insoportable para muchos o, rechazando cualquier imposición, decidimos respetar la elección de cada uno sobre el final de su vida?
Por parte del Bloco de Esquerda, cuando se voten los cinco proyectos que proponen la despenalización de la muerte asistida, estaremos del lado de la dignidad de cada opción y decidiremos a favor de la tolerancia contra la imposición. Es nuestra responsabilidad hoy decidir sobre una ley que, al rechazar el prejuicio que condena a aquellos que no quieren sufrir inútilmente, permita ampliar el campo de la tolerancia en Portugal. Y al hacerlo, haremos de hoy un gran día para la democracia portuguesa.
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Traducción:Enrique García