Fuente: http://www.miradoriu.org/spip.php?article905 Andrés Felipe Carmona Barrero Ilustraciones: Camila Santafé Martes 3 de mayo de 2022
una pequeña comunidad RESISTE a una gran corporación yanqui
https://voragine.co OCHO LETRAS y dos palabras son las protagonistas de un reclamo legal que tiene ‘enfrentadas’ a la multinacional Coca Cola con COCA NASA, una organización que comercializa alimentos, bebidas, aromáticas y medicinas naturales a partir del procesamiento legal de la hoja de coca que es cultivada por más de 60 familias en las montañas de Belalcázar, cabecera del municipio de Paez, Cauca, ubicado en el suroeste del país. La multinacional de gaseosas, fundada el 29 de enero de 1892 por el empresario y farmacéutico Asa Griggs Candler en Atlanta, Estados Unidos, vende hoy en Colombia más de $2 billones anuales en sus productos. Solamente en 2020 la famosa empresa vendió en el país 208,4 millones de cajas de bebidas, 1,8 millones más que todo lo vendido en 2019, como reportó en su momento la compañía.
La queja formal enviada en nombre del gigante de bebidas gaseosas llegó el 26 de noviembre de 2021 al correo electrónico de la empresa Coca Nasa, registrada en Cámara de Comercio como Tierra de Indio S.A.S. El documento, conocido por Vorágine, fue enviado por la firma de abogados Brigard & Castro S.A.S., en representación de su cliente The Coca-Cola Company (TCCC). En el texto se puede leer que el reclamo principal de Coca Cola va dirigido a que la empresa de productos a base de hoja de coca, que tuvo sus inicios formales en 1998, deje de usar la denominación “COCA POLA”, como se llama la cerveza elaborada por Coca Nasa a base de malta, levadura, lúpulo y hojas de coca maceradas.
La razón que alega la compañía de bebidas gaseosas tiene que ver con una supuesta similitud fonética entre los nombres de los dos productos. “El uso que TIERRA DE INDIO S.A.S. hace de la expresión COCA POLA es muy similar desde las perspectiva ortográfica y fonética a la marca de mi poderdante, lo cual podría generar confusión en el mercado y suponer un aprovechamiento indebido de la reputación de TCCC. Por esta razón, nuestro cliente se encuentra muy preocupado por dicho uso”, se puede leer en el documento que llegó al despacho de Fabiola Piñacué, gerente de Coca Nasa y quien es la fundadora del proyecto gestado en las entrañas del Resguardo Indígena de Calderas, en el Cauca. Los abogados sustentaron que la multinacional, presente con su bebida Coca Cola desde 1927 en Colombia, considera que el nombre usado para la bebida alcohólica del pequeño emprendimiento indígena podría “constituir una infracción marcaria” por ser “signo idéntico o similar de la marca”, lo que llegaría a generar una posible confusión entre los consumidores.
Las exigencias de los abogados concluyen en una petición a los indígenas Nasa para que eliminen el nombre “Coca Pola” de todo material publicitario difundido en folletos, volantes y otros materiales impresos en páginas web, redes sociales y otros medios de difusión como la página web la empresa nativa y los perfiles en redes sociales.
Para FABIOLA PIÑACUÉ, directora de Coca Nasa, lo que exige la multinacional es “absurdo” si se tiene en cuenta que la hoja de coca les pertenece a los pueblos indígenas y sus costumbres milenarias en toda América andina. Para ella, Coca Cola es la que acuñó “sin permiso”, y desde hace más de un siglo, el nombre que les pertenece por tradición a los pueblos indígenas. “¿Qué ha hecho Coca Cola por la paz del mundo con todo el dinero que ha recogido? No tiene sentido que vengan aquí a dárselas de dueños del término “coca” porque nosotros somos los dueños milenarios y los originarios”, añade Piñacué.
La directora de Coca Nasa dice que está acostumbrada a luchar, no solo contra la gigante mundial de las gaseosas, sino también contra autoridades que los han perseguido por transportar hoja de coca para la elaboración de los productos. Incluso, cuenta que en 2010 fue capturada en el Terminal de Transportes de Neiva por llevar unos bultos de hoja de coca tostada. Tras esta detención, que duró unas tres horas, le devolvieron las hojas de coca y quedó en libertad sin ningún cargo en su contra. Ese mismo año, la hoy extinta Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) financió y lanzó la campaña publicitaria “La coca, la marihuana y la amapola matan… no cultives la mata que mata”.
