Fuente: Iniciativa Debate/Jaime Richart
Aunque allí tengo acceso pleno a todos los medios de comunicación de la Tierra, mi segunda vivienda, un apartamento coquetón, está en la luna. Posiblemente por eso, porque mientras aquí en la Tierra todo se ve tan claro como se nos cuenta, en la luna los trasuntos de la Tierra se ven deformados como se ve uno en un espejo de feria, me consideran aquí lunático. El caso es que, si bien allí se considera normal, después de un largo sueño que duró 29 días, un mes lunar, desperté. Empecé a ojear todos los periódicos del mundo y pasé a escuchar todas las cadenas de radio y de televisión de España a lo largo de días. Me froté los ojos y oxigené los oídos, pues no daba crédito a lo que leía, oía y veía…
Y quizá porque soy un lunático no me lo pude creer. No me puedo creer que por una enfermedad común estacional de toda la vida que desde siempre se ha cobrado la vida en la mayoría de los casos de gente mayor por complicaciones generalmente de una enfermedad previa respiratoria, hayan reaccionado los gobiernos occidentales como si estuviésemos ante una epidemia de lepra o de peste bubónica, pareciendo haber enloquecido al bloquear la vida de todos los territorios allá donde gobiernan. ¿Acaso un griposo, sobre todo si es mayor, no sabe lo que ha de hacer? ¿Acaso no se meterá en la cama y no tendrá ninguna gana de salir pues la fiebre de la gripe se lo impide? ¿Acaso tiene sentido toda esta neurastenia, esta psicosis, esta locura en marcha? Tiene que haber algo grave detrás de las supuestas motivaciones sanitarias, además de una hipnosis china…
No hay quien se crea que se pone patas arriba a todo un país para enfrentarse a un virus que no mata más que a mayores ya previamente enfermos y cercanos a la muerte; que la preocupación es por los mayores, esos que Christine Lagarde, exSecretaria del FMI a los que invitaba a morirse cuanto antes porque el sistema no va a soportar tanta longevidad y el gravamen de las pensiones. Cosas curiosas vistas desde la luna, pero muy normales vistas por aquí…
Porque yo, que soy un lunático, lo que creo firmemente es que no es una crisis sanitaria; lo que es creo que estamos ante una crisis económica severa pero camuflada cercana al crack de 1929. Una crisis que los dueños de las finanzas del mundo, incluído el Club Bilderberg, pretenden enmascarar con la preocupación por un virus gripal que está causando mucha menos repercusión en la salud que en temporadas precedentes por estas mismas fechas, y en cambio causará grandes estragos en la vida y en la economía de las personas y de las entidades económicamente débiles.
También veo en la bola de cristal que hay en la luna, que esto puede obedecer a una de estas dos cosas: o bien China ha manejado un arte marcial en cuya virtud se usa la fuerza del contrario (en este caso la debilidad mental del individuo occidental y lo contradictorio del neoliberalismo que predomina en la política y la economía) y ha inoculado en el cerebro de los dirigentes de las naciones el virus que les ha trastornado y debilitado hasta el ridículo; o entre China, el actual gigante económico mundial, y aquellos débiles mentales han acordado poner en marcha un extraño proceso conciliador de los contrarios que, cual vacuna, consiste en inyectar directamente a la Economía el virus de la recesión porque de todos modos va a estallar… con la esperanza de que paradójicamente reactivará la economía. Porque, para tan raro experimento, que ya veremos cómo sale, piensan, es preciso una severa austeridad forzosa que se sume a la existente haciéndosela ya insoportable por lo menos a un tercio de la población. Una austeridad que a muchas personas les empujará en la prolongada inactividad a reflexionar, a otras a desesperarse y otras se suicidarán. En cualquier caso, en fin, con razón decían los antiguos griegos, que cuando los dioses quieren castigar a un pueblo, confían su gobierno a los jóvenes…