Esta ofensiva publicitaria, recuerda, los motivó a interponer una tutela que ganaron y que obligó al retiro de dicha propaganda institucional. “En el ejercicio de pedagogía ya vamos a completar más de 20 años… de contarles a las autoridades que aquí en Colombia hay una cultura de la hoja de la coca como pueblo Nasa y comunidades indígenas andino-amazónicas, pero también campesinas. Queremos reconstruir la connotación que existe en torno a la hoja de coca”, asegura Piñacué. Ella recuerda que desde Coca Nasa han tenido que salir a protestar contra las diferentes estrategias de exterminio de la hoja de coca, como cuando arrancaban como empresa nativa, en 1998, y el entonces presidente Andrés Pastrana ideó el Plan Colombia con Estados Unidos.
Explica que con las hojas de coca elaboran destilados, guarapos, fermentos y otros procesamientos que llevan a la elaboración de diferentes productos que ayudan a fabricar cinco personas en Belalcázar, Cauca, y diez más en Bogotá, donde está el área de envasado, empaque y la comercialización masiva de los productos. “Coca Cola abusa de los derechos de los pueblos” Después de recibido el oficio por parte de la firma de abogados Brigard & Castro S.A.S., donde le daban a Coca Nasa diez días para que dejara de usar el término “Coca Pola”, la empresa de productos a base de hoja de coca adelantó una serie de consultas para poder definir la estrategia de defensa de sus productos. David Curtidor es el responsable de llevar a cabo la estrategia de defensa de Coca Nasa ante la multinacional.
Él lleva 24 años haciendo parte de la empresa de productos a base de hoja de coca, es uno de los pioneros en el proyecto. Ha estado en varias peleas legales contra Coca Cola por motivos similares, por lo que considera que tiene recorrido en la argumentación que tiene que exponer a la hora de apelar las querellas de la multinacional. Uno de esos primeros contrapunteos con Coca Cola se remonta a 2006, recuerda Curtidor mientras recorre la sede principal de Coca Nasa en Belalcázar, en la región de Páez, una zona montañosa que está mucho más cerca del Huila que del Valle. The Coca-Cola Company demandó a la empresa nativa para reclamar derechos de propiedad sobre la palabra “coca” que está en el nombre de uno de sus productos más vendidos, llamado Coca Sek. La queja de la multinacional llegó cuando desde Coca Nasa intentaron el registro en la Superintendencia de Industria y Comercio de dicha bebida energizante a base de hoja de coca. Sin embargo, el reclamo de la empresa de gaseosas no prosperó y la defensa se centró en exigir el reconocimiento de los derechos colectivos sobre la hoja de coca y así fue declarado. Ahora, en el nuevo round que tiene enfrentadas a las dos partes y que todavía no escala a juzgados del país, el líder de Coca Nasa dice que volvieron a reivindicar el uso de la hoja de coca como un elemento de la cultura indígena que está protegida por organismos internacionales. “Les respondimos que tenían diez días para darnos las explicaciones debidas sobre por qué Coca Cola estaba usando el término “coca” sin autorización y consentimiento de nuestra parte. La Comunidad Andina, en Decisión 486 de Lima, Perú, protege del uso de nombres que tengan relación con los pueblos indígenas, o con sus productos o elementos que sean fundamentales de su cultura… y la hoja de coca es fundamental para la cultura de muchísimos pueblos”, explica Curtidor. Con documentos en mano recorre la parcela donde se corta y seca la hoja de coca para explicar que las hojas, una vez son cortadas, son empacadas en bultos de 50 kilos para la posterior producción de licores, galletas, harina, cremas corporales, aceites y gotas de uso terapéutico, entre otros. “La pelea no es nuestra, la pelea es también de las organizaciones indígenas, porque es el derecho de los territorios y su patrimonio cultural y biológico en emblemas comerciales, como en este caso la hoja de coca. Nuestros productos son 100 % orgánicos porque estos cultivos, que no son a gran escala sino familiares, no son fumigados con químicos, eso los hace confiables”, relata el trabajador de Coca Nasa. VORÁGINE logró conocer la respuesta de Coca Nasa a la firma de abogados Brigard & Castro, que fue radicada el 15 de febrero de este año. En el documento de dos páginas plantean que The Coca-Cola Company ha incurrido en “prácticas abusivas contra los derechos de los pueblos con relación al uso de marca y del patrimonio mismo de la hoja de coca” al hacer uso, según ellos, del nombre o término puntual “coca” en procesos industriales. “Nosotros no tenemos megacultivos de hoja de coca” Jairo Pardo Fernández, padre de dos niñas, lleva toda su vida trabajando la tierra en las montañas de Belalcázar. Sabe cultivar la hoja de coca y también se dedica a otros cultivos, como el del café. Saber trabajar en el campo se lo aprendió a su madre, con quien hace más de 20 años inició en Coca Nasa la fabricación de té de coca para compartir entre los comuneros de su vereda o como tratamiento.
Ella, por su edad, ya no lo puede acompañar en sus jornadas diarias de trabajo, que arrancan a las 4 de la madrugada. Él habla desde su casa, que está en el mismo predio donde queda la pequeña planta artesanal de corte y secado de la hoja de coca para los productos de la empresa nativa. “Yo estoy asumiendo acá en Coca Nasa el rol de transformar la hoja de coca de materia prima a productos que la gente consume en las ciudades del país y que son hechos por nosotros. Nosotros no tenemos megacultivos de coca, lo que hay son 60 familias que tienen en sus casas los sembrados y cada quince días traen hojas. Una vez se hace la recolección de la hoja de coca con mucho cuidado, las mismas familias las traen aquí y se pesan para luego comprarles las hojas a ellos. Después nosotros pasamos todo a un proceso de tostado y secado especial para luego llevarlas a un molino que las tritura y selecciona de acuerdo a las calidades, porque hay unas hojitas que son más gruesas y otras más finas. Todo se empaca y se transporta desde acá para Bogotá”, relata el hombre mientras habla de su esposa y dos hijas -Daniela, de 15 años, y Julieta, de 5 años-, con quienes vive en la sede de Coca Nasa. Mientras conversa cuenta anécdotas. Una de ellas tiene que ver con los obstáculos que tuvieron en un comienzo con la comercialización de la hoja de coca ya seca y lista para la producción en la fábrica de Bogotá. Narra que muchas veces enviaban las hojas de coca en buses intermunicipales pero la Policía, en retenes, las incautaba alegando que desconocían la procedencia de las hojas, como haciendo una relación directa con la ilegalidad. “A raíz de eso es que tenemos ya nuestro propio vehículo que lleva la hoja de coca a Bogotá y luego allá mismo recorre tiendas y demás lugares para dejar en venta los productos de Coca Nasa”, añade a modo de explicación. Dice que, en ocasiones, a sus jornadas de trabajo suma a otros colaboradores de su familia y vecinos cercanos, quienes lo apoyan cuando hay mucha hoja de coca por procesar o algunos productos que toca organizar en la bodega que tienen en su casa. Cuando habla del conflicto que tienen con el gigante Coca Cola apela al sarcasmo para indicar que los productos de Coca Nasa son naturales, mientras que la famosa bebida gaseosa de color negro es el producto final de todo un procesamiento químico. “La aceptación de todo lo que hacemos ha sido buena, a la gente le gusta mucho cada producto que hacemos porque sigue siendo novedoso. Haciendo esto le cambiamos nosotros la cara a Colombia de que no solo el país es narcotráfico y que la hoja de coca no es cocaína, que es como se pinta. Para nosotros es natural, es una planta como cualquier otra y que nosotros estamos usando para hacer cosas legales. Yo también cultivo café, aguacate, naranja, mandarina. Acá también hay personas que trabajan con la caña. Tenemos huertas. Hacemos de todo un poquito en comunidad”, cuenta Jairo desde su casa que está ubicada en La Mesa de Avirama, zona rural de Belalcázar, donde vive con sus hijas, esposa y varios perros de la vereda que en el día lo visitan